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Luke Winslow-King: "Everlasting Arms"

Lo primero de todo hay que hacer una breve aclaración respecto a lo que se suele entender cuando se habla de sonidos “vintage”. Una cosa es referirse a aquellos que, con mayor o menor fortuna y/o sinceridad, intentan recrear estilos clásicos respetando sus formas originales, y otra diferente, aunque a la larga relacionadas, es cuando uno se basa en ellos y los trabaja sobre unos parámetros personales y actuales. A esa segunda categoría es a la que pertenece el músico Luke Winslow-King

 Everlasting Arms es su cuarto disco, y un capítulo más de ese mundo musical que el norteamericano se ha ido forjando a su medida. La pócima para ese peculiar resultado es básicamente tomar como columna vertebral una sonoridad y ambientación cercana al jazz-swing, en su vertiente más elegante, y sobre él trabajar con otros registros como el blues, el rock , el folk, etc... hasta llevarlo a su terreno. Una capacidad que demuestra su amplio conocimiento académico y su pasión, y estudio, por los sonidos añejos.


A la hora de delimitar ese contexto en lo que respecta a su nuevo trabajo, hay que advertir que, sin que suponga un terremoto en su propuesta, ésta se muestra algo más amplia y abordando más géneros y más formas. Esa apertura se manifiesta sobre todo en cierta querencia por acercarse a los sonidos negros, y a la larga, en recrudecerse algo, logrando un resultado realmente curioso, al quedar impregnado todo de esa, ya mencionada, elegancia innata que posee. Algo también aplicable a su manera de cantar, con un tono de voz en el que se mezcla serenidad y una especie de sobria sensualidad. 

La demostración a la hora de ejecutar un jazz-swing elegante y ágil queda patente en canciones como I’m Your Levee Man, donde toma la forma de big band clásica, algo que redunda en un elemento esencial de este álbum como es la total imbricación que el intérprete ha conseguido con sus músicos. Un aspecto que se manifiesta, en esta ocasión,  bajo la representación de un ambiente más misterioso y bluesero como el que desarrolla Home Blues. Esther Rose, actual esposa del músico, además de  tocar la “tabla de lavar”, un elemento que ahonda en la tesitura de compaginar los elementos clásicos con un ambientación actual, pone su voz, ya sea en formas secundarias, como en Everlasting Arms, en la que se observa el influjo del country, o situándose como cantante principal, con un tono agudo, en la, ahora sí, totalmente campestre Wanton Way of Loving. La Bega’s Carousel supone la composición más curiosa ya que en ella se observa un claro gusto por los ritmos latinos/cubanos, aportando dulzura y dinamismo. 

 El disco va a tomar unos derroteros, poco vistos hasta el momento en su discografía, más eléctricos, contundentes y eclécticos. Mientras que Cadillac Slim se baña en los pantanos de Nueva Orleans con regusto a rock and roll primigenio, Domino Sugar sorprenderá con toda una lección de rock sureño, éste ya sí claramente electrificado. Una situación que no cambiará ni en el medio camino entre rhythm and blues y garage que es Swing That Thing, la más energética y “sucia” de todas, ni en el blues heredado de Muddy Waters o John Lee Hooker, aunque algo ralentizado, que es The Cristal Water Springs. Para cerrar el disco elige el mismo género pero esta vez en acústico y llenando sus bolsillos de los clásicos del Delta de Mississippi por medio de Traveling Myself

Escuchar un disco de Luke Winslow-King, y más todavía este Everlasting Arms dado su carácter variado, tiene algo de enciclopédico a la hora de vernos ubicados en diferentes ramas/épocas del sonido tradicional norteamericano. Pero no lo hacemos como un ejercicio de nostalgia o memorabilia, al contrario, su sonido nos coloca en el presente, en un presente que está hecho, y de forma magistral, a base de lo heredado/aprendido de las raíces y que se convierte a la larga en todo un lujo para el oyente. 

Kepa Arbizu