"Lo más importante es que el disco empape poco a poco al oyente, que quiera volver a escuchar las canciones"
Por: Kepa Arbizu
Para unos, aquellos más conocedores de la escena sevillana,
Chencho Fernández era uno de esos secretos muy bien guardados; para otros ha
supuesto uno de los grandes descubrimientos dentro del rock hecho en
castellano. Con una carrera ya fogueada en diferentes proyectos en grupos como
Mistral, Sick Buzos o Smoking Kills, Dadá estuvo aquí, publicado el año pasado, supone en realidad su segundo
disco en solitario, antes grabó Nuevo debut, pero el primero editado de facto.
Se trata de un trabajo sorprendente, que poco a poco ha ido
creciendo a base de algo tan básico y a la vez esencial como el asombro y la
admiración surgida en todo aquel que se
acerca a su contenido. Un álbum que de manera personal trabaja ese
rock bohemio y taciturno por el que se asoman referentes variados como Johnny Thunders, Lou
Reed, Tom Waits, Burning, Andrés Calamaro e incluso la "chanson" francesa.
Canciones en las que palpitan historias ligadas al suelo
frío y nocturno de su ciudad pero con una evidente vocación universal. Todo
ello le convierten inevitablemente en un referente actual del buen y puro rock
cantado en nuestra lengua. Precisamente esos motivos son los que nos han empujado a conocer más a la figura que se esconde detrás de todo ello.
Tengo la sensación, y lo digo en parte por propia experiencia, que este disco ha contado con eso que se llama el boca-oreja; quien lo ha escuchado lo ha recomendado y así sucesivamente, una forma de llegar al público que personalmente me parece la más pura. No sé qué opinas sobre ello y si tienes la percepción de que está sucediendo eso con este trabajo...
Chencho Fernández: Pues no sé qué decirte, la verdad. Como músico, trato de hacer las mejores canciones y el mejor álbum posibles y a partir de ahí, pues son cosas que escapan al control de un artista. Detrás de la promoción de ‘Dadá estuvo aquí’ hay pocos recursos pero mucho cariño y bueno, imagino que lo que llamas boca-oreja debe estar funcionando.
Hace seis años tuviste tu primer intentona en solitario, “Nuevo Debut”, que si no estoy equivocado no llegó a publicarse. Sin embargo está sucediendo todo lo contrario con el actual, que está teniendo bastante más recorrido. No sé de qué manera explicas o asimilas esta situación.
C.F: La explicación es fácil. ‘Nuevo debut’ fue un disco que no tenía un equipo de trabajo alrededor. Ahora sí lo hay, pequeño, pero que sabe lo que trae entre manos y poco a poco se van viendo los resultados.
Precisamente, da la sensación de que han confluido varios elementos que han empujado a la realización y publicación del disco: el apoyo musical de los integrantes de All La Glory, la producción de Jordi Gil o el nacimiento del sello Fun Club...
C.F: Sí, es lo que te decía antes. La gente involucrada en este trabajo la conozco desde hace años y bueno, efectivamente como dices, todos esos factores han confluido de forma adecuada para realizar algo que sólo era cuestión de tiempo que aconteciera.
Las canciones que forman “Dadá estuvo aquí”, teniendo en cuenta todo ese intervalo que ha existido hasta su publicación, ¿pertenecen a una época concreta, han sido compuestas expresamente pensadas para este disco o las tenías acumuladas a lo largo de este tiempo?
En ese lapso de tiempo entre ambos trabajos dejaste algo apartada la música para, según te he leído, “sobrevivir”. ¿De qué manera alguien como tú lleva ese parón?
C.F: En realidad, en este tiempo he seguido haciendo lo de siempre, componer y tocar cuando había oportunidad, por lo que no he sentido ningún parón. Lo único es que este disco ha salido cuando se han dado las circunstancias adecuadas para poder publicarlo.
