Por: Txema Mañeru
Los de Ben Gibbard y Chris Walla se encuentran ya cercanos a las dos décadas de vida. Siguen siendo uno de los grupos alternativos con más repercusión comercial. Sus seguidores son tan fieles como los de Radiohead, Animal Collective o Wilco. Creo que será difícil que vuelvan a firmar un disco del calibre de Transatlacticism. También hace una década casi repitieron aciertos en un certero Plans lleno de singles.
Desde hace años también dieron el salto multinacional a Atlantic / Warner Music, donde nos entregaron irregulares trabajos pero más que apreciables en muchos momentos. Había buenos momentos en Narrow Stairs o en Codes And Keys.
También los hay en el nuevo Kintsugi (Atlantic / Warner) en el que suena más introspectivos que nunca y con la frágil voz de Gibbard tomando el protagonismo como nunca porque se aprecian menos los toques de Walla.
El comienzo con No room in frame es rítmico, elegante y enigmático. En ella ya comienzan a destacar sus atractivas guitarras. Pronto llega un single marca de la casa como Black sun. Elegante y sofisticada casi a lo Brian Ferry o Steely Dan, más que como compañeros de generación con los que les compararon en sus inicios como Built To Spill. En Little wanderer firman uno de los mejores estribillos del disco, acompañado de una calmada y deliciosa melodía y de unas guitarras con reminiscencias a los añorados The Chameleons. Este eco en las guitarras a ese gran grupo de los 80 que fueron The Chameleons lo aprecio también en otro single como Good help (Is so hard to find). En esta, sin embargo, el ritmo más electrónico les
acerca a su excelente grupo paralelo, The Postal Service, o incluso a New Order.
Otro buen estribillo épico nos lo ofrecen en una emotiva You've haunted me all my life. En Hold no guns tenemos un desnudo lento con la acústica y la voz de Gibbard que sigue cautivando. Tras algún tema más irregular se despiden por todo lo alto con Binary sea, otra melancólica y buena melodía que transmite paz y tiene un excepcional piano con toque épico. Quizás están inmersos en un punto cómodo que les puede equiparar a unos Steely Dan del indie, pero siguen facturando buenas canciones y discos más que agradables. ¡He aquí otro buen ejemplo!