Por: Txema Mañeru
¡Obligatorio para los fans de Joy Division, para los amantes de la buena poesía y para los aficionados a las mejores letras de rock! No es la primera vez que pasan por estas páginas los cuidados libros de Malpaso Ediciones. Hasta ahora lo habían hecho merced a sus cuidadísimas y destacadas biografías de músicos de primer nivel. Me vienen a la mente los excepcionales y confesionales libros de Neil Young, Johnny Ramone, Pete Townshend y Steven Tyler. También el más reciente sobre Frank Zappa que es una gozada absoluta y que ha costado demasiados años que tuviera su correspondiente traducción al castellano. ¡Divertido e instructivo a partes iguales para los jóvenes de hoy! De todas formas también te anunciamos que si te pasas por www.malpasoed.com, descubrirás que ofrecen muchos otros libros interesantes de firmas reputadas como las de Martin Amis, Kurt Vonnegut Jr. o Noam Chomsky. También están teniendo salida grandes novelas y libros de
autores más jóvenes o menos populares como los latinoamericanos Pablo Ramos o Gabriela Wiener, los franceses Claude Duneton o Manou Fuentes. Todos ellos vienen excelentemente presentados con pastas duras e incluyen gratis la versión en E-Book.
Ahora llega esta joyita del genio torturado de Joy Division, Ian Curtis, que se ahorcó a los 23 años de edad tras ver una película de Werner Herzog y cuando su banda comenzaba a recoger los frutos de una sorprendente y prometedora carrera. Está perfectamente coordinada por el prestigioso crítico y escritor Jon Savage y por su viuda, Deborah Curtis. De hecho, Deborah firma el interesante prólogo y Savage hace lo propio con una muy instructiva y amplia introducción en la que desgrana a la perfección su canción más popular y uno de sus mayores logros artísticos como es Love Will Tear Us Apart . También es fundamental, especialmente cuando se trata de la traducción de poesía o de letras de canciones, una buena traducción y en este aspecto cumple a la perfección Daniel Gascón.
El grueso del precioso libro, en este caso de formato más amplio y visual de lo habitual, lo forma un extenso capítulo de más de 100 páginas con las magníficas letras de las canciones de Joy Division. Aparecen además de manera manuscrita y también en inglés y castellano, como no podía ser de otra manera. Comienza en el 77 con la primeriza Warsaw o Ice Age. No faltan por supuesto, Disorder, New Dawn Fades, She’s Lost Control, Transmission, Atmosphere, A Means To An End, Heart And Soul, The Eternal o esa estremecedora El Amor Nos Desgarrará (Love Will Tear Us Apart) que es, probablemente, su tema más apreciado y versionado. El Apéndice 1 es casi igual de interesante. Consta de borradores de letras, algunas alternativas, nuevas letras y textos sueltos. Todo ello, del puño y letra de Ian Curtis.
El Apéndice 2 es, sobre todo, atractivo a nivel visual con
imágenes de sus discos y de las galletas de ellos mismos. No hay que olvidar que la famosa portada de su debut grande, Unknown Pleasures, es una de las más vistas por todo el mundo junto a la del logo de los Ramones. También aparecen fanzines, cartas escritas por el propio Ian y otras dirigidas a él, entre su correspondencia privada, además de interesantes textos sobre él y su grupo de aquella época. También aparecen las portadas de sus libros de cabecera entre los que no faltan Sartre, Nietszche, Hesse, Dostoyevski, Rimbaud, Oscar Wilde, Andy Warhol o La Naranja Mecánica de Anthony Burgess, que tan bien llevaría al cine Stanley Kubrick. Los dibujos originales de las portadas de los singles para Dead Souls y Atmosphere son otro detalle muy especial.
¡Una forma genial de dar la debida trascendencia a la obra de un artista y una banda que son básicos en todo el sonido post-punk que se hizo desde los 80 hasta la
actualidad! Sin el legado de Joy Division no existirían bandas como The Editors, PJ Harvey, Interpol, The XX, Arcade Fire, Bon Iver, Animal Collective, U2 Nudozurdo, Matt Elliott, Cat Power, Radiohead o un interminable etcétera. Para Bono sus letras eran estremecedoras y casi sobrenaturales. Su importancia es comparada en contraportada con las del genio Bob Dylan y no es ninguna exageración. ¡Justicia poética, nunca mejor dicho pues aquí tenemos auténtica poesía de primera calidad!