Por: Txema Mañeru
No vamos a engañar a nadie. El material que publica Nonesuch Records, con distribución aquí de Warner Music, es de primerísima calidad. No obstante en bastantes ocasiones no es música fácil de asimilar. En este caso la gran reválida del que fuera líder del grupo Battles, Tyondai Braxton (sí, es hijo de Anthony Braxton), es una gozada total, pero no es de fácil asimilación para los oídos acostumbrados a la música más convencional.
No vamos a engañar a nadie. El material que publica Nonesuch Records, con distribución aquí de Warner Music, es de primerísima calidad. No obstante en bastantes ocasiones no es música fácil de asimilar. En este caso la gran reválida del que fuera líder del grupo Battles, Tyondai Braxton (sí, es hijo de Anthony Braxton), es una gozada total, pero no es de fácil asimilación para los oídos acostumbrados a la música más convencional.
Todavía con la banda ya debutó para el también prestigioso sello Warp Music en 2009 con el atractivo Central Market repleto de loops orquestales y extraños sonidos, además de su muy real guitarra. Es normal que se hablara de Frank Zappa, del ídolo del genio bigotudo, Edgar Varese, Stockhausen o Glenn Branca. Con el último de ellos incluso ha trabajado al igual que con Prefuse 73 o en el Reverberations Festivals de otro kamikaze musical como Steve Reich. Si te gustan estos nombres de artistas arriesgados o el sonido de Autechre u otras bandas de Warp, fliparás en colores con este disco de ocho piezas instrumentales de marcado colorido electrónico.
Estas piezas están construidas en referencia a exposiciones del Museo Guggenheim y se abren con el reciente single, Gracka, con inquietantes sonidos. Sigue con Boids, un mutante y misterioso tema repleto de percusiones especiales a cargo de Chris Thompson y que parece ideal para un remake de 2001, Odisea del Espacio. En Outpost se nos muestra más inquietante y misterioso aún si cabe y resuena como unos Pink Floyd mutantes haciendo la banda sonora de Interstellar u Origen. Más experimentales y electrónicas, aún, suenan Studio Mariacha o Amiochley. Galaveda tiene una inquietante magia etérea y planetaria y cierra el disco con su primer single, Scout1, más de 9 minutos de locura total que acaban con un in crescendo realmente logrado. ¡Tenemos disco y artista, aunque sea para selectas minorías!