¡La polémica ha estado servida con este tercer disco de los británicos Klaxons! Es lo que tiene nacer como un hype casi del calibre de Artic Monkeys. Fueron bendecidos desde su inicio por el NME y ganaron el prestigioso Mercury Prize el año de su debut, 2007. Se les consideró abanderados del llamado Nu Rave y se hicieron con una amplia cuota de mercado para unos recién llegados.
El segundo disco bajó algo el pistón y fue su disco más rock, así que este se esperaba como agua de mayo. Sin embargo ha sido mayoritariamente recibido como una gran decepción. Han querido hacer su disco de baile total y se han remitido en exceso al synth-pop de los 80 y a la música electrónica de los 90 con paradas en el house y en el dubstep. Y con algunas resultonas canciones han logrado bastante buenos resultados aunque el conjunto peque de irregular y de algo de falta de mayor personalidad y sustancia.
En portada tenemos una pastilla de LSD con el logo del grupo y en la producción tenemos prestigiosos nombres como James Murphy (LCD Soundsystem), Erol Alkan, Gorgon City o The Chemical Brothers. Empiezan bastante bien y con luminosidad en A new reality. Le sigue un hit bailable y con estribillo pegajoso como un chicle. El single se titula There is no other time y puede recordar a los Bastille o gustar al menos a sus fans. Show me a miracle es otro buen single con pegadizo estribillo otra vez, una buena melodía vocal y unos guapos teclados con reminiscencias a OMD (Orchestral Manoeuvres In The Dark).
Otros temas son algo más oscuros. Es el caso de Children of the sun que se acerca un poco a los más turbulentos Depeche Mode o de The dreamers. Invisible forces se baila y se olvida. Sin embargo Rhythm of life es contagiosa de principio a fin y solo les falta gritar lo de ‘¡subidón, subidón! Tampoco está
nada mal el final con el tema titular que a mí me ha recordado en cierto modo a nuestros Aviador DRO más energéticos. ¡Sólo entretenido pero tampoco conviene enterrarles!
Txema Mañeru