Con dos discos repletos de éxito en el mercado y un apoyo popular que parece no conocer límites, da la sensación de que la elección por parte de Supersubmarina para dar nombre a su tercer entrega de un título como Viento de Cara no hace sino demostrar el hecho de que los de Baeza saben que actualmente están viviendo un permanente estado de gracia, algo que han sabido aprovechar a la perfección para convertirse en uno de los grandes grupos del momento en la música patria.
Un hecho realmente esperanzador y a la vez paradigmático, sobre todo cuando uno echa la vista atrás para recordarles en tiempos no muy lejanos en sus primeras visitas promocionales a la capital. Allí cualquiera que se cruzara en su camino podía ver la estampa de cuatro chavales repletos de ilusión y ganas, muchas más que tablas todo sea dicho, sinceramente agradecidos ante cualquier mínima atención por parte de la prensa, y que desde primera hora desprendían “ese encanto y no sé qué particular” que solamente tienen aquellos que se saben parte del grupo de elegidos.
Pues bien, todas aquellas expectativas juveniles que despertaban, tanto para la crítica como para la multinacional que les arropa desde primera hora, se han ido confirmando paso a paso hasta llegar a éste Viento de Cara, donde uno no puede evitar ver a una banda decididamente más madura que sigue despachando un pop-rock brillante, elegante y arrollador que, pese a un innegable espíritu crítico, invita por momentos a un optimismo vitalista y de lo más bailable, probablemente dos de los grande secretos que bien podrían explicar la gran acogida que tiene cada nuevo álbum de los jienenses entre el público estatal.
Elementos que salen a relucir desde los compases iniciales de la titular Viento de Cara, de letra poética y arrebatadora, con una dinámica realmente lograda a través de mezclar a la perfección una base potente, seis cuerdas de los más afiladas y unas ambientaciones que dan como resultado final un trallazo en toda regla, que por un lado invita a pensar que el resto del minutaje puede encerrar algo enorme pero que a la vez plantea la duda de saber si lo que vendrá más tarde estará o no a la altura de semejante apertura.
Las dudas duran relativamente pronto, justo lo que tardan en sonar Algo que sirva como Luz, más estándar en sus planteamientos pero realmente efectiva y con un punto de romanticismo dieciochesco, De Doce a Doce y Cuarto, donde un Chino que comienza con un tono casi confesional se marca la canción más sensual de todo el minutaje, relatando un encuentro entre sábanas que a buen seguro hará las delicias de las fans de la banda en sus presentaciones en vivo, y Arena y Sal, un híbrido entre las referencias que marcan bandas como Two Door Cinema Club y The Smiths, sobre todo en cortes del calado de This Charming Man.
Con Extrema Debilidad muestran una cara más ambiental e introspectiva cercana por momentos al after-punk de herencia clásica, temática que por momentos continúa con la electrónica bailable de Inestable, una composición que bien podrían haber firmado los chicos de Grises, con quienes por cierto comparten disquera.
Y después del amor y el túnel de los sentimientos en que nos encierran Supersubmarina, entienden que en la última parte de Viento de Cara llega la hora de alzar la voz y quejarse; recogiendo la herencia de las coordenadas aceleradas del punk, pero una vez más pasadas por el tamiz de las enseñanzas de bandas de Manchester como The Buzzcocks y sobre todo, de nuevo, por The Smiths, tanto por sonido como por la forma de enfocar las letras, para regalarnos actitud en cortes como Hasta que Sangren, Furia, donde muestran unos ramalazos inequívocamente andalusíes, Enemigo Yo y El Samurái, realmente sorprendente en unos toques psicodélicos que les emparentan con Stone Roses y Happy Mondays.
Esta gran colección de canciones termina con una letanía repleta de dardos titulada El Mañana, de nuevo una pieza de lo más bailable que invita a mirar al futuro con sana vitalidad, un punto de ambición e ilusión porque no señores, no todo está perdido en ésta ruina absoluta que es el mundo.
No se nos ocurre una forma más optimista y mejor de cerrar un disco que pasa la barrera del notable por parte de éste cuarteto de jóvenes aunque sobradamente preparados, que han elegido su tercer largo para reivindicar la libertad y la necesidad de tomar impulso a base de sonrisas y muchas pero que muchas ganas de comerse el mundo para superar las trabaas del día a día. Y para eso no nos cabe la menor duda de que Supersubmarina son hoy en día uno de los mejores ejemplos posibles que nuestra sociedad puede tener. Bravo, chicos.
Por: Javier González/javi@elgiradiscos.com