La mente perversa del señor Alice Cooper nunca descansa. Como últimamente su prestigio había descendido unos peldaños debido a la sequía creativa y al bajón artístico de sus últimos trabajos, un día sin saber muy bien por qué se encontró con su amigo Johnny Depp y la bombillita se le encendió de repente. El actor acabó por convencerle de que resucitara la banda que tan buenos momentos le dio en los años setenta, cuando se dedicaba a improvisar y hacer versiones de sus bandas favoritas junto a otros sospechosos elementos como John Lennon, Ringo Starr, Keith Moon o Harry Nilsson. Amistades peligrosas lo suelen llamar. Y como se podrá comprender fácilmente, no hizo falta mucho más para que el nuevo proyecto de los Hollywood Vampires tomase forma y emprendiese un nuevo y por ahora incierto camino. Faltaba descolgar el teléfono y empezar a reclutar a los colegas para acordar qué y a quién iban a homenajear en esta reanimación. Por lo pronto, contaron con el apoyo de Joe Perry (guitarra de Aerosmith), que a su vez comenzó la cadena de contactos para convocar a –atención a los nombres- Paul McCartney, Perry Farrell, Marilyn Manson, Brian Johnson y el omnipresente Dave Grohl. Da miedo la alineación, ¿verdad? Pues ojito al repertorio que se gastan que, pese a sus irregularidades, no deja de ser de órdago.
La lista de versionados incluye a Badfinger en ‘Come and get it’, un tema primitivamente compuesto por Macca para los Beatles y que derivó en un encargo para los galeses, con el añadido de la guitarra de Perry, que repite en el ‘Jeepster’ de T-Rex, una banda de la que el líder de estos “vampiros” siempre se ha confesado fan. El festín va sumando guiños a los compañeros desaparecidos en combate, y así, como quien no quiere la cosa, incorpora ‘Cold turkey’, el recordado tema de Lennon, al menú del día, y por supuesto invoca a otro ausente que siempre estará presente, Jimi Hendrix, al que se rinde la debida pleitesía en la personal ‘Manic depression’. Compenetrada como está la pandilla, desbarra a placer en la fusión del mítico ‘School’s out’ propio con ‘Another brick in the wall’ en otra insospechada asociación de ideas destinada a epatarse a ellos mismos, y exhuma por enésima vez el ‘Whole lotta love’ de Led Zeppelin sin demasiado brillo pero inmejorable nivel de diversión, al igual que sucede con el desenfrenado cover de ‘My generation’ de los Who o ‘Itchycoo park’ de los Small Faces, con la que parecen pasárselo especialmente bien. Tampoco hemos hablado, pero ahora lo hacemos, del doblete que los Doors consiguen en esta enumeración de ídolos. ‘Five to one’, mucho menos obvia, y ‘Break on through’ se meten literalmente dentro de la piel de Alice Cooper, que para añadir más leña al fuego cruzado se pasa a la balada con ‘One’, el monumento grabado por Three Dog Night, fusionada en ‘Jump into the fire’, uno de los temas menos conocidos y sin embargo más emocionantes del citado Nilsson. Todo queda entre amigos, obviamente.
Un álbum que empieza con la voz de Christopher Lee recitando las primeras líneas de ‘The last vampire’ e incluye dos temas de cosecha propia tan aseados como ‘My dead drunk friends’ (¿hay otra forma más agradable de morir?) y ‘Raise the dead’ (otro juego de palabras con el presente y el pasado a propósito de la resurrección de este antiguo proyecto) ya merece un mínimo de atención, y si además cuenta con los sabios consejos de un mago del estudio llamado Bob Ezrin, el interés inicial aumenta por momentos. Si las circunstancias acompañan, habrá un nuevo capítulo de esta serie vampírica con nuevos y rutilantes invitados. De momento, el guión de la primera temporada carece de giros inesperados pero se asienta en una historia que siempre resulta interesante.