Las canas son el cuarto miembro de Sidonie. Marc, Axel y Jesús han llegado a la madurez con la tranquilidad que da ser auténticos, no tener malos rollos entre ellos y hacer visible lo mucho que disfrutan tocando juntos. Han tenido despistados a sus fans durante muchos meses -mientras se cocía su nuevo trabajo- a través de ganchos fotográficos en su Instagram. En las fotos aparecían colegas de profesión y amigos sosteniendo una taza con el estandarte de Canadá. Esa ‘Historia abreviada de Canadá portátil’, como así se llamaban las fotos, por fin ha dado la cara en formato de disco -el séptimo- y se ha titulado: Sierra y Canadá. Este nombre representa a dos personajes – a una chica y a un chico respectivamente- que encarnan la complejidad sentimental y, de alguna manera, son la versión siglo veintiuno de Los amantes del círculo polar. Hay sentimientos escondidos, meteduras de pata, celebraciones pasionales y finales trágicos.
Repasando la evolución del grupo, se distinguen dos cambios importantes: la mudanza a otro idioma y la integración de la electrónica en sus temas. Marc, tiene claro que la evolución debe ser algo natural para no caer en la monotonía: “Me tomo el proceso creativo como una relación de pareja. Sé que nos sentiríamos mal si hiciéramos lo de siempre o peor”. Los propios Sidonie reconocen que este ha sido su disco más difícil y que no es de esos trabajos que entran a la primera escucha. Este LP ha sido tan soberano que han obviado el detalle de ensayar las canciones antes de entrar al estudio para que éstas se desarrollaran libremente durante el proceso de grabación. Tras El Fluido García, un álbum que no pasó desapercibido pero que tampoco rozó el cielo, decidieron afrontar el nuevo proceso de composición con la misma libertad que siempre pero tratando de dar un paso más allá. En Sierra y Canadá destacan canciones como Sierra y Canadá (Historia de amor asincrónica), Un día de mierda, Canadá 2 (cafeína y brevedad), La noche sin final, Olvido y Morfina e Hiroshima mi amor. Este último título, se presupone especialmente sentimental para Jesús quien no tuvo reparos en desvelar lo mucho que había llorado durante la grabación del tema.
Hubo un tiempo en que Sidonie también fue presa de esa estúpida moda de tildar de comerciales a las bandas indies que cambiaban el inglés por el castellano en sus canciones. De esa época, es su disco Fascinado (2005): su primera incursión discográfica con su segunda lengua –la primera es el catalán- como protagonista. A dicho trabajo le acompañaba un dvd en el que se conocía el día a día de la banda durante un tramo de la gira. Fue un gran momento para intimidar visualmente con el grupo que se quedaba medio en pelotas al final de sus conciertos, se ponía un gran tomate en la cabeza y tocaba el sitar en la segunda parte de sus conciertos. En ese dvd se pudo ver a un Marc molesto por la presencia de las cámaras. Daba la sensación de sentirse amenazado por paparazzis en vez de tomarse esa intrusión como un regalo para sus fans. Por eso, no titubeó en aquel momento al declarar que esa sería la última vez que mostraría su intimidad.
Pues bien, la promesa se ha roto. Y ha sido gracias al libro Un día más en la vida (66 rpm), del fotógrafo Carles Rodríguez. La compilación de imágenes resume los procesos por los que ha pasado el grupo –conciertos, vida personal, grabación…- durante el último año. Marc reconoce que antes de dar el sí al proyecto, tenían ciertas reservas: “El libro nace como iniciativa del fotógrafo, pero reconozco que teníamos miedo y pereza por tener a alguien pegado a nosotros durante 24 horas. Carles se ha pasado un año en nuestra vida, ha conocido nuestra intimidad. ¡Si hasta a mí se me ve quedarme en pelotas! El otro día estuvimos con Leiva en Madrid y hablamos de lo mismo, de la exhibición del artista. Y él me decía que le daba miedo haberse expuesto demasiado; pero bueno, si no se hubiera expuesto quizá no interpretaría de la manera en que lo hace”.
Pues bien, la promesa se ha roto. Y ha sido gracias al libro Un día más en la vida (66 rpm), del fotógrafo Carles Rodríguez. La compilación de imágenes resume los procesos por los que ha pasado el grupo –conciertos, vida personal, grabación…- durante el último año. Marc reconoce que antes de dar el sí al proyecto, tenían ciertas reservas: “El libro nace como iniciativa del fotógrafo, pero reconozco que teníamos miedo y pereza por tener a alguien pegado a nosotros durante 24 horas. Carles se ha pasado un año en nuestra vida, ha conocido nuestra intimidad. ¡Si hasta a mí se me ve quedarme en pelotas! El otro día estuvimos con Leiva en Madrid y hablamos de lo mismo, de la exhibición del artista. Y él me decía que le daba miedo haberse expuesto demasiado; pero bueno, si no se hubiera expuesto quizá no interpretaría de la manera en que lo hace”.
Se palpa fácilmente que el éxito del trío catalán reside en la espontaneidad y en el trabajo. También, en ese encanto que rezuman públicamente gracias a que se quieren y se respetan. No se explica si no que después de los conciertos –desde hace ya muchos años- salgan juntos y se escojan como cómplices indiscutibles en cruzadas nocturnas. Sidonie es el ejemplo perfecto de la frase que le dijo Keith Richards a Paul McCartney: “¿Sabes cuál es la diferencia entre tu banda y la mía? Que en mi banda solo hay un líder y en la tuya hay cuatro”. Marc, Axel y Jesús tienen muy claro sus roles pública e internamente; hecho que facilita bastante la gestión de los acontecimientos y de sus egos.
Por: Mary Purple.
Foto: Carles Rodríguez.
Foto: Carles Rodríguez.