Sala Galileo Galilei
Miércoles, 21 de mayo de 2014
Apareció en el escenario algo después de las nueve y cuarto. Pero es Iván Ferreiro, se le perdona todo. Las entradas estaban agotadas horas antes de que empezase el concierto; la sala, completamente llena. E Iván, completamente entregado a una Galileo Galilei que nunca defrauda.
El músico gallego abrió la noche con Fotogramas, al piano y sin la presencia de su banda. Acto seguido, nos sorprendió a todos con dos temas nuevos: Río Alquitrán y Dioses de la distorsión, que quería probar en directo. Y ese era el mejor momento porque, como él mismo dijo, haciéndolo al principio del concierto “estaríamos atentos”. La acogida fue, en general bastante buena, ambos temas sonaban maravillosamente bien.
Durante el resto del concierto, ya acompañado por su hermano Amaro a la guitarra, Martiño Toro al bajo y Pablo Novoa a la batería, las canciones de su último disco (Val Miñor – Madrid. Historia y Cronología del Mundo, 2013) se conjugaron a la perfección con las más antiguas, tanto de su trayectoria en solitario como aquellas de su etapa al frente de Piratas. A falta de Julieta Venegas, hizo un dúo con todos los asistentes en Alien vs Predator, y estos luego se encargaron de hacerle los coros en Bambi Ramone. También, puesto a probar cosas nuevas, tocó Pájaro azul con un ritmo un tanto diferente, algo más lento; según dijo, empezaron a tocarla así en el ensayo y les gustó el resultado.
Con Pandelirios y célebre frase final “adiós, adiós, adiós”, coreada por todos, puso fin a la primera parte del concierto. Se retiró durante un momento, junto con su banda, para volver de nuevo en solitario y tocar algunas versiones. Entre ellas, Tierra de Xoel López, Insurrección de El último de la fila encadenándola con las últimas frases de Promesas que no valen nada, como acostumbra a hacer, y Diecinueve de Maga, ya con su banda. Y fue esta la que dio paso a Turnedo, en la que más de uno se dejó las cuerdas vocales, y que supuso una verdadera explosión de energía como broche final.
Las dos horas de recital supieron a poco. Iván estaba cómodo, cantó como solo él sabe hacerlo y bromeó con el público en varias ocasiones a lo largo del concierto; algo que, por otra parte, no es para nada raro en él. Pero era miércoles, no faltó quien lo recordase, y al día siguiente todos tenemos cosas que hacer. En cualquier caso, un concierto (conciertazo en este caso) entre semana nunca viene mal, ni mucho menos.
Texto y foto: María Solano Conde