No es que sea un gran amante de los discos de tributo, pero cuando están bien hechos y están consagrados a un gran artista, hay algunos que merecen la pena y mucho. ¡Este es sin duda uno de ellos! Gregg Allman es uno de los más grandes de la música americana y se merecía un trabajo de estas características. Se trata de un doble compacto y que además supera las dos horas y media de duración. Algo necesario teniendo Gregg tantos clásicos con Allman Brothers Band o en solitario muy generosos en minutaje. El evento contó como director musical con un mito como Don Was que ha trabajado con todos los más grandes comenzando por los Rolling Stones. Ejerce de director y bajista de una All Star Band con una docena de músicos entre los que destacamos los teclados de Chuck Leavell (Rolling Stones), la batería de Kenny Aronoff, la armónica y la percusión de Jimmy Hall y las guitarras de Audley Freed y Jack Pearson. Tampoco faltan unas buenas coristas
femeninas que marcan algunos emocionantes momentos.
Además de esta gran banda participan más de 25 bandas y solistas con especial hueco, lógicamente, para la propia The Allman Brothers Band que despiden por todo lo alto con unas extensísimas Dreams y Whipping post. De colofón el elenco al completo se marcan un emotivo Will the circle be unbroken. Pero esto es el inicio de un disco especial porque también tenemos a Warren Haynes (Allman Brothers, Govn’t Mule), Derek Trucks, Susan Tedeschi, Devon Allman, Robert Randolph, Sam Moore (el de Sam & Dave), Keb’ Mo’, Dr. John, John Hiatt, Taj Mahal (que además es acompañado en un magistral Statesboro blues por el propio Gregg Allman), Widespread Panic, Trace Adkins, Vince Gill, Martin McBride o Eric Church. Entre Gregg Allman, Vince Gill y Zac Brown se montan un fiestón con el Midnight rider. Es una preciosidad escuchar a Gregg y Jackson Browne en unas hermosas These days, del propio Browne y ese gran clásico
que es Melissa. Además de sus mejores temas propios y con los Allman tenemos esos grandes clásicos del blues que tan bien supieron llevar a su terreno. Es el caso de You can’t lose what you ain’t never had y Trouble no more de Muddy Waters.
También un magnífico One way out de Sonny Boy Williamson y Elmore James en la profunda y magnífica voz de John Hiatt. Otra obligatoria era ese ya citado Statesboro blues de Blind Willie McTell, ese genio ciego al que brindó el mejor homenaje posible el propio Bob Dylan con su mítica e inolvidable canción. La única pega que nos embarga es que quizás esta sea la despedida definitiva, como se rumorea insistentemente, de The Allman Brothers Band. Eso sí, nadie dudamos de que mientras tenga algo de vida, Gregg Allman, seguirá vinculado a la música y creándola. También los buenos fans pueden disfrutar de la banda con recientes reediciones de lujo del Play All Night: Live
At The Beacon Theatre 1992 y del Brothers & Sisters (Universal) con un segundo y sensacional compacto en directo añadido.
No falta un magnífico libreto de 28 páginas con todos los créditos, infinidad de fotografías en color con todos los participantes y mucha presencia de Gregg. ¡Todo un gran homenaje a un músico excepcional!
Txema Mañeru