Por: Kepa Arbizu
Lo que no parece tener discusión posible es que hoy en día vivimos un “revival” entorno a los “sonidos negros”. El elevado número de músicos/grupos, y muchos de ellos desde una asombrosa juventud, que han optado por llevar su propuesta bajo las directrices musicales de dicho estilo, así lo avala. Otra cuestión sería discernir si esa proliferación se está encaminando a intentar calcar, con más o menos tino, sus épocas doradas o si por el contrario asimilan esas influencias para mostrarlas de una manera personal. El nuevo nombre que entra en ese debate por medio de su disco de debut, Comig Home, es el veinteañero Leon Bridges.
Curiosidades del ansioso mundo musical actual, el joven texano incluso antes de editar este trabajo ya era presentado como la gran revelación actual del soul además de otras cuantas “coronas” más otorgadas. Dejando de lado esa excesiva efervescencia, su descubrimiento hay que achacárselo a Austin Jenkins, integrante de White Denim, que junto a su compañero de grupo, Josuah Block, hacen las veces de banda de acompañamiento pero también de productores y compositores. Lo que les otorga un peso capital en el desarrollo y posterior resultado del disco de ambos.
Todo en el álbum debut de este joven huele a soul clásico, de hecho está claramente construido para eso. Su instrumentación, su forma de grabación (analógica), incluso la estética va encaminado hacia esa consecución, y por esa parte lo consigue de manera total. Es por lo tanto lógico encontrarnos con los referentes clásicos y más significativos del género entre sus canciones, por ejemplo esa delicadeza y elegancia, aplicable tanto a intérprete como a músicos, bajo un tono seductor a lo Sam Cooke, se reflejan en el tema homónima o en la bonita dedicatoria a su madre que es Lisa Sawyer.
No va a ser el único nombre que parece dejar su semilla en las composiciones. Cuando en éstas los ritmos se intensifican, como le sucede a Better Man, es la figura de autores como Ben E. King los que se hacen patentes. También hay composiciones que ponen su objetivo en lograr esas baladas de fuerte calado emotivo, y en esa intención elige incorporar a la ecuación algo de gospel (Pull Away) o directamente ir por el camino más desgarrador, con la mirada puesta en Otis Redding, (Shine). En otras latitudes, Flowers o Smooth Sailin’ se decantan por sonidos más humeantes y oscuros alrededor del rhythm and blues, aunque siempre tratados desde una estética elegante y pulcra.
Muchas veces intentar allanar el camino para la llegada de una joven promesa utilizando auténticos iconos a modo de semejanza puede ser contraproducente, y éste puede ser el caso de Leon Bridges. No cabe duda de que su música destila buen soul clásico por sus poros, perfectamente ejecutado y asumido, pero también se echa en falta en cuanto al resultado global, entre tanta perfección y ensimismamiento por hacer encajar las piezas, un factor humano más patente que atravesara de sentimiento al oyente de forma más tajante. Así que lo mejor será obviar comparaciones o asaltos precipitados a tronos para disfrutar de un disco que trabaja muy bien los sonidos negros y dejaremos para posibles, y esperados, nuevos capítulos situar el status de Leon Bridges. De momento, vuelvo a dar al play...