Con su propio nombre, a cara descubierta y en primer plano nos presenta Ryan Adams su ultimo álbum, el número 14.
Con una discografía excesiva, aunque en su gran mayoría excelente, si echamos la vista atrás, este grande donde los haya tiene en su catálogo mínimo cinco obras maestras indiscutibles: Heartbreaker, Gold, Love is hell, Cold Rose y Easy Tiger, que son a día de hoy clásicos a la altura de diamantes como Harvest y Blonde on blonde.
Si hay algo que le distinga de sus contemporáneos es que él, a diferencia de su generación, ha seguido su camino y no el de las multitudes, haciendo en todo momento lo que le ha dado la gana, arañando la fama para luego perderse en si mismo, consiguiendo al final que su repertorio sea totalmente atemporal.
Crudo y frontal, sin maquillaje ni artificios, arranca nuestro Romeo macarra con Gimme something good, contenida a medio tiempo que estalla en el estribillo, engrasada con un órgano hammond, bellos arreglos de cuerda y un texto que nos prepara para lo que vendrá después: "...toda mi vida me he estado moviendo, sosteniendo algo que ya no tengo, como si estuviera roto..". La melancolía de Kim se clava donde más duele. Arropada por la guitarra de Johnny Depp, los dos ex de Winona se crecen con una canción suave como la noche y brillante como la oscuridad que envuelve todo el álbum, "...me has estado jodiendo la cabeza, me has estado jodiendo el corazón..." sentencia Ryan mientras se tatúa Kim en el brazo con la punta de una llave.
Unos inquietantes coros de Mandy Moore, esposa del artista, se cuelan en el estribillo de Am I safe creando la antesala perfecta para el momento más delicado e intimo del disco, My wrecking ball, deliciosa balada con un contenido emocional inmenso, dedicada a su difunta abuela, "...ojalá pudiera llamarte, ojalá estuvieras todavía por aquí...", susurra sosteniéndose únicamente en su guitarra acústica, para rematar dejándose el alma en cada verso, "...todas las personas que solía conocer dejaron sus sueños detrás de la puerta, yo accidentalmente he tropezado hoy con ellos..."
En la parte final el álbum estalla como dinamita. El fantasma de Nebraska planea sobre I just might, otra de las grandes del repertorio. Con una guitarra nerviosa que dispara puro rock n roll mientras escupe con una melodía irresistible, "...quizás cada promesa que la gente hace esté destinada a las piedras.."
Para concluir apuntar que, aunque la oscuridad llega a ser recurrente, también hay lugar para algún destello, o tal vez solo sean luces de los pinballs con los que se retrata.
Lo dicho: directo, con pocos acordes, sin abusar de solos, pero con la suficiente rabia para emocionar con muy poco. Así afecta Ryan Adams. Para mi, disco del año.
David Doinel