La trayectoria musical de Tórtel es un claro ejemplo de fusión entre la honestidad y el talento natural puestos al servicio de la composición de grandes canciones, un hecho que el artista levantino lleva empeñado en demostrar de una manera más que rotunda en las tres primeras obras que ha grabado con su proyecto personal, dejando aparte aventuras tan interesantes como las compartidas en bandas como Ciudadano o Maderita.
Y es que a poco que uno eche un vistazo a la trilogía inicial firmada por Jorge Pérez, compuesta por el iniciático Lugar Nuevo, seguido a la perfección por la luminosidad de Entusiasmo y rematado en un colosal broche de oro por La Gran Prueba, la obra que hoy nos ocupa, se dará cuenta de lo sencillo que puede llegar a ser para algunos privilegiados la facturación de auténticas joyas de arquitectura pop de aires distraídos pero certeras en toda su extensión.
Porque en un mundo cada vez más tendente a lo artificial, grandilocuente y vacío, sigue siendo especialmente llamativo el hecho de encontrarte con un puñado de canciones con base acústica, aunque inequívocamente arropadas ambientalmente, algo novedoso en su propuesta, escritas a corazón abierto y ante las que sentir una identificación plena es relativamente sencillo, merced a un recorrido “maquiavélicamente” planificado que llevará al oyente a disfrutar sin solución de continuidad, una y otra vez, de esos aires livianos que regarán sus oídos con toques de psicodelia, bossa y ramalazos andinos de los más accesibles y acertados.
Es en ese paisaje sonoro donde brillan con fuerza gemas del calado de Canto Oscuro, con una soberana introducción que sirve como puerta de entrada a una composición que desarma por su sinceridad, algo similar podríamos decir del single de adelanto la titular y melancólica La Gran Prueba; también lo hacen las oníricas La Vieja Escuela y El Baile Extraño, pasando por las referencias sesenteras de El Rayo Mortal y los aires andinos que desprende Queríamos Más, hasta llegar a los arrebatos de pop comercial bien entendido con que se desmarca en Segundo Intento, dando forma a un trabajo con el que mucho nos tenemos que se ha dejado el listón muy alto.
Cómo decimos de soberano debemos calificar el trabajo que nos ha regalado Tórtel con La Gran Prueba, hasta el punto que sinceramente creemos que el mismo debería servirle para que su actual audiencia se viera multiplicada exponencialmente, puesto que estamos ante un disco mayúsculo que no dejará indiferente a ningún hipotético oyente y que desde ya se cuela por derecho propio entre lo mejor que nos está dejando éste 2014 en cuanto a música nacional se refiere.
Si nuestros pronósticos no fallan, su propuesta no debería tardar demasiado en colocarse en un lugar preeminente dentro de nuestro panorama, algo que por méritos propios merece. Otros muchos con bastante menos lo han conseguido y Tórtel, que ha elegido el camino largo, el de la constancia, la honestidad y las grandes canciones, debe hacerlo. Al menos desde hace tiempo está opositando firmemente para lograrlo. Ojalá lo consiga. Lo merece.
Porque en un mundo cada vez más tendente a lo artificial, grandilocuente y vacío, sigue siendo especialmente llamativo el hecho de encontrarte con un puñado de canciones con base acústica, aunque inequívocamente arropadas ambientalmente, algo novedoso en su propuesta, escritas a corazón abierto y ante las que sentir una identificación plena es relativamente sencillo, merced a un recorrido “maquiavélicamente” planificado que llevará al oyente a disfrutar sin solución de continuidad, una y otra vez, de esos aires livianos que regarán sus oídos con toques de psicodelia, bossa y ramalazos andinos de los más accesibles y acertados.
Es en ese paisaje sonoro donde brillan con fuerza gemas del calado de Canto Oscuro, con una soberana introducción que sirve como puerta de entrada a una composición que desarma por su sinceridad, algo similar podríamos decir del single de adelanto la titular y melancólica La Gran Prueba; también lo hacen las oníricas La Vieja Escuela y El Baile Extraño, pasando por las referencias sesenteras de El Rayo Mortal y los aires andinos que desprende Queríamos Más, hasta llegar a los arrebatos de pop comercial bien entendido con que se desmarca en Segundo Intento, dando forma a un trabajo con el que mucho nos tenemos que se ha dejado el listón muy alto.
Cómo decimos de soberano debemos calificar el trabajo que nos ha regalado Tórtel con La Gran Prueba, hasta el punto que sinceramente creemos que el mismo debería servirle para que su actual audiencia se viera multiplicada exponencialmente, puesto que estamos ante un disco mayúsculo que no dejará indiferente a ningún hipotético oyente y que desde ya se cuela por derecho propio entre lo mejor que nos está dejando éste 2014 en cuanto a música nacional se refiere.
Si nuestros pronósticos no fallan, su propuesta no debería tardar demasiado en colocarse en un lugar preeminente dentro de nuestro panorama, algo que por méritos propios merece. Otros muchos con bastante menos lo han conseguido y Tórtel, que ha elegido el camino largo, el de la constancia, la honestidad y las grandes canciones, debe hacerlo. Al menos desde hace tiempo está opositando firmemente para lograrlo. Ojalá lo consiga. Lo merece.
Por: Javier González/javi@elgiradiscos.com