Por: Sandra Sánchez
El genio de Belfast vuelve a estar en el punto de mira. Lanza su nuevo disco de estudio, el 35 de su carrera, junto a algunos de sus artistas favoritos. Confieso que al oír hablar de duetos de entrada me echo a temblar, porque el resultado suele ser, como mínimo, irregular.
Y sí, éste también es el caso. En Duets, Morrison ha decidido rescatar algunas de sus canciones (tiene más de 350 publicadas) menos conocidas, desde 1970 hasta 2012 y darles un nuevo aire para volver a presentárselas a su público. Todo un reto convertirlo en éxito.
Ingredientes a favor. Bastantes y de peso. Entre ellos la compañía de unos artistas incontestables, que van desde Steve Winwood a Bobby Womack, pasando por Natalie Cole, George Benson, Joss Stone o Taj Mahal. Este último cierra el álbum con How Can a Poor Boy? un blues de libro, redondo y fantástico, que destaca a mi juicio entre el resto de temas.
También a favor la orquestación, el sonido tan bien instrumentado, los músicos de la máxima calidad que hacen su trabajo con la máxima eficacia. Pero es que esto a Van Morrison se le presupone. Si no ofrece él este nivel, ¿quién podría hacerlo?
El disco, visto y escuchado como un todo, como un trabajo global, resulta desconcertante. El poso que deja es de que Morrison no se ha dejado la vida en él. No añade grandes (casi ni pequeñas) originalidades, no hay sorpresa y sí sus melodías tan reconocibles de siempre y el protagonismo (de agradecer) de los instrumentos de viento. Hay canciones perfectas para tenerlas simplemente de fondo mientras trabajas, tranquilas y relajadas pero de las que mañana no te acordarás. Y sin embargo, entre la hojarasca se encuentran algunas pepitas de oro. Hablábamos del dúo con Taj Mahal y también podemos hacerlo del que forma con Mark Knopfler.
El guitarrista escocés fue quien escogió Irish Heartbeat para realizar su colaboración. Siempre es un gusto escuchar su personal sonido y su voz, que al corte folk de este tema le sienta como un guante y sí consigue trasladarte a alguna parte, moverte del sitio. Gracias, Mr. Knopfler.
Un último dueto digno de mención es en el que participa Shana, la hija de Van Morrison. Lo hace en Rough God Goes Riding, tema en el que padre e hija consiguen una buena conexión y sus voces, con características tan diferentes, sorprendentemente encajan.
Del single elegido para presentar el álbum poco que decir, aparte de que la pareja Van Morrison-Michael Bublé no parece la más acertada. Interpretan juntos Real Real Gone con una versión de aire bastante comercial, entendido aquí como facilón. No convence...
Los admiradores del león irlandés quizá somos demasiado exigentes con él, pero lo somos porque él es una leyenda, creó maravillas como Into the Mystic, Moondance, Sweet Thing... Y si lo hizo entonces deseamos y creemos que puede seguir haciéndolo ahora.