Han pasado tres años desde que Rubén Pozo nos regalara Lo que Más, el trabajo con el que después de más veinte años en el mundo musical debutaba como solista. Un amplio período de tiempo en el que el artista nacido en Barcelona y criado en la madrileña Alameda de Osuna, conoció casi todos los “escenarios” posibles que se plantean dentro de la profesión de moderno trovador. Desde el status de músico underground de culto al que llegó con los siempre añorados Buenas Noches Roses, pasando por el éxito multitudinario representando la cara más desconocida y quizás interesante, qué paradójico, de Pereza, hasta desembocar en una carrera defendiendo su propio nombre con la que desde hora inicial ha logrado seguir encandilando a un puñado de fieles que le siguen y veneran con absoluta devoción.
Ahora tres años después de aquella obra iniciática, vuelve a la carga con el segundo capítulo de su aventura personal en el que bajo el título de En Marcha nos regala doce canciones en las que percibimos a un Rubén mucho más afianzado y repleto de aplomo, mostrando un sonido rotundo en cada tema, elemento en el que a buen seguro habrá colaborado la producción de Nigel Walker, en el que percibimos las señas de identidad de siempre (sinceridad, sencillez, rock heterodoxo repleto de genialidad) resplandeciendo con un brillo que engancha y genera militancia.
Todos estos elementos comienzan a ser patentes desde la inicial Esta es mi Canción, donde nos toparemos de bruces con la transparencia de un artista que se solapa con cada frase y acorde convirtiéndonos en inevitables confidentes del universo Pozo; por el camino continuaremos encontrando más píldoras con marca de la casa como Me Quieres Destrozar, donde toma prestadas “perlas” que en boca de otros jamás nos sonarían igual, sí nos referimos a ese “hola, ¿qué hase?”, o Tonto de Tanto (r´n´r), un rock de aroma clásico que a buen seguro cobrará protagonismo en sus próximos directos y Chatarrero, una composición juguetona con múltiples referencia a El Mago de Oz, donde destaca una interpretación realmente creíble y hasta casi arrebatada, tanto que resulta inusitada hasta la fecha en sus grabaciones.
Tampoco dejarán indiferente a nadie canciones como Disco Stu con su crítica al poder establecido y al falso estado de bienestar, la genial Chica de la Curva, azarosa aventura de una chica desconocida en clave de ranchera, Todo Palante, homenaje a Rosendo Mercado incluido, y la fenomenal En Marcha, una alegoría muy sincera que tiene paralelismos con ciertas situaciones que seguramente haya podido vivir el bueno de Rubén.
La recta final del disco se acerca a medida que descubrimos canciones como Por eso se Hace, una tonada repleta de luz que en sus comienzos parece haberse gestado con el sol de California deslumbrando las Ray-Ban del maestro mientras de fondo sonaban The Byrds, El Sueño del Pibe, relato de las aventuras bonaerense y buenos momentos vividos durante la gira pasada, la belleza de Entre tú y yo, medio tiempo que desprende amor a la vida y sobre todo a la profesión que desempeña con frases tan bonitas como la que dice “que nunca nos falta una risa y buena música entre tú y yo”, y el final, a modo de “bonus track”, de Starman 2.0, la adaptación libre del Starman que David Bowie incluyera en su fenomenal The Rise and fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, una versión muy muy vacilona de esas que solamente le toleramos al señor Pozo.
Después de escuchar en repetidas ocasiones y con mucha calma En Marcha, debemos confesar que la sonrisa de satisfacción que se dibuja en nuestro rostro habla por sí sola. Hemos quedado encantados con el resultado final del mismo, sobre todo por el hecho de encontrarnos ante otro trabajo reconocible de Rubén Pozo, repleto de credibilidad y autenticidad, en el que las canciones hablan por sí solas, y en el que él a nivel artístico da un paso más al frente, dando muestras de una grandeza y personalidad enorme, de esa que tanta falta hacen para dedicarse a esto de la música. Grande, Rubén, muy grande.