El bueno de David Lowery está que se sale. En 2013 sacó con Camper Van Bethoven el discazo La Costa Perdida con su variedad de sonidos tradicionales americanos, que tuvo un buen sucedáneo un año después con El camino Real. Ahora sin hacer demasiado ruido, rescata su otra banda Cracker tras cinco años sin sacar nada y publica su décimo LP con 18 canciones repartidas en dos discos (sólo disponible en cedé) con las que vuelve a adentrarse en el rock más clásico.
Con un título que hace referencia a dos ciudades californianas: la pequeña, costera y universitaria Berkeley y la interior, petrolífera y masificada Bakersfield. Dos mundos antagónicos y un viaje por el pasado e influencias musicales de Lowery y de su socio Johnny Hickman, a los que se añaden el rescatado bajista Dave Faragher y el batería Michael Urbano.
Pues bien, el nuevo trabajo es un disco conceptual repartido en dos partes (simbolizadas por las "cities"). Un primer disco que evoca los sonidos de la Bahía de San Francisco, esto es, las variedades que coexisten en Frisco y aledaños, formas surgidas por el poso reivindicativo de los sesenta, por los ambientes universitarios bien estantes y por las actitudes más artísticas y bohemias de aquellos lares. Como el inicial folk con aromas de Simon & Garfunkel de Torches & Pitchforks, el surfpunk (Green Day son de allí) de Beautiful, la hippie You Got Yourself Into This, la lo-fi Waited My Whole Life y mucho rock independiente de pub (Reaction, Life In The Big City,...).
Cuando ponemos el segundo disco ya sabemos que nos encontramos en la carretera, los slides guitars, mandolinas, violines, aparecen a escena como se escuchan en los mejores tugurios recónditos de la América profunda. Es la banda sonora de la baja California, mas desértica, menos desarrollada y mas obrera, la que habla de botellas y desamores y no se interesa por las políticas de izquierdas ni los paisajes urbanos.
Desde los vigorosos honky tonks (California Country Boy, The San Bernardino Boy ) a piezas alt-contry que firmarían los mejores Wilco (especialmente desgarradora Go On Down The Road), a medio tiempos bucólicos como (Almond Grove, King Of Bakersfield) y baladas arenosas (I' m Sorry Baby, When You Come Down, Where Have Those Days Gone).
Son los fabulosos matices de este ambicioso proyecto hecho por una banda que ha sabido retratar , a través de los sonidos del rock, el paisaje de un viaje de norte a sur por un estado plagado de contrastes. Americanos y californianos de raíces, Cracker nos dejan otro precioso homenaje a la tierra que les ha visto crecer tan alto.
Alejandro Guimerà