Por: Alejandro Guimerà
Hay que reconocer el mérito de estos chicos ingleses, colarse en el mundo MTV-Grammys con sonidos americanos de raíz que son de agradecer entre tanta polución "hip-popera". El debut sorpresa de Sigh No More (2009) quedó reafirmado con el aumento de popularidad que supuso Babel (2012). Fue por entonces cuando pudimos escuchar formas bluegrass y folk indie entremedio de las tediosas bases rítmicas y los eternos "Yeahh Yeahh", lo que nos causó gran simpatía por muy comerciales que pudieran parecer. Las portadas de revista, las grandes ventas y descargas, los estadios llenos y el tener admiradores de la talla de Bob Dylan o Springsteen redondearon un éxito que a pocos pasó desapercibido.
Hay que reconocer el mérito de estos chicos ingleses, colarse en el mundo MTV-Grammys con sonidos americanos de raíz que son de agradecer entre tanta polución "hip-popera". El debut sorpresa de Sigh No More (2009) quedó reafirmado con el aumento de popularidad que supuso Babel (2012). Fue por entonces cuando pudimos escuchar formas bluegrass y folk indie entremedio de las tediosas bases rítmicas y los eternos "Yeahh Yeahh", lo que nos causó gran simpatía por muy comerciales que pudieran parecer. Las portadas de revista, las grandes ventas y descargas, los estadios llenos y el tener admiradores de la talla de Bob Dylan o Springsteen redondearon un éxito que a pocos pasó desapercibido.
Tras el vendaval, los MAS se enfrentaban al reto del tercer disco y de no quedar encajados en su fórmula exitosa "one-hit wonder". Para ello optaron por un inteligente cambio en la producción, con los fichajes de James Ford (Arctic Monkeys, Mystery Jets o Florence and The Machine) y de uno de los gemelos de The National, Aaron Dessner. El resultado, dio este flamante Wilder Mind que apuesta por las texturas indies de última generación y deja aparcados los habituales banjos y mandolinas a favor de un rock de robustas guitarras y mucha electrificación.
Tompkins Square Park es pop guitarrero grandilocuente, aparentemente nada fuera de lo normal, pero sus acertados ritmos y arreglos melódicos hacen que te intereses de entrada por el disco. Las tendencias hacia el "coldplayismo" quedan patentes en Believe aunque a decir verdad a diferencia de aquellos nunca han dejado de agarrar los mástiles con las seis cuerdas. El tema en cuestión muestra lo cómodo que se encuentra el cuarteto con los cambios de ritmo, santo y seña de lo precedente. Lo mismo que en la angustiosa Broad-Shouldered Beasts . Quizás es este uno de los santos y seña de la banda, también la magistral voz de Marcus Mumford y los desarrollos épicos. Por allí andan los puntos en común con la anterior etapa del grupo.
Pero en lo nuevo encontramos nuevos atractivos: el arranque de guitarras "velvetianas" (o Strokes que es lo mismo) de The Wolf, las atmosféricas baladas de dulces estribillos Hot Gates y Snake Eyes, los arrebatadores teclados de Just Smoke, las armonías vocales de Only Love, los coros de Monster, el mediotiempo pluscuamperfecto de Ditmas o el ambiente naif de Cold Arms. En la linda Wilder Mind, se nota la mano de Dessner y la etiqueta de The National, tanto por los ritmos acelerados de batería como por las texturas del sinte y los finos pianos intercalados.
Notables detalles de un álbum que se deja escuchar, para el cual lo mejor es dejarse llevar y no caer en prejuicios, para sentir unas buenas canciones que si bien pueden llegar a parecer algo comerciales, bendita comercialidad si esta viene de la mano del rock.