Es innegable, o por lo menos esa es la sensación que uno tiene, que las representaciones del sonido “americano” que se están facturando últimamente en nuestras fronteras son, además de altas en número, también muy destacables, en muchas ocasiones, en cuanto a su calidad. Dentro de esa diversidad de tonalidades y maneras de ejecutarlo, el nuevo disco de Pardo de Let it Stay hay que encuadrarlo en aquellas que lo toman de una manera más genuina, clásica y sobria, pero dejando paso también a un nervio rockero evidente. Todo con un resultado de gran nivel y sorprendente.
Tras el nombre de este proyecto está Néstor Pardo, miembro en el pasado de bandas como The Loveless Cousins o los muy recomendables The Allnight Workers, al margen de haber tomado parte como músico acompañante en infinidad de grupos. Un currículum que desde luego le avala como alguien siempre situado en los alrededores de este tipo de estilos, y que si bien ha dado buena cuenta de ellos en formidables ejercicios de estilo, su paso a formato en solitario se nutre de ese bagaje para explosionar cualquier barrera y tomar prestados elementos de variados ámbitos.
Let it Stay es el segundo disco presentado bajo su nombre, y si ya en al anterior Waitin’ to the Other Side demostró su pericia para solventar con (portentosa) voz y guitarra acústica el ideario musical americano, en esta “continuación”, acompañado de Miguel Martínez al contrabajo y Adrián Seijas a la batería, intensifica su sonido y lo esparce hasta un amplio espectro de representaciones de esa clase de sonoridades.
El primer acercamiento al disco, con su inicial Send Me Back Home, ya nos enseña muchas de las cartas con las que va a jugar: el sonido acústico, ese tono de voz robusto y rasgado que tanto por estilo como por tonalidad le emparenta en ciertos aspectos con intérpretes actuales del estilo de Will Hoge, Chuck Ragan o Ben Nichols, y su mezcla de estilos tradicionales, en este caso optando por un blues-gospel-country de recio tono. Song IV comienza con una guitarra con aires clásicos que irá adentrándonos en una turbulenta composición, con entrada en acción de la banda, de íntimo pero arrebatador rock. Casi en las antípodas aparece la campestre, con aires de hillbilly, relajada y por momentos bucólica, Day By Day.
Los ritmos swing tendrán un peso específico a lo largo de toda la grabación. Su dinámico sonido aparecerá, por ejemplo, recordando a aquellas bandas que lo rescataron y popularizaron en los años 90 como Royal Crown Revue o Cherry Poppin’ Daddies, desde un formato, evidentemente, menos instrumentado pero con esa fuerza y tensión, como queda demostrado en He’s Slepping on Your Back. En Lost & Blue es el blues el que se mezcla entre ese tipo de compases y My Time Ain’t Long se muestra poseída por toques de un jazz elegante pero de esencia sombría.
Lo que podríamos llamar la parte más íntima llega de la mano de temas como Winter Walkin’ y Let it Stay, que toman el camino de una emotiva sobriedad; por medio de una épica melancolía se desarrolla Thinking About You y en Long Gone Man apuesta por intercalar momentos más pausados con explosiones eléctricas de fuerza, al estilo de unos Two Gallants. Todas ellas conforman un grupo de temas realmente impactante y con una asombrosa capacidad de golpear al espectador en su zona más sensible, aunque siempre de la mano de un sonido rotundo en el que se entrelazan el blues, el folk, el soul o el rock.
Let it Stay es uno de esos discos que puede ser desgranado y evaluado por sus partes individualmente (sobresaliente tanto voz, guitarra como acompañamiento instrumental) saliendo triunfador, como, sobre todo, en una mirada global, donde Pardo demuestra su manejo de los sonidos americanos clásicos para mostrarlos rebosantes de fuerza y con un despliegue emocional importante. Un disco sobresaliente se mire por donde se mire.
Kepa Arbizu