No sé si con operación de mercadotecnia o no, pero el caso es que se ha montado un importante revuelo en torno al nuevo disco de Bob Dylan. No tanto como con las 50 Sombras de Grey, pero casi. Para algunos es un sensacional disco de nota máxima. Para otros es lo peor que ha hecho Dylan desde su también polémico disco de Villancicos, Christmas In The Heart” (Columbia / Sony). Para otros ni lo tenía que haber publicado y es un capricho innecesario de estrella.
¿Qué dónde me sitúo yo? Pues en el medio del huracán. Me gusta escuchar Shadows In The Night (Columbia / Sony Music) y entra como la seda y se pasa como una exhalación. Sí, muchos dirán que ni te enteras y pasa desapercibido de lo melifluo que es. Está claro que si lo comparas con sus últimos discos de estudio o con ese magnífico último capítulo de sus insuperables The Bootleg Series que es The Complete Basement Tapes (Columbia / Sony), pues no llega ni de lejos a esas alturas. Pero es mucho más disfrutable que el Christmas In The Heart y que gran parte de la discografía oficial del bardo en los años 80.
Ya sabrás que se trata de un disco con temas popularizados por Frank Sinatra. Está claro que Dylan no tiene la voz de Frank, pero tampoco ha pretendido cantar como él. Además tampoco ha embutido estas canciones en mil y un arreglos como solía hacer generalmente “La Voz”. Su banda es la que le acompaña hace ya muchos años en directo. Ese bajo de su gran director de escenario Tony Garnier y la sutil percusión de George C. Receli. Las finas guitarras de Stu Kimball y Charlie Sexton. Sobre todos ellos destaca la muy destacada pedal steel guitar de Donny Herron. Se agradece que se haya apartado de los temas más populares y conocidos y también que haya querido hacer las cosas a su manera. Así podemos escuchar a Sinatra en el disco y también a Dylan.
Abre con la ensoñadora y romántica I’m a Fool to Want You. Suena tierno como nunca en The Night We Called It a Day’. A pesar de su áspera voz y de no pegarle demasiado con estos temas, a nadie puede no gustarle una canción como Autumn Leaves y tampoco si está hecha al estilo Dylan. Esto vale también para otros temas. Suena tierno, melancólico y romántico también en Why Try to Chance Me Now. ¿Estará enamorado otra vez?. En Full Moon and Empty Arms nos hace soñar susurrándonos sobre sueños y los ribetes de Herron a la pedal steel guitar son sublimes.
Tampoco podían faltar composiciones de maestros del Tin Pan Alley y creadores de los principales standards de mediados del pasado siglo. Así tenemos a Rodgers y Hammestein II en Some Enchanted Evening o a Irving Berlin en What’ll I Do. Para el final queda el tema que suena más “grande”. Se trata de That Lucky Old Sun, con un buen
terceto de vientos (también aparecen otros músicos de viento en dos temas más) y gran sensibilidad. ¡Para mí, es un hermoso final para un hermoso disco, aunque quede muy lejos de la relevancia, categoría y calidad de Basement Tapes Complete!
Txema Mañeru