Sí, es posible seguir adelante con la misma credibilidad después de que la banda que te hizo famoso desapareciera para siempre (o eso queremos creer tras sus últimos tumbos discográficos). Y además reconforta saber que cuentas con el apoyo e ilusión de algún discípulo de tu propia sangre, que ya impulsó el reciente tramo de tu carrera y que ahora se perfila como imprescindible motor de un futuro incierto que ya es esperanzador presente.
Alfredo Piedrafita, hermano musical de El Drogas, miembro fundador de los inolvidables Barricada y padre de su productor y ahora compañero Iker, vislumbraba que la fugaz aventura de In Vitro no desembocaría en un proyecto sólido y, como rockero de base, continuó grabando temas dispersos unidos por su habitual querencia hard rock y se asoció con una voz de categoría, la de Agnes Castaño, líder de Lilith –otros alumnos aventajados de los pamplonicas- y conocida últimamente por su colaboración en las voces de la última entrega de Extremoduro. Tanto fructificó la asociación que ambos aportaron músicos e inquietudes para dar a luz a Miss Octubre, una nueva encarnación sonora que comparte actitud y formas con las anteriores.
Nada nuevo bajo el sol, aunque haya paradas destacables en el remanso de guitarras de temas como 15 o el ambiente glam del tema titular, ejemplos ambos de que la banda parece pelear por no quedarse en la superficie. Así, afilan unas inesperadas garras grunge en Prisioneros y se bañan en el lago acústico de Tú siempre ganas, ampliada con unos buenos arreglos orquestales. Alternan voces solistas e intentan equilibrar la balanza entre la vieja dureza melódica –el lado más previsible, presente en Amor sucio, Mundo enfermo y Fuego frío, tal vez el ejemplo más evidente de lo difícil que es deshacerse de las antiguas cadenas- y los tímidos vientos de modernidad –Cosas que te dije ayer se refleja en el rock menos distorsionado de Marilyn Manson; Una entre un millón incorpora unos teclados más que decentes; y en El pájaro de las plumas de cristal sorprende la voz infantil de Julia Gastón, sacada directamente del Orfeón Pamplonés para entonar una especie de nana perturbadora-, y en general se apoyan en riffs muy vistos y aún más escuchados. Lo hacen con eficacia y conocimiento de causa, obviamente, así que no les tacharemos de conformistas.
Hablando de ello, hay dos temas especialmente destacables. Uno, Rojo oscuro, por su incendiaria atmósfera, su atinada letra y las potentísimas guitarras. El otro, Puñales de papel, porque la voz rota de Agnes acaricia y fustiga con la misma entrega. Sin duda, se trata de un trabajo sincero, grabado con los amplificadores al máximo y que busca precisamente eso, ser escuchado al máximo volumen posible y sin demasiadas expectativas aparte de las habituales entre los seguidores de una propuesta de estas características. Entre la uniformidad y el conservadurismo reinantes en el género, tampoco ayuda que la figura de Kutxi Romero aporte tan poca cosa en Último acto, el tema extra que se reservan para la edición digital. El prestigio lo tienen ganado hace años, ahora habrá que constatar si les sigue contando para el futuro inmediato.
J.J. Caballero