Por: Txema Mañeru
El asturiano Pablo Und Destruktion vive la vida a borbotones. Vive también sus experiencias personales y el amor con una intensidad ilimitadas. Eso le lleva crear música e historias en su estado más puro, sincero y salvaje. Eso le ha llevado a crear en su tercer disco, Vigorexia Emocional (Marxophone), de espléndido y diáfano título por cierto, su mejor obra hasta la fecha.
Se trata de un disco conceptual que trata sobre el tema más manido en la historia de la música, el amor. Pero lo hace desde una perspectiva muy especial, muy válida y con libertad total para hablarnos de las fases sucesivas que él considera básicas.
Comienza por la pasión en una intensa Los días nos tragarán con una brillante letra y con recordatorios a músicos de su órbita como Nick Cave o Javier Corcobado. Continúa esa pasión en Ganas de arder con la destacada viola de Sara Muñiz y con ecos también a John Cale, Nacho Vegas o Matt Elliott. Tras la pasión, por las historias del disco van circulando la proyección, el pecado, la catarsis y la redención, aunque a veces domina el caos sónico y literario y todo parece mezclarse en una orgía de potentes sensaciones.
A todo ello ayuda la gran producción de Ángel Kaplan (The Cynics, Doctor Explosion, Peralta) y su gran banda de directo, La Tribu Del Trueno que a menudo suena como tal, pero en otros casos mantiene una mayor discreción para que resalten aún más las personales historias de Pablo. En A veces la vida es hermosa destaca algo más la electrónica y resulta más animada. También brilla el Harpsichord de Mar Álvarez. La desolación se desborda en una intensa Mis animales que de nuevo gustará a los seguidores de Nick Cave o de su paisano, Nacho Vegas, pero ojo, que el mundo de Pablo es totalmente personal. Califato es otro de los temas en los que más peso tiene la electrónica y en este sentido destaca el trabajo a los teclados de Iker González. Pero esta electrónica suena profunda y emocionante como la de Eyeless In Gaza, The Postal Service o David Kitt. Uno de los temas más profundamente bellos para mí es Bares vacíos.
Solemne y hermoso sobre el piano de Verónica R. Galán y con unas buenas cuerdas.
Llama también poderosamente la atención la agresividad y electricidad que por momentos desborda Busero español, bien combinada con remansos de paz al estilo de los Swans de Micahel Gira. Todo eso antes de la agridulce despedida con Dulce amor. Lo mejor de todo es que Pablo ya anda enfrascado en dos discos nuevos más, uno en solitario y otro compuesto al alimón con su banda, con la que también está inmerso en sus intensos conciertos de los que te puedes informar en www.marxophone.es y en www.imanartist.es. Además el disco está en todas las plataformas digitales y se podrá conseguir pronto en coqueta edición en vinilo. ¡Estará entre los mejores discos del presente año!