Sensualidad y ritmo. Son las primeras ideas que vienen a la cabeza al escuchar este álbum. Art official Age (juego de palabras tan propio del artista, que al pronunciarlas suenan como Artificial Age) es puro Prince.
La portada del disco ya nos cuenta cosas. En ella vemos al de Minneapolis con pelo afro, chaqueta dorada, cuello de cisne y gafas redondas de tres lentes, la tercera quizá responda al tercer ojo divino, ese que todo lo ve. Y nos revela que podemos acercarnos a unos ritmos setenteros con un sonido de lujo, plagado de efectos perfectamente utilizados en cada canción.
Resulta complicadísimo, al menos para mí lo es, definir en un estilo a Prince. Porque todo él es música y quién es capaz de encerrar al artista total en un solo género. En Art Official Age encontramos principalmente soul, R&B y electrofunk.
La sensualidad es especialidad de la casa, hay cantidad de canciones íntimas, muy sexys, que Prince interpreta sin perder un ápice de clase. Es el caso de This could be us o de Breakfast can wait, con títulos que invitan bastante a perderse en su música y a dejarse llevar en todo lo demás. Los falsetes, los coros femeninos, no hacen más que intensificar el erotismo de estos temas.
De lo sexy pasamos al sentimiento romántico más rasgado en Breakdown y de éste al hedonismo y al puro baile en The gold standard, tema súper funky que recuerda más que ligeramente a Kiss (you dont need to be rude, you don´t need to be wild...)
Junto a este álbum tenemos que hablar de otro, Plectrumelectrum. En este caso Prince trabaja junto a 3rdEyeGirl, el trío femenino que gira con él desde hace año y pico y que aparece en su portada. ¿Algo que ver con Art Official Age? Poco.
En Plectrumelectrum hay básicamente rock, guitarras poderosas, instrumento en el que Prince demuestra, de nuevo, ser un virtuoso. El álbum es una bofetada a todos los músicos que aparecen de la nada y a los que la industria se entrega tildándolos de genios en el minuto uno con un fin puramente comercial. Cada uno que piense en los nombres que quiera, seguramente acertará. Prince no tiene nada que ver con ellos, está por encima de todos desde hace décadas.
Wow es intensa, profunda, Boytrouble se adentra en el rap más bailable, Pretzelbodylogic es dura, con claro protagonismo de la batería, muy americana, muy rock. Percibes un sonido auténtico, lleno de energía, muy reconocible, que cobra sentido cuando descubres que todo el álbum se grabó de manera analógica, a la vieja usanza. También se intuye un entendimiento total entre el trío de artistas y Prince, libertad, confianza y generosidad del segundo hacia las primeras, cuya personalidad está presente, con éxito, en todos los temas.
Por último, hablar de Funknroll, tema que aparece en los dos álbumes, con un estilo bien diferente en cada uno de ellos. Me quedo con la versión de Plectrumelectrum, es incontestable, rotunda, y recuerda, felizmente, a Get off, una de sus mejores canciones de siempre.
Prince vive en su universo particular y de vez en cuando nos regala una pequeña muestra de él. En este caso no defrauda en absoluto, a todos sus seguidores les gustará al menos uno de los dos álbumes. Prince suda clase y estilo propio y eso siempre es de agradecer. Juega con los instrumentos, con las melodías, con las bases y con las voces, hace lo que quiere y el resultado es brillante. Consuela saber que aún existe algún que otro genio que está dispuesto a seguir dando guerra al personal; o música, que viene a ser lo mismo.
Sandra Sánchez