Veinte años después del notable The Division Bell (1994) las diferencias entre David Gilmour y Roger Waters siguen igual de insalvables, a pesar del reencuentro en 2005 en el concierto benéfico del Live 8 . Por el camino Syd Barrett y Richard Wright han fallecido, pero los Pink Floyd siguen más vivos que nunca. A principios del mes pasado salió al mercado su nuevo disco de estudio, el que hace el número 15, de nombre The Endless River y compuesto por cuatro caras.
El doble álbum, fundamentalmente de corte instrumental, está formado por material sobrante de las sesiones de grabación del anterior The Division Bell grabado a lo largo de 1994, del que se han regrabado y pulido algunas partes y añadido otras nuevas, buscando en todo momento un sonido del nuevo siglo a través de las nuevas tecnologías.
Por ello se ha contado para la producción además del bueno de David con primeras espadas como Martin Glover “Youth” (compañero de Paul McCartney en Fireman), Phil Manzanera (ex Roxy Music) y Andy Jackson (habitual de la banda). Cabe decir que además de los dos “supervivientes” de la mítica formación (David Gilmour y Nick Mason), en el disco se respetan las partes de teclado grabadas del malogrado Richard Wright.
Para el único tema cantado del disco, Louder Than Words, la letra es de la mujer de David Gilmour, Polly Samso, -la misma que anunció el disco el junio pasado vía twitter –, en la que se homenajea al propio Wright, a quien según Mason se dedica todo el disco.
La portada, obra del joven artista (18 años) egipcio Ahmed Emad Eldin, fue adelantada hace unos meses y a modo de promoción fue colgada en distintas ciudades del mundo – Berlin, París, Milan, Los Angeles, Sydney y Nueva York- para crear la mayor de las expectaciones.
Pero vayamos a lo estrictamente musical. Antes de todo, y con lo dicho anteriormente, hay que concebir a los actuales Pink Floyd como algo distinto a Pink Floyd, pues no es que sean solo dos de sus miembros sino que no participa su cabeza pensante Roger Waters. También hay que tener presente que el disco nace de los restos de una grabación (¡hasta 20 horas había de música!) de hace 20 años, seleccionadas y reestructuradas por las distintas manos y sensibilidades que han participado. Por lo que no podemos hablar de una obra concebida como tal, sino más bien como una especie de espina clavada de David Gilmour o un modo de cerrar la etapa de PF. Dicho esto, las expectativas deberían de ser muy moderadas antes de las primeras escuchas.
Con ello, el vinilo viene cargado de sonidos ambientales, sintetizadores y teclados manufacturados, batería sin excesos, sección de viento y la ansiada guitarra de Gilmour que no luce como debiera y en ocasiones parece lejana y como absorta. De lo que no abunda son melodías, y como muchos pensarán carisma y alma del disco, aunque si estamos atentos encontramos cosas interesantes. Como el piano y el viento de Anisina, las dos partes de Allons con aparición del espíritu rockero de los PF ochenteros, el órgano de Autumn ’68, y las texturas de guitarras de Surfacing que pueden ser asfixiantes hasta la llegada de los coros. La anécdota viene con Talkin’ Hawkin', es lo que indica su nombre, una pieza lenta con la voz de Stephen Hawkin. Para el final Louder Than Words con la cada vez mas ronca voz de Gilmour maquillada por unos harmoniosos coros, y una épica que huele a un Confortably Numb descafeinado.
PD: Por el momento han descartado que haya gira de presentación. Ojalá se desdigan.
Alejando Guimerà
Alejando Guimerà