“La música es lo que da sentido a mi vida”
Por: Javier González/javi@elgiradiscos.com
Hace algunas semanas que Revólver, el proyecto capitaneado y dirigido casi desde la noche de los tiempos por Carlos Goñi, publicaba un nuevo trabajo titulado “Babilonia”. En el mismo recupera el pulso de un rock vibrante a la par que crítico con el que a buen seguro volverá a subirse a los escenarios de la geografía nacional con ganas de dar exactamente la misma guerra que lleva dando los últimos veinticinco años.
Con la intención de conocer más de cerca lo que se escondía tras su nueva colección de canciones, concertamos una cita con el músico madrileño en la que pudimos comprobar la cercanía de Carlos, un tipo sencillo y cercano tras el que se esconde un enamorado del noble arte de escribir y de la profesión de músico.
Os dejamos con la compañía de un grande, el señor Carlos Goñi.
Con la intención de conocer más de cerca lo que se escondía tras su nueva colección de canciones, concertamos una cita con el músico madrileño en la que pudimos comprobar la cercanía de Carlos, un tipo sencillo y cercano tras el que se esconde un enamorado del noble arte de escribir y de la profesión de músico.
Os dejamos con la compañía de un grande, el señor Carlos Goñi.
Veinticinco años después de comenzar tu trayectoria musical al frente de Revólver, diez discos de estudio, seis más entre directos y recopilatorios, ahora llega el turno de publicar “Babilonia”. ¿Cómo te sientes al andar otro paso dentro de éste largo camino?
Carlos: Cuando era un poco más crio pensaba que esto de los nervios se pasaría en algún momento. Pues no, debo decir que va a peor. Hemos estado preparando todos los ensayos previos a la gira y los nervios me consumían. El hecho de publicar un nuevo trabajo y levantar expectativas hace que me acueste por la noche con un nudo en el estómago.
¿Debes sentirte poco menos que cómo un auténtico superviviente en estos tiempos más que difíciles?
Carlos: Sinceramente, no. Este es mi oficio. Vivo en una casa preciosa y tengo treinta guitarras; también un buen coche y mis hijos han ido a un buen colegio. Si no hubiera tenido éxito viviría en una casa más pequeña, tendría peor coche y menos guitarras, pero seguiría siendo músico. Músico soy, he sido y lo seré hasta que me muera, porque es lo que he querido ser en la vida. Más que un superviviente siento que tocaría en sitios más pequeños y por menos dinero, pero la música es lo que da sentido a mi vida. Ahora son tiempos duros. El año pasado tuvimos que ir a salas más pequeñas, de cuatrocientas personas, donde jamás había tocado. Salí a buscar a la gente y lo hice igual de bien o mal que cuando he tocado en Las Ventas. Lo único que cambia es el aforo, pero eso no cambia la pasión que tengo por ésta profesión.
A priori “Babilonia” parece un disco que tiene muchísimo que desentrañar; lo primero porque estéticamente muestra una ruptura con “Argan”, que era un álbum con sonidos netamente “levantinos”, suponiendo la vuelta a unas raíces más clásicas. ¿A qué responde éste hecho?
Carlos: “Argan” era una ruptura con todo. No era un paso al frente, era un paso lateral. De todas formas, gracias Dios mío por ponerme delante a una persona cabal. Es decir, tú. La primera vez que fui a Marrakech me dieron en toda la boca. Un señor me dijo: “ya que ustedes no quieren que seamos hermanos, les guste o no, somos primos”. Recuerdo que le respondí que tenía razón y que estaba encantadísimo de ser primo suyo, lo prefiero antes de serlo de un vikingo, quienes también me encantan. Me gusta más tener que ver con Marruecos que con Finlandia. Sé que decir esto en éste momento puede ser poco popular pero ahí queda. “Argan” lo tenía que hacer porque sí, me lo debía. “Babilonia” es distinto, es un disco de rock. Estoy de acuerdo contigo en que es volver a unas raíces más clásicas. Disfruté muchísimo haciendo la gira pasada como trío, porque era una ilusión que tenía desde hace tiempo. Al ver cómo defendíamos las canciones pensé que era buena idea preparar un disco pensado para tres personas. Para mí hacer éste disco ha sido un reto, por el momento, por las canciones y también por el contexto. Creo que hay temas en los que voy un poco más allá del punto del cantautor electrificado.
También tiene un nombre que evoca una imperial y exótica grandeza; y a la vez violenta caída en desgracia. Un poco lo que le está ocurriendo a nuestro mundo día a día. ¿Estamos en lo cierto? ¿Van por ahí los tiros?
Carlos: Me encanta, me encanta. Te voy a pedir por favor que te quedes haciéndome todas las entrevistas que tengo a lo largo del día (Risas). Me dan ganas de ponerme de rodillas y de apuntarme tu teléfono para quedar y charlar distendidamente (Más Risas). Babilonia era la puta de Oriente. Cada vez que alguien llegaba la encontraba con las piernas abiertas; llegaban se llevaban las riquezas y planteaban un régimen dictatorial, acojonando a todo el mundo. Un día viendo el telediario pensé que España era Babilonia. A esto hay que unir el hecho de haber leído cosas que jamás había hecho. Entre ellas a Shakespeare, un delito que por fin he corregido. Los dos libros más importantes que he leído últimamente son “El Criticón” de Baltasar Gracián, que parece escrito ayer por la perspectiva del país que hace. Es brutal. Y otro son “Los Ensayos” de Montaigne, ambos son coetáneos. El concepto de la corrupción lo bordan. Creo que me han configurado moralmente más que antes. De ahí parte el concepto de “Babilonia”. También he leído frases de Otelo terribles en busca de pruebas de una falta que yo he incluido en “Babilonia”, hablo de buscar primero balas y después confesiones, algo de lo que me siento orgulloso. Creo que nuestros corruptos primero deben devolver la pasta y después ir a la cárcel; más tarde les juzgaremos. Supongo que eso es poco progresista, pero realmente pienso así. Creo que en éste país hace falta cadena perpetua. De lo contrario siempre seremos Babilonia.
Un trabajo que también parece plantear una severa crítica y con el que se pretende vender un mensaje desde un punto de vista positivo, incitando al trabajo y al no rendirse en nuestro día a día. ¿Crees que son buenos tiempos para regar de optimismo en las letras?
Carlos: No hay que rendirse nunca. Son buenos tiempos para mirar al frente, con optimismo. Es necesario. El disco lo único que no pretende ser es derrotista. Destila mala leche, eso sí. Me gusta contar lo que me pega de lleno y me pasa rozando. Ahora ha tocado hablar de estos temas, igual que otras veces he hablado del binomio amor/desamor.
Personalmente siempre he pensado que tu música tiene mucha calle…
Carlos: Creo que es inevitable. Es lo que yo espero de un artista en general. Me gusta que un pintor, escultor, escritor, actor o director me cuente la vida cómo ellos la ven. Dicho esto no creo que haya una verdad única, pero sí una realidad vista por cada persona.
También me parece muy bonito que hayas dedicado una canción a “Las Calles de Madrid”, tu ciudad, aunque muchos te vinculen a Valencia.
Carlos: Cada vez me pasa menos, creo que con el tiempo la gente se ha enterado que soy madrileño, aunque la vinculación con Valencia es evidente. Antes cada vez que venía lo pasaba fatal, supongo que me entraba un ataque de paletísmo y provincianismo enorme. Me venía aquí con chofer y a poder ser, volvía en el día. Me hacía muy pequeño, a pesar de que siempre ha sido una ciudad que me ha tratado muy bien y con cariño. De un tiempo a ésta parte he viajado mucho, y debo confesar que ahora llegó a Atocha con el tren y al bajar para coger el taxi, noto que el trayecto me pone mogollón. Ya no me encabrono con los atascos, porque en Valencia no son muy distintos. “Las Calles de Madrid” es una canción vieja que tiene tiempo y ahora he rescatado. El reconocimiento se lo hago ahora porque es cuando tengo un punto de enamoramiento con ella. Estoy tan cómodo cómo para pasar largas temporadas aquí.
¿Qué sientes al mirar atrás y saber que han pasado 33 años desde tu debut con Garaje?
Carlos: Miro atrás lo justo, básicamente para no cometer los mismos errores. Creo que con los nuevos tengo suficiente (Risas). Tan solamente tengo un punto melancólico, al estilo de la saudade portuguesa, pero nada nostálgico. En mi carrera solamente miro atrás para pensar el repertorio de cada gira, por si me apetece incluir alguna canción nueva. Las etapas de Garaje y Comité Cisne, las veo como la universidad. Aprendí la forma de no hacer las cosas. Mi carrera empieza cuando tomo el control con Revolver, que es cuando todo empieza a funcionar. Estoy orgulloso del tiempo que ha pasado, aunque me da un poco de vértigo todo lo hecho, tantos conciertos y discos. Creo que no hemos perdido el tiempo.
¿Qué planes de futuro manejas para los próximos meses?
Carlos: Viene una gira larga gracias a Dios. Hay conciertos programados hasta Octubre. Hemos pasado el calvario de cierto tipo de salas pero ahora vamos a teatros y salas que me encantan repartidas por toda la geografía nacional. La verdad es que estoy contento porque todo tiene muy buena pinta. Sigo dando gracias por todo lo bueno que me están permitiendo hacer.
Dentro de poco se cumplirán veinticinco años de la edición del primer disco de Revolver. ¿Hay algo preparado para celebrar la efeméride?
Carlos: La mejor fiesta que se puede dar es tener disco nuevo. Creo que hemos hecho una buena media. Diecisiete discos y mil conciertos con banda. Me siento feliz por tener salud e ilusión, lo único en lo no que he cambiado. Lo demás creo que en todo.
Muchas gracias por todo, Carlos.
Carlos: Ha sido un honor. Qué pena que la entrevista no dure más.
Habrá tiempo para hacer más en un futuro, descuida.
Carlos: No lo dudes.