Sala But, Madrid, 27 de Noviembre de 2014
En el estreno en Madrid de Perspectiva Caballera, los chinarros demostraron que lo suyo es un producto de acabado perfecto.
Y es que, por mucho que cambien las tendencias en el negocio musical hay una constante que siempre se mantendrá, en directo se ven las costuras que en el disco sólo se suponen.
Quedan ya muy lejos aquellos caóticos conciertos que Luque ofrecía por los 90's, y por mas que los reivindiquen los nostálgicos indies puristas, NO, no puede ser como antes.
Por suerte para todos, esto sí suena brillante.
Abrieron la noche con todo su Esplendor en la hierba, eso si, para a continuación hacerle un minúsculo y poderoso guiño al pasado en Estrenos TV. Puro terciopelo sonoro como introducción.
Todas las miradas proyectadas ya en el escenario. Algunos con sus propios ojos y otros (la gran mayoría) a través de sus celulares. La bromita recurrente del público a Luque pidiéndole que toque temas antiguos llega a ser un poquito absurda teniendo en cuenta que la segunda que cayó es una de las mejores del antiguo repertorio.
Siguiendo con el equilibrado setlist fueron interpretando las primeras de Perspectiva Caballera. El viaje astral y Famélicos famosos empezaron a rodar dando paso a una progresiva subida del directo, alternando clásicos como Del montón y Dos besugos con el nuevo material, siendo en estas últimas donde la banda parecía estar on fire.
Emocionando y transmitiendo como nunca, con ese collage de la infancia que es Ácido fórmico. La segunda y última vez que echaron la vista atrás fue para interpretar Cero en gimnasia, a la que sucedió Droguerías y farmacias. Para mi gusto, el mejor momento de la noche, incendiando el escenario con crudeza y pasión.
Qué grandes bajos los de Javi Vegas que, al igual que Jordi Gil con la guitarra, se distinguen por tocar sólo donde es necesario, embelleciendo las canciones con un menos es más.
Babieca y Los Ángeles cerraban la noche, cantando esta última con el corazón en la mano, porque ésta sí que se la cree, mientras miraba al mas allá como si el escenario fuese un tablero de Ouija. Y sí Antonio, esta vez el vaso se movió.
David Doinel
Fotografías: Isabella Cervenka