Hay un aspecto que resulta curioso respecto al díptico que ha publicado Justin Townes Earle, recientemente se ha editado Absent Fathers y hace poco menos de medio año salió Single Mothers. Se trata del hecho de que precisamente por medio de ambos, en los que ya desde el título aborda con nitidez el tema de las relaciones familiares, en este caso con la figura paterna, el gran Steve Earle, como protagonista principal, es cuando el joven músico ha confirmado, si es que no lo había logrado ya antes, definitivamente la consolidación de una voz y personalidad propia. Dicho de otra manera más clara, ha sido en estos momentos en los que la figura de su progenitor, como concepto, ha sido más obvia, cuando más se ha desmarcado en lo musical de él o como mínimo menos asoma su sombra.
Otro dato interesante es que aunque hemos asistido a la publicación por separado de ambos trabajos, en verdad su contenido fue grabado en una sola sesión y con, en principio, la idea de formar parte de un mismo conjunto. Dejando de lado posibles elucubraciones sobre los motivos de tal decisión, el propio autor ha reconocido encontrarse al final con dos bloques con entidad propia y diferenciada, a pesar de que precisamente su cercanía en el tiempo a la hora de ofrecerlas al público dejan a las claras el sentido unitario innegable que poseen.
Aceptando la premisa de la mencionada identidad propia de cada álbum, se pueden buscar algunas diferencias entre ellos, aunque en este caso serían más bien pequeños matices. En lo musical este Absent Fathers quizás adolezca de esa majestuosidad y de la perfecta conjunción que poseía su predecesor, aunque seguimos estando ante un trabajo de un nivel altísimo. Referente a su temática nos encontramos con que si en el anterior alternaba ese tono decaído con arranques de relativo optimismo, en esta ocasión, no hay que obviar el detalle de que la fotografía elegida para ilustrar la portada refleja su momento actual mientras que la otra era de adolescente, hay una decisión de hurgar decididamente en su pasado (incluido evidentemente el bagaje familiar) para precisamente abrir del todo las heridas, mostrarnos su esencia desamparada, y de alguna manera buscar cicatrizarlas y, en lo posible, superarlas.
Justin Townes Earle parece que donde más cómodo se siente en la actualidad es en esa íntima mezcla que ha construido a base de folk-country-soul, en la que resuena desde Van Morrison a Ron Sexsmith, y que interpreta con un tono de voz mínimamente engolado y repleto de sentimiento. En ese camino se desarrollan temas tan logrados como Farther from Me, Why e incluso la sobresaliente When the One You Love Loses Faith, donde el sonido negro toma más presencia, con ecos a Otis Redding. El ya habitual en sus composiciones papel de la "pedal steel" tomará formas geniales en Slow Monday, a medio camino entre lo campestre y las cadencias que nos sitúan en el jazz-blues de Bessie Smith, o a base de recrear lamentos para construir Least I Got the Blues.
Las guitarras eléctricas tendrán alguna aparición más prioritaria, siempre desde esa forma de interpretar algo lánguida pero encaminada en estas situaciones a un sonido más rock y por lo tanto algo más robusto, como en Call Ya Momma o en el rock and roll de Someone Will Pay. Para cerrar al disco recurrirá a la sobria y emotiva (llamativa esa forma de cantar en la que se advierten sus suspiros, gestos reflexivos, en definitiva toda una experiencia vital) Looking for a Place to Land.
Es difícil, o no tiene un sentido completo, evaluar este trabajo de manera autónoma del Single Mothers y no verlos como un único conjunto. Tanto en lo sonoro como en lo temático así se comportan, y aunque se puedan buscar matices entre ambas grabaciones, quizás está última publicada baja levemente en grandiosidad, cualquiera de las dos nos enfrentan a un músico en estado de gracia musical, donde su estilo emerge con personal grandeza para mostrárnoslo como un ser sensible y desvalido pero en continua lucha contra ello.
Kepa Arbizu