Por: María Solano Conde
Cuando Vetusta Morla anunció su actuación en el Palacio de los Deportes de Madrid (ahora BarclayCard Center) del pasado sábado, 23 de mayo, nadie dudó que conseguirían llenarlo. Y hasta los topes, nada de formato ring con aforo reducido. Lo que muchos, quizá, no esperaban es que lo harían meses antes la fecha elegida para la ocasión. O que tendrían que lanzar una segunda actuación, programada para el 21 de noviembre, y en la que las entradas van por el mismo camino. Un pequeño pero ambicioso salto mortal, para el que contaban con esa red que es su siempre fiel público. Los había que llevaban horas y horas haciendo cola bajo el sol de mayo de la capital, para verlos desde la primera fila, conscientes de que realmente merece la pena.
Así, 15.000 almas pasaron la víspera de las elecciones reflexionando sobre la vida y la música, con dos horas de esta última. Empezaron puntuales a las diez de la noche, sin teloneros, y con los timbales de Pucho anunciando La deriva. Avanzaron sin bajar el ritmo con Lo que te hace grande y Golpe maestro, para rebajar un poco la intensidad con La mosca en tu pared, y volver de nuevo arriba con Pirómanos. Las canciones de su último trabajo, ya disco de oro, y de cuya salida se cumple algo más de un año, dejaron espacio para aquellas con más solera, y juntas formaron un perfecto mosaico de 24 teselas, combinadas de tal forma que parecían haber sido compuestas para sonar juntas y en ese orden. Tal vez se echaron de menos algunos himnos de la banda como Los buenos o Escudo humano, pero se agradeció la vuelta de otros como Boca en la tierra, que hacía tiempo que no tocaban. Y por supuesto no faltaron los ya clásicos como Cuarteles de invierno, con recién estrenado videoclip interactivo, Copenhague (dedicada a los que por diversas circunstancias han tenido que viajar) o Sálvese quien pueda. Un arenga en Fiesta mayor, “mucho palacio y poco baile”, basta para que todo el público vibre y salte como solo ellos saben. No dejaron de hacerlo siquiera cuando el espectáculo había terminado, e incluso en la calle se seguía coreando el “lololo” de Saharabbey road.
Los chicos de Vetusta Morla no son especialmente dados a la verborrea entre canción y canción. Sin embargo, no faltaron las palabras de agradecimiento, a cargo de Pucho, que en nombre de los demás reconoció la excitación que les había producido tocar en un lugar como ese. Tampoco prescindieron de un pequeño discurso, como acostumbran a hacer, en el que reconocieron que “estamos programados para dar y recibir amor”, y en el que celebraron “las canciones y la humanidad”.
Las dos horas de música en directo llegaron a su fin con Los días raros, y en la pantalla en la que se había emitido una cuidada proyección de imágenes, aparecieron los créditos, como si de una película se tratase. Uno por uno, todos los componentes del equipo que han hecho posible este sueño. Y al final, una fecha, 23-05-2015. La fecha.
A estas alturas han demostrado que este espacio mítico no se les queda grande, más aún, y sin que suene exagerado, parecían haber nacido para tocar allí. Aunque no tienen que demostrar nada a nadie, no les hace falta. Son la prueba de que “ser valiente no es solo cuestión de suerte”, y de que con talento, esfuerzo e ilusión se llega a cualquier parte. Y quién sabe si de aquí a unos años les vemos sustituyendo las cinco rivieras del año pasado y el Palacio de este por un campo de fútbol, soñando a lo grande.