Soledad Vélez dio vida el pasado año 2013 a uno de los discos más especiales realizados en España. Run With Wolves seguía la estela de su predecesor pero también añadía algunos elementos, puestos al servicio de un sonido general más oscuro, que le hacían poseedor de una singularidad muy especial. Era cuestión de tiempo que nos pusiéramos en contacto con la chilena afincada en Valencia para desgranar lo que esconde un trabajo tan intenso en lo musical como en lo emocional.
Lo primero de todo una pregunta-elogio. Tu disco “Run With Wolves” ha
sido magníficamente acogido por prensa y público, muchas
publicaciones, incluida la nuestra, lo ha considerado uno de los
trabajos del pasado año. ¿Te ha llegado esa percepción y hasta qué
punto supone una responsabilidad o te causa cierto vértigo ese status
conseguido?
Soledad: Me ha llegado esa percepción, ha tenido repercusión en prensa nacional como en otros países. Me satisface y a la vez me produce mucha
alegría que sea así. Nunca ha supuesto para mí una responsabilidad,
tampoco ningún sentimiento de vértigo llegar a un status X. Hay
muchísimo trabajo detrás, muchas giras, y además continúo trabajando
en nuevas canciones, en mejorar cada vez más los directos. Creo que
dedicarme a la música es a lo que menos miedo tengo, y cuando las
cosas van así de bien, como ahora, es al revés, siento que he de seguir
trabajando. Como las hormigas. Hay que tener siempre los pies en la
tierra y estar agradecido del público.
Estamos ante un disco que opta por un sonido más oscuro que
responde, como ya has comentado, a una situación personal difícil que
atravesabas. ¿Tenías ya previsto dar ese enfoque o surge como la
manera idónea para expresar esa época que pasabas?
Soledad: Es una combinación de ambas. Muchas veces la música más que mis
letras, que son terriblemente abstractas, cuentan mucho mejor cómo me
llego a sentir con cada canción. Y Run With Wolves era el
espacio-tiempo idóneo para hacer material algo que me perseguía y
atormentaba. Fue para mí una especie de necesidad de enfocar así este
disco, porque me ha servido mucho como experiencia resolutiva. He
puesto en orden muchas cosas, y el sonido más oscuro que comentas..,
es algo que siempre me atraerá, esta sensación de repetición,
evocación, hipnotización, cantar y perderte, me encanta.
El hecho de utilizar la música como una especie de terapia para
exorcizar los demonios que guarda uno, ¿termina por convertirse en un
procesos que ayuda a superar esos baches o todavía empuja más a
recrearse en ellos para convertirlos en canciones?
Soledad: Cuando estás en proceso de crear las canciones, empujas y sufres.
Cuando has acabado y te escuchas a ti mismo es como rezar. No puedes
imaginarte las veces que me han preguntado si me canso de tocar tantas
veces las canciones, pero es que.. se convierten en mantras,
comprendes cosas que antes no habías visto siquiera.
En temas como “Milky Way” o “Silver Wolf” tomas la decisión de
meter sintetizadores. ¿Era una idea que ya estaba en el origen de esos
temas o ha llegado según los desarrollabas?
Soledad: Cuando compuse esas canciones estaba yo sola con el “sinte”. Estaban
desde el origen, aquel sonido hacía temer a la gente que estaba a mi
alrededor, porque no confiaban en que fuera a salir bien. Son mis
canciones favoritas del disco. Seguiré componiendo a “sinte pelao”, para
luego arreglar instrumentalmente a su alrededor.
En un contexto, digamos, doloroso o angustiado como es en el que se
mueve el disco, ¿sentías la necesidad, por medio de una canción como “South Mountain”, de reivindicar tus orígenes, de defender tu
identidad?
Soledad: Volvía de girar por México y Chile, de sobrevolar Latinoamérica. Te
haces muchas preguntas.. Yo soy de allí. Con el tiempo y las giras la
gente confundía mi origen con países en los que nunca he estado, y
que musicalmente tampoco se me podía relacionar. A la vuelta decidí que
era importante para mí a nivel personal como para mi trabajo dejar
huella de identidad. Hacer una canción donde reivindicar mi origen
real. Y así fue como con South Mountain, que es Montaña del Sur, donde describo la Cordillera de los Andes, cuento de dónde soy, de
dónde vengo con todo el aire de mis pulmones.