Respecto a la presencia de miembros de All La Glory, en mi opinión haciendo un trabajo sobresaliente, ¿de qué manera contactas y decides que sean ellos quienes te acompañen y qué papel juegan en el terminado de las canciones?
C.F: El contacto existe porque con gente como el guitarrista Israel Diezma o el bajista Pablo Florencio llevo tocando desde hace años, haciendo diferentes historias y la relación siempre ha estado ahí. Cuando llegó el momento de grabar el disco, pues el resto del equipo se unió de forma natural y cada uno ha aportado de forma decisiva su calidad musical.
Dichas canciones juegan mucho con la instrumentación, está muy bien trabajada, incluso no hay complejos en meter sección de cuerdas o coros. ¿En todo momento se aparecieron (las canciones) así en tu cabeza o han sufrido un desarrollo posterior?
C.F: Yo compongo las canciones y´más o menos tengo una idea de cómo quiero que suenen. Pero cuando las compartes con la banda o pasan por las manos de alguien como Jordi Gil, pues se producen aportaciones que enriquecen el producto final. Lo que hacemos es aprovechar el conocimiento y la experiencia que tenemos todos.
También llama la atención tu forma de cantar, con un tono de voz rasgado, a veces recitativo otras veces más melódico, pero siempre con un tono “dejado”. Creo que encaja a la perfección con la apuesta sonora y sobre todo con el sentido de tu música. ¿Ha habido algún tipo de dedicación específica en ese aspecto?
C.F: Al igual que tocando un instrumento, que con el tiempo vas mejorando y experimentando para controlar nuevos registros, con la voz sucede algo parecido. No diría que hay una dedicación concreta más allá de la que surge naturalmente con el paso de los años. Poco a poco vas descubriendo espacios donde encuentras acomodo y eso te permite tener diferentes opciones.
En varios de tus temas (“La estación del Prado, “Radio Fun Club”, “Dadá estuvo aquí”...) se citan localizaciones concretas de Sevilla, lo que sitúa bastante las historias, creando a la larga algo así como un recorrido nocturno, bohemio, en definitiva “no oficial” de la ciudad...
C.F: Es algo que me han preguntado en otras ocasiones. No me considero un cronista de la ciudad. En realidad, escribo sobre lo que conozco y sobre las cosas que me pasan, el entorno en el que me muevo y por eso, que aparezcan lugares reconocibles considero que es algo lógico, al menos de momento.
A pesar de ello, de esa localización concreta, se intuye una cierta desubicación, cierto espíritu errante que de alguna manera se contrapone a ese “localismo”.
C.F: Sí, para alguien que escuche el disco y no conozca los espacios a los que haces mención, pues simplemente será una parte más de la canción. Lo más importante para mí es que el disco empape poco a poco al oyente, que quiera volver a escuchar las canciones, que se pueda sentir identificado como a mí me pasa con los discos que me emocionan.
Partiendo ya desde el título, el disco transmite una sensación casi continua de reflexionar sobre el pasado pero inscrito en el presente, como un eterno retorno, un regreso de alguien que nunca se ha ido...
C.F: En realidad he tardado muchos años en poder editar un disco como ‘Dadá estuvo aquí’, así que imagino que está presente ese guiño al pasado pero sin añoranza o nostalgia por el tiempo transcurrido. Ya iremos viendo lo que sucede en las siguientes grabaciones que publique.
La ultima canción, “Una buena noche”, además de parecerme espléndida, la veo casi como un epílogo en el que se recopila un poco todo el espíritu del disco. En ella haces mención directa a algunas de tus influencias concretas. No tienes complejos a la hora de mostrarlas y/o citarlas a pesar de asimilarlas todas ellas bajo un acabado muy personal.
C.F: La verdad es que no es algo premeditado. En realidad, nunca he sido amigo de las etiquetas. Yo lo veo como un proceso sensorial en el que recibes influencias de las propuestas que te calan, que te interesan y a partir de ahí, pues vas componiendo tu propia música, desarrollas un estilo y al final aparece un compendio de todo.
Fotografías: Carolina Cebrino