Antes de iniciar la escucha del nuevo disco de Novedades Carminha era relativamente fácil catalogar el tipo de sonido que habían realizado hasta la fecha. Lo suyo era el punk desvergonzado e irreverente, aunque es verdad también que con el paso de los trabajos su propuesta ha ido paulatinamente inyectándose de otras referencias que daban al resultado final un sabor condimentado de más matices. Una vez visto lo que esconde este Juventud Infinita llega el momento de replantearse las definiciones utilizadas hasta ahora para nombrar la propuesta sonora de estos gallegos.
El hecho de evolucionar, o simplemente dar más protagonismo a otros elementos hasta ese momento mucho más soterrados, es algo que intrínsicamente no lleva aparejado una valoración cualitativa, ya sea buena o mala. Y es que sería igual de injusto bendecir un cambio por el simple hecho de hacerse, como renegar de todo aquello que a primera vista parezca menos evidente en el ADN de una banda. Desde luego si a alguna banda en la órbita punk se le puede achacar precisamente un cierto inmovilismo y estar anclados en estructuras poco flexibles, no es a ésta.
Juventud Infinita nos presenta en el fondo a los mismos alocados que hemos visto en sus dos pasadas grabaciones, pero en esta ocasión nos encontramos con unas formas, en lo musical, menos sucias y desgarradas. Así nos vamos a topar con la entrada rotunda de influencias relacionadas con el garage, siempre patentes pero ahora determinantes, e incluso con ritmos “poperos”. Una deriva en la que también hay que buscar como “culpables” al trabajo que han hecho el multifacético Ángel Kaplan en las labores de producción y Noel Summerville (Black Lips, The White Stripes, The Ettes...) en las de masterización.
Dentro del, relativo, viraje que supone este nuevo trabajo todavía va a haber espacio, aunque será el menos, para esos arranques punk, representados en la onda ochentera, que tendrán su representación en la desvergonzada Juventud Infinita, trabajada por medio de una base rítmica repetitiva y machacona, o ya desde unas formas más modernas, al estilo de sus compatriotas Triángulo de Amor Bizarro, en Devórame Otra Vez o sobre todo en Tú Antes Molabas, en la que quizás haya que ver una mirada autoparódica sobre su situación actual en versos como (“Desde que eres indie / te noto apagada / Tú antes molabas).
Una buena parte del sonido que sustenta este disco está basado en el garage, pero en una versión nada cruda, al estilo de lo que pueden hacer en la actualidad The Black Lips, y en la que tendrá sus repuntes más guitarreros en esos cantos costumbristas marca de la casa, ya sea sobre antihéroes (Vaquilla) o con una visión terruña Non Quito o Chándal. De lo local pasarán a lo internacional sin inmutarse por medio de la versión del Et Moi, Et Moi, Et Moi de Jacques Dutronc.
La efervescencia de la melodía llegará con canciones con connotaciones eminentemente pop, ya sea tintada de purpurina como en la pegadiza Quiero Verte Bailar o con un tono levemente más psicodélico en Antigua Pero Moderna, otra aldabonazo al postureo y a la modernidad mal entendida. No acaban ahí los devaneos rítmicos, porque en Fiesta Tropical incluso dejarán constancia de su lado más soleado y playero.
El resultado final de Juventud Infinita crea una sensación contradictoria. Por una parte es fácil añorar esa garra y suciedad que desprendía la música del grupo, pero también es verdad que en este nuevo trabajo nos encontramos con una banda que da un tono más variado y sobre todo melódico a su sonido que le sienta realmente bien y al que sacan mucho partido. Supongo que no se puede tener todo, así que toca disfrutar con la, de momento, nueva cara de los gallegos.
Kepa Arbizu