En “How to Disappear” haces un llamamiento a que las mujeres
defiendan su espacio, sean ellas mismas. En el contexto del mundo del
rock, ¿es también un lugar en el que sigue siendo difícil ser mujer?
Soledad: Cada vez menos, y eso lo he notado con estos dos últimos años en los que he estado girando y visitando distintas ciudades. Me sucedía a
menudo que nadie me preguntara nada, ni me pidiera indicaciones, se lo
pedían a mis músicos que son hombres. También se daba por hecho que yo
no intervenía a nivel de producción en mis discos, o que ni siquiera
escribía yo misma mis propias canciones, WTF!
Llama la atención que la canción que cierra el disco, “Good Morning
Darling”, de alguna manera conecte estilísticamente con el anterior
disco, más folk clásico. Entiendo que es algo premeditado, pero ¿se
trata de un juego o de alguna manera significa una superación del
estado de ánimo que representa el disco?
Soledad: Volvemos a coincidir en que es ambas. A pesar de las primeras
canciones que abren el disco, quise conectarlo con el
anterior. Una de esas canciones es Good Morning Darling, y es que
cuando salí de ese bache emocional, por decirlo de alguna forma, hubo
una mujer que me ayudó y me cuidó, cuando no tenía a nadie. Esa
canción se la hice a ella. Todas las mañanas me despertaba con un
"Buenos días Cariño", es como una madre para mí. Fue el sello perfecto
para el disco, además de ser la única canción que se grabó en directo.
Uno de los aspectos identificativos de tu música es la forma que
tienes de cantar, ¿surge de una manera natural o hay una dedicación
grande detrás como si de un instrumento más se tratara?
Soledad: Siempre he visto la voz como un instrumento más, pero también es
cierto que intento mantenerla salvaje, no adiestrada ni domesticada.
Cumplo los aspectos básicos para no dañarme la garganta, no gritar, no
desafinar, etc.. Y en eso sí que hay dedicación. Estuve cantando
además por un buen tiempo en un cuarteto de Jazz, donde aprendí mucho.
Aún así, para interpretar mis canciones, simplemente cojo todo el aire
que hay a mi alrededor y lo tiro como puedo.
J. de Santos tiene un papel muy importante en tus discos, tanto en
su faceta de músico como en la de productor. ¿Hasta qué punto tiene
influencia en el sonido de Soledad Vélez?
Soledad: Como en la de co-productor querrás decir. No existe ninguna
influencia. Es cierto que es un gran acompañante, un gran músico. Lo
que sucede es que sabe interpretar a la perfección mis indicaciones en
cuanto a cómo quiero que suene cada canción. He aprendido mucho con
él, y cada día aprendo cosas nuevas. Pero mi música es algo demasiado
personal, no recibe influencias de nadie cercano. Es muy difícil
encontrar músicos que estén dispuestos a hacer y deshacer según tú
digas. Pero quizás tiene mucho que ver a que confían en ti, en tu
música, y hacia dónde quieras llevar tu proyecto.
En tu música suele haber referencias a la idea de la naturaleza, de
lo salvaje, ¿se trata de simples imágenes embellecedoras o son una
representación de tu personalidad?
Soledad: Yo he vivido en sitios casi intactos de la naturaleza, distintos entre
ellos, en cuanto a distancia, clima y fauna. Es un espacio que
necesito para ser feliz. Inconscientemente los evoco en mis canciones
como una forma de sentirme nuevamente parte de el. Por lo que ambas,
son parte de mí y los evoco como imágenes.
Desde fuera da la sensación de que la escena musical valenciana vive
un gran momento, tanto en calidad como en variedad. ¿Desde dentro lo
vives de la misma manera?
Soledad: Por supuesto, soy fan de muchas bandas valencianas, voy a los
conciertos, pago mi entrada, y pierdo muchas veces los estribos de
tanto que disfruto en los conciertos. Es importante que el público
apoye a la bandas locales, yendo a los conciertos. Me voy al SXSW,
Austin, en pocos días, y estará allí Betunizer también, de Valencia.
Cada vez que me voy fuera de la ciudad a girar, la peña me comenta la
menuda escena valenciana que tenemos, es así. Casi no tengo hueco en
la agenda de todos los conciertos que hay en la ciudad. El próximo
será el de Siesta!+ Podenco, en la nueva sala que se abre en Valencia
Jerusalem Club, así da gusto.
Por: Kepa Arbizu