Páginas

Carlos Zanón: “Rock & Roll”

El mundo de la música y el de la literatura, a pesar de sus evidentes puntos en común, siempre ha vivido un cierto distanciamiento o desencuentro, causado en ocasiones por algunos prejuicios difíciles de entender, que con el que paso del tiempo parece estar desapareciendo y logrando que ambas disciplinas busquen retroalimentarse en mayor cantidad y calidad. Carlos Zanón, novelista, poeta, crítico cultural, encarna a la perfección el entendimiento entre esas dos orillas, que en su caso particular están en un continuo “feedback”.
  
Recientemente el catalán ha dado una muestra flagrante de esa intención de aunar ambos mundos. Primero con su novela Yo fui Johhny Thunders y al poco, prácticamente en paralelo, editando el poemario Rock & Roll. Al margen de la evidente diferencia que ambos guardan entre sí, por el mero hecho de la disparidad de formatos, sin embargo también se pueden vislumbrar algunas coincidencias. Además de la elección de dotar a su banda sonara de una importancia capital, no sería difícil intercambiar algunos de los personajes que aparecen entre las páginas de ambas obras. 

Resulta curioso, y es un logro en el debe del autor, que un trabajo de tan reducido tamaño consiga construir una mirada tan particular, recia y compacta sobre la vida. El libro apuesta por observar pasado y presente y hacerlo de una manera totalmente desprejuiciada, sin ningún tipo de condescendencia. Claro que hay entre las páginas nostalgia, pero sin melancolías baratas ni lágrimas fatuas, sino forjada para mostrar las carencias del “bello pasado”, necesario en su momento para crecer, pero lleno de falsas promesas. Esas mismas que se han hecho parte sustancial del presente. 

Para este camino que Carlos Zanón nos propone por las ilusiones perdidas y la aceptación de la inexistencia, o como mínimo de su escasa existencia, de los grandes sueños, el estilo elegido es uno realista, realizado sobre la base de esa sobriedad de lo cotidiano, centrado en muchas ocasiones en las relaciones de pareja, típica en Carver, pero aliñada con gotas del sentimiento más crudo y callejero de Bukowski o Hubert Selby Jr. y esa mirada cínica de Roger Wolfe

El primer poema es rotundo (Elvis Left the Building), se trata de matar al padre, y asistimos precisamente a la muerte de Elvis Presley, el Rey del Rock and Roll e icono principal de éste. Su pérdida es el fin del mito, no del personal, que también, sino del halo de salvación que pueda ser adjudicado a las canciones. Se trata sólo del primero de los músicos, grupos y referencias varias que van a poblar este libro. Ya sea Buddy Holly, Elliot Smith, Miles Davis o Bee Gees, por citar algunos, serán parte de esta banda sonora de ilusiones rotas. 

La nostalgia, o casi mejor decir el recuerdo del pasado, queda patente en 1979, personificada en la figura de la madre, o en One, Two, Three, Fouaw!. Retratos de ese viejo sueño, ese “pecado original” retratado en Rusty James, que ya nacía abortado y que se manifiesta en el presente, realizados por medio de versos como “los trozos de cariño y pasión / que, como jirones de un sudario, / he ido dejando en camas y picaportes”; en El fantasma en ti o en diferentes sentencias (“mi reino es una caja de cartón vacía”). Una mirada que supera lo íntimo y personal para manifestarse en lo universal, en lo global, representado en los paisajes sociales desoladores que transpiran poemas como Llueve y Benny Carter o en la nada complaciente Dulcísima tristeza en día de huelga (“donde los ricos absuelven a los ricos / y los pobres condenan a los suyos”). 

Con Rock & Roll Carlos Zanón toma el arriesgado cometido de, con el crudo realismo como arma principal, desentrañar esos viejos sueños ahora ya grises por medio de un viaje que conecta presente con pasado. Y es que muchas veces para entender mínimamente lo que es la vida, y lo que puede esperarse de ella, es necesario verter sal sobre las heridas sin compasión. Una tarea que el catalán ha hecho con sinceridad, talento y también belleza.  

Kepa Arbizu