Por: Kepa Arbizu
Si uno hace la prueba de teclear en Google el nombre de Beth Hart observará que el conocido buscador tenderá a completarlo con el de Joe Bonamassa. Y es que dicha conexión con el brillante guitarrista, que ha dado como consecuencia dos discos, ha expuesto el nombre de la compositora e intérprete en los últimos años a una mayor audiencia, pero eso es algo que no debe de ocultar la existencia de una carrera en solitario consolidada desde mediados de los noventa.
Si uno hace la prueba de teclear en Google el nombre de Beth Hart observará que el conocido buscador tenderá a completarlo con el de Joe Bonamassa. Y es que dicha conexión con el brillante guitarrista, que ha dado como consecuencia dos discos, ha expuesto el nombre de la compositora e intérprete en los últimos años a una mayor audiencia, pero eso es algo que no debe de ocultar la existencia de una carrera en solitario consolidada desde mediados de los noventa.
Durante su discografía la norteamericana ha demostrado, al margen de sus capacidad como instrumentista, tener una personalidad, materializada por medio de su portentosa voz, arrolladora, de esas que tiene la capacidad para lograr hacer con el oyente lo que ella considere. Y si me centro en esas virtudes vocales es porque en este nuevo trabajo, Better Than Home, toman una presencia y relevancia esencial. Si a eso le sumamos que es el piano el que también cobra protagonismo, siendo guía prioritaria de los temas, y unas canciones con una temática personal y vital, éste puede ser visto como un trabajo que reivindica su figura, sin acompañantes (por muy grandes que estos sean).
En ese intento por crear un disco más personal, ha tomado la decisión de cambiar al productor de sus trabajos pasados, Kevin Shirley, para decantarse en esta ocasión por el dúo, ya conocido, Rob Mathes y Michael Stevens, y de paso dar forma a un trabajo sorprendentemente unitario (dada la querencia de Hart por picotear en diferentes terrenos) en forma y estilo, plagado casi en su totalidad de un soul íntimo. Un terreno que le agrupa con intérpretes como Janiva Magness o Carolyn Wonderland, como se puede observar en el delicado Might as We Smile, con un destacable trabajo de los metales y donde su voz toma gran presencia. Será cuando el piano se muestre como elemento clave cuando las composiciones alcancen mayor intimismo, como en la espectacular Tell’em To Hold On o la más desnuda We’re Still Living in the City, en la que serán ahora las cuerdas las que aporten un contrapunto todavía más épico.
En el tema que da nombre al disco observamos que incorpora una ambientación algo más folk-rock, lo que le sitúa en terrenos cercanos a gente como Rickie Lee Jones, y en The Mood That I’m In es el turno de incorporar guitarras con aires funk y una melodía más pegadiza, aquí se podría hablar de la sombra de Susan Tedeschi. Unas seis cuerdas que en Trouble atruenan para crear la canción que más se desliga del tono general por medio de un blues arrastrado y huracanado que tan bien maneja la intérprete.
Había ya ganas de encontrarse con Beth Hart de manera autónoma, alejada de su compinche de los últimos tiempos Joe Bonamassa, y lo ha hecho en lo que parece una reivindicación de su figura, con un trabajo personal e íntimo, biográfico incluso, donde es el soul el común denominador. Un entorno que ya ha demostrado en muchas ocasiones conocer y controlar a la perfección, y qué mejor ejemplo que un disco como Better Than Home para volver a ratificarlo.