A todas las generaciones o movimientos musicales (artísticos en general) se les suele asignar un hecho u obra fundacional. Otra cosa es la verosimilitud que ésta tenga y si verdaderamente, si es que es posible llegar a serlo con rotundidad, posee ese papel o es sólo un artificio a modo de relato histórico. Al disco debut, “No Depression”, de Uncle Tupelo se le suele acuñar el calificativo de precursor de ese ente extraño y multiforme que se suele denominar como alt-country o americana.
Sea como fuere, la reedición (completada con los habituales extras de “demos” y directos) de dicho trabajo, originalmente publicado en 1990, es un excelente momento para recordar su altísimo nivel y a la larga el talento de una banda en la que compartían liderazgo dos nombres que han llegado a ser realmente relevantes en el rock actual como son Jay Farrar, más tarde en Son Volt y posteriormente en solitario, y sobre todo, Jeff Tweedy, cabeza visible de los populares Wilco.
Quizás por lo dicho hasta ahora, para aquellos que se acercan por primera a este álbum, puede dar una sensación equívoca, en cierto modo propiciada por la deriva que ha llevado la recreación actual de este tipo de sonidos, de que estamos ante unas composiciones reposadas o lánguidas; todo lo contrario, estamos ante canciones, en buena medida, con una energía desbordante, repleta de guitarras contundentes y eso sí, siempre bajo el aroma de la tradición norteamericana, la que llegará a tomar formas muy patentes en ocasiones. Incluso en la temática utilizada habrá un claro intento por reflejar la vida del americano medio, ya sea a nivel social como personal.
Una propuesta que también contó con la participación en la producción del tándem Sean Slade y Paul Q. Kolderie, que venían de haber trabajado con Dinosaur Jr. Todo ello marca el camino para que sea posible dar forma, en el plano más visceral y eléctrico, a temas como la inicial “Graveyard Shift”, donde la distorsión y la voz rasgada de Farrar ya marca parte del camino; “Factory Belt”, incisivo retrato de las condiciones laborales; “So Called Friend”; los vertiginosos cambios de ritmo, con repuntes punks, de “Train”, con su gris mirada sobre el reclutamiento para la guerra, o intensos y emocionantes medios tiempos como “Whiskey Bottle” . A lo largo de todas ellas, con el sonido americano tradicional de fondo y siempre presente en mayor o menor medida, entrarán en juego influencias de bandas como The Replacementes, Hüsker Dü o Jason & the Scorchers.
Aunque todavía en “That Year” siguen muy presentes las guitarras eléctricas, su ritmo bebe claramente ya del country y/o bluegrass, y de hecho, “No Depression” puede ser vista como su antagónica en cuanto a instrumentación se refiere, en esta ocasión con un formato acústico, y como resultado, más clásico. Siguiendo esta misma línea aparecen la cruda “Life Worth Livin’” o ”Screen Door”, elegantemente adornada con sonidos de cuerdas.
Quizás lo menos importante, aunque paradójicamente sea lo más trascendental a la hora de escribir la “historia”, es descifrar el papel que juega este disco dentro del rock americano de estas últimas décadas, lo verdaderamente reseñable es la deslumbrante calidad y capacidad que esconde entre sus canciones para, partiendo de la música de raíces, pasearla por terrenos guitarreros y crudos sin perder su esencia.
Kepa Arbizu