No son las relaciones familiares tarea fácil, todos lo sabemos. Incluso tampoco lo son para esos supuestos súper hombres/mujeres con los que a veces se bautiza a los iconos musicales. Richard y Linda Thompson, con la misma aparente facilidad con la que escribieron, cada uno por separado y en conjunto, momentos de una calidad desbordante en la historia del folk-rock, fueron protagonistas de una relación bastante tortuosa que trajo consigo el nacimiento de Teddy Thompson, a la sazón primer “heredero” de esa saga musical.
Precisamente es el vástago mayor quien se empeñó, y a la larga vertebra, en dar vida a este disco de clarividente título, Family, y firmado bajo el nombre genérico de Thompson, algo que deja bien a las claras su talante genealógico. Para ello, se puso en contacto con sus padres y a partir de ahí ideó que cada uno aportara presencia al disco componiendo sus propios temas. Pero no quedó ahí la exaltación familiar, porque a la fiesta también se unieron su hermana Kami, su marido James Walbourne (juntos forman The Rails), y su sobrino, Zak Hobbs.
Si la portada del álbum ya evidencia ese talante integrador con el que nace, la utilización de los instrumentos colgados en las ramas de un árbol (fácil metáfora) orienta de manera rotunda también hacia la intención de homenajear al estilo musical al que todos los integrantes del clan pertenecen, aunque con maneras diferentes y personales de ejecutarlo pero con muchos puntos en común, que no es otro que el de las raíces del sonido norteamericano.
A pesar de todo lo expresado, y del supuesto carácter confraternal que parece reinar en este Family, no hay demasiadas canciones con menciones expresas a dicha idea, aunque sea inevitable no buscar dobles sentidos en algunas de las composiciones, a pesar de que el disco se abra con la homónima composición, en la que si se hace cierto repaso biográfico, realizada por el propio Teddy Thompson. Para ello toma el típico ritmo de vals aplicado al country y da forma a una dulce y elegante melodía, apoyada en su clara voz. Siguiendo con el lado más campestre del disco destaca Bonny Boys, la otra canción que se sumerge en la comentada temática, esta vez en una oda amorosa a los hijos, de Linda Thompson, donde despliega su habitual, y rotunda, emotividad, todo bajo un aspecto de sobriedad. Algo de lo que también anda sobrada su segunda aportación, la bella y nostálgica Perhaps We Can Sleep. Kami Thompson y James Walbourne aportan su melodiosas y empastadas voces en un folk-country delicado (I Long for Lonely).
La aparición de Richard Thompson llega de la mano de One Life at a Time, un compendio de todas las características que en la actualidad maneje el magistral músico, un medio tiempo interpretado con su portentosa forma bajo esa halo de épica, aquí contenido, y sensibilidad. Su siguiente intervención la hace con la, por momentos, tribal, más coral e intensa, That’s Enough. La parte más enfocada al rock llega de la mano de Kami Thompson y su amable, y popero en espíritu, Careful o el pegadizo rockabilly, con cierto deje a Chris Isaak, elaborado por Teddy Thompson en Right.
Bajo esta curiosa reunión familiar se encuentra un notable, por instantes sobresaliente, compendio de sonidos de raíz tradicional, al que cada uno de los integrantes aporta, de manera bastante equitativa, su visión particular. Es inevitable que allí donde aparezcan Linda y Richard Thompson eclipsen algo a sus acompañantes, por algo son parte de la mejor historia de ellos, pero en conjunto el disco no baja el nivel nunca y no deja de ser, también, un recordatorio a una saga de las más míticas y talentosas que ha dado la música popular, aquí mostrada en un entendimiento y encaje perfecto.
Kepa Arbizu