Un consejo para no iniciados: huyan de este disco quienes busquen canciones de melodías radiantes de las que se quedan en la memoria y se pueden tararear hasta debajo del agua. Las aquí contenidas parecen más bien escritas debajo de la piel, o al menos en la trastienda de los recuerdos más agridulces de los que cualquiera solemos echar mano en los momentos más señalados. "Amar, sudar, despertar”, justamente como rezan los versos de Una historia real, el tema a medio fuelle acústico que abre un álbum abundante en grandes emociones. Oh, rompehielos se perfila como el trabajo más sólido, por multidireccional y coherente a la vez, de una carrera que sigue militando en la más absoluta independencia, un bien hoy tan preciado como minusvalorado.
Ramón Rodríguez vuelve al redil de BCore, la discográfica que vio nacer sus proyectos primigenios y sus juveniles inquietudes musicales, más orientadas a meter ruido o a experimentar sin prejuicios con los impredecibles Madee, otra banda cuyo nombre nunca deberíamos olvidar. En la renovada carrera de su alter ego en solitario, The New Raemon apunta algo que nadie se había tomado demasiado en serio: su provisional y anunciado retiro no era más que la coartada para seguir creando con más acierto que nunca. Y así nos metemos en el hígado un conglomerado amable de percusiones, marimbas, vibráfonos y teclados que arropan el grueso de unas composiciones con hechuras de alma desnuda. La que se hace voz y música en El yeti, un medio tiempo monumental (y unos versos hirientes de sinceridad como “es mejor no volver a verse”), y la que se retuerce herida entre las cuerdas de Los hechos. No son los únicos momentos relevantes de una grabación ejemplar, desde luego.
Hace falta estar muy seguro de sí mismo para terminar un disco de poco más de media hora que parece ser una crónica en clave de la resaca de una larga relación con el halo de misterio de Moneypenny, pero también para entablar las bellas contradicciones del discurso de Mientras sea un intruso (“estoy contigo y contra ti”) y permanecer incólume. Es la característica principal de esos discos calificados como sinceros, maduros y meditados, que dan en el clavo de la sinceridad. En el caso de la imponente Quimera, al hablar del desamor y sus consecuencias desde el autoanálisis que sobreviene a la tormenta sentimental; o en canciones tremendas como Reina del Amazonas, construida al galope de unas armonías mucho menos sencillas de lo que aparentan. La historia de Desencuentros continúa en las frases “suerte con eso” y “si alguna vez me cruzo con toda esa gente y me atraviesan con sus espaldas”, enormes incluso en su pretenciosidad.
El personal sobradamente cualificado que le da soporte instrumental (Salvador D’Horta o Javi Vega, bajista de Maga y Sr. Chinarro) consigue crear un ambiente folk envolvente y melancólico, mucho más amable en formas que el de su predecesor Tinieblas, por fin y con visos de que esta vez tampoco estamos ante el fin de ciclo del que habla Al margen, otra de las joyas de la nueva colección. Que a The New Raemon aún le quede camino por hacer es una gran noticia, y esta es su mejor banda sonora.
J.J. Caballero