Por: J.J. Caballero
Los Grand Drive nunca fueron un grupo de soul. Hicieron grandes discos hasta que las circunstancias provocaron la salida de Danny George Wilson, una mente enferma de música que acabó por romper el molde y empezar a pensar por su cuenta. Como su voz y su alma siempre estuvieron ciertamente teñidos de negro, en el fondo al chico lo que le interesaba era grabar algún día un disco como este "What kind of love". Y si tenía que ser con su banda, mucho mejor para él. Y para todos, porque después de aquel sensacional "Stay true", las esperanzas depositadas en Danny & The Champions of the World eran muchas y variadas. Cumplidas con creces, y sobradamente.
Hay mucho material derritiéndose entre los surcos de un álbum bien engrasado y convenientemente desengrasante, y líneas de steel guitar y arreglos vocales que recuerdan de dónde vienen y a dónde van unos músicos inteligentes y fieles a su esencia. Los Dexys Midnight Runners en su encarnación clásica asoman por "Clear water" y los Magic Numbers que empezaban a asombrar al mundo se deslizan por varios cortes. Pero también podría pasearse por aquí el gran Ronnie Lane, por ejemplo en la balada "This is not a love song", o dar una clase magistral de blue-eyed soul en el tema titular y unir a Van Morrison con el sonido Filadelfia en "The sound of a train". Sí, estos temas son cosa muy seria.
"What kind of love" es un trabajo de rock épico que no aparenta tanta trascendencia. Tiene grandes montañas emocionales en su orografía, la más escarpada llamada "Words on the wind", que está plagada de coros, vientos y guitarras Stax; otras de menos altura pero igual de exigentes en su escucha, como "It’ll be alright in the end", o la colina country que debemos subir en "Precious cargo" para vislumbrar un valle verde como las aguas de un lago sereno, fresco y escrupulosamente brillante a la luz de los rayos del sol. Algo parecido a eso es lo que evocan estas canciones, comparables a pequeñas corrientes de agua pura y cristalina pero siempre con el punto de viscosidad exacto para que no nos confiemos en una navegación segura. "Thinking about my friend", en ese sentido, podría sonar perfecta en la voz de Otis Redding, o puede que incluso más fresca. Y como nadie por aquí conoce, por desgracia, la obra de Tyrone Davis, se permiten el lujo de versionar "Can I change my mind" y convertirla en una pieza propia igual de reluciente. Cosas de sentir la música fluyendo caliente por las venas.
Para concluir con una frase rimbombante, diríamos que estos Campeones del Mundo serían la banda sustituta de la E Street Band cuando Springsteen decidiera volver a darles vacaciones. Y nos quedaríamos tan tranquilos al decirlo, la verdad. De seguir así, incluso ellos mismos podrían ser la nueva referencia para futuras generaciones que busquen en las canciones la esencia de la vida misma. Este es un tipo de amor que nunca pasará de moda.