Hay carreras musicales que comienzan como una explosión pero que rápidamente se apagan dejando un rastro muy poco llamativo a la larga. Otras, sin embargo, caminan despacio, sin hacer demasiado ruido, pero a su paso dejan unos surcos con un carácter mucho más acusado y con vocación de perpetuidad. Este último es el caso de Doctor Divago, que en Noviembre del año pasado, 2014, cumplían su 25 aniversario, lo que ratifica la sensación que muchos hemos tenido sobre ellos: siempre han estado ahí, agazapados entre modas y grandes portadas, pero con la rotundidad que transmite su atractivo y personal proyecto.
Para celebrar tal onomástica, los valencianos han lanzado un recopilatorio, Especial de la casa, que hace un repaso por sus diez discos publicados y que viene acompañado con el DVD-documental Los tontos buenos tiempos. Rematado todo con la publicación del libro En tierra de nadie, escrito por el periodista musical Mariano López. Todo ello sirve como explícita, y complementaria, visión de lo que han supuesto y suponen Manolo Bertrán y compañía.
En lo concerniente a la parte escrita nos encontramos con lo que se puede asemejar más a una biografía al uso respecto a una banda. En él se relata el recorrido histórico del grupo, desde unos inicios bajo la formación compuesta por Manolo Bertrán, Javi Sabater, Asensio Ros "Wally", Agustin Sanz y "Chumi", como el análisis de sus diferentes trabajos que han visto la luz. Pero la parte más interesante, por no demasiado habitual en estos casos, es la elección de un buen puñado de letras para ser analizadas por su propio creador (Manolo Bertrán). Y es que si al principio hablaba de las particularidades de los valencianos, una de las esenciales radica en sus brillantes textos, en los que hemos podido asistir a un relativo proceso hacia posiciones menos crípticas, pero que siempre han estado dirigidas por ese tono reflexivo- intimista, plagadas de personajes peculiares, "outsiders" a su manera si se prefiere decir, regados con gotas de surrealismo y con un interés por desgranar la psique humana, no pocas veces en su faceta más “enfermiza”, algo fácilmente achacable al interés por la psicología, llegando a cursar dichos estudios, de su realizador.
El DVD-documental cede mayormente la palabra a críticos, por ahí desfilan Eduardo Guillot, Jesús Ordovás, Juan Puchades, Carlos Pérez de Ziriza, etc..., músicos, externos y aquellos que han pertenecido a lo largo de su trayectoria a la banda, y demás gente del “negocio” musical para tejer una radiografía de Doctor Divago y de la que se desprende sobre todo una idea que sobrevuela todo el metraje: la peculiaridad con la que cuentan. Para explicar dicho concepto se amontonarán una serie de argumentos. Los más consistentes y/o relevantes son aquellas que inciden en aspectos como la conjunción de unas dispares personalidades, en lo musical y personal, y que trae como consecuencia esa amalgama de estilos con las que trabajan; su determinación por desarrollar su carrera desde Valencia sin dejarse atraer por las “capitales” (Madrid y Barcelona); su apuesta por sellos independientes y no multinacionales y porqué no, algo tan, en principio, aleatorio como haber nacido en una época situada en tierra de nadie (se entiende que no era baladí el título del libro), a medio camino ente el final de la movida y el inicio del indie en España.
Todo este perfil del grupo va tener su reflejo musical, a la larga lo más interesante para asomarse al mundo de Doctor Divago, en un recopilatorio que recorre toda su producción discográfica, desde dos temas nuevos inéditos, Ligero como una pluma y Hoy, el primero más rotundo mientras que el otro juega con una ambientación más psicodélica y envolvente (aunque igual de contundente en las guitarras), hasta su primera composición, Eva, donde dejan evidencia del claro ramalazo punk y enérgico, además de ese gusto por tomar a personajes peculiares como centro de sus historias. Con esa misma energía sonora nos encontramos con temas como Frunciendo el ceño, compuesto más de quince años después. Las guitarras, un santo y seña a lo largo de su carrera, tomarán presencia en, por ejemplo, Silencio, también rotunda en su forma de ser interpretada, o Tirando a dar, una de sus su representación sobrias más aguerridas.
Pero esa incontinencia estilística de la que los valencianos siempre han hecho gala se dejará ver por medio de un repertorio eléctrico variado, que incluye desde ejercicios de, más o menos, rock and roll clásico, con esa armónica también señal identificativa de la banda, (No necesito más reproches, Lo que me desespera), a la enrevesada y psicótica, y también soberbia, Clínica del alma en Navidad o acercamientos a los sonidos negros como El paraíso (A dos pasos de mi).
No nos olvidemos de que en su propuesta las melodías tienen un papel primordial, y aunque éstas aparezcan a veces difuminadas entre tormentas sonoras, pueden hacerlo de formas algo más delicadas o limpias. En ese sentido está la sublime y pegadiza, con cierto halo enigmático, No tan bueno, la melancolía de Sonaba Julio Galcerá o las levemente psicodélicas Srta. Alfa o Con tanto amor. Aunque hay cosas inevitables, y por mucho que jueguen con el pop, tienden a revestirlo de auténticos pildorazos de energía, como el power pop de El vertiginoso atleta mortal o los aromas a 091, banda importante en su imaginario musical, en Jugando a pillar en el limbo.
Quizás hoy en día no tenga demasiado sentido ya intentar o promover las bondades de un grupo como Doctor Divago. Su propuesta lleva sobre la mesa muchos años, nada menos que 25, y todo aquel que lo ha catado sabe de su peculiaridad y magnetismo. Los valencianos son capaces de amasar variadas sensibilidades musicales bajo una presentación totalmente personal y donde las melodías y las guitarras se funden en una banda sonora perfecta para unos textos realmente especiales y casi inéditos en el rock en castellano. Un cuarto de siglo les avala, pero sobre todo (grandes) canciones, que son pasado, presente y esperemos que futuro.
Kepa Arbizu