Hace unas semanas que se publicó “Ocho Variaciones sobre el Futuro”, el tercer trabajo de Jean Paul, el proyecto tras el que se esconde la figura de nuestro admirado Raúl Bernal, un disco que llega después de que años atrás vieran la luz otras dos obras mayúsculas como “Breve Historia Univeral” y “Manqué”, con los que logró convertirnos en fans irredentos de su música.
Como decimos, Jean Paul, vuelve ahora a la carga con “Ocho Variaciones sobre el Futuro”, un álbum que supone un paso más dentro de la andadura de éste artesano de grandes canciones, que con mano firme ha logrado mantener a flote una carrera en los que el compromiso y el riesgo siempre han estado presentes, que ahora nos entrega su trabajo más maduro e interesante.
Un disco que estará presentando el próximo viernes en nuestra ciudad, Madrid, concretamente en el Café Molar (C/ De la Ruda, 18) y para el que, como anticipo, hemos mantenido una intensa conversación con uno de los mejores músicos que actualmente circulan por nuestro panorama.
“Ocho Variaciones sobre el Futuro” es el tercer capítulo de tu aventura musical como solista, después de que años atrás vieran la luz dos obras tan rotundas como son “Breve Historia Universal” y “Manqué”. ¿Cómo te sientes al ver que poco a poco vas creando tu propia senda de una manera tan acertada y personal?
Raúl: Estoy muy orgulloso de mis tres álbumes, creo que hemos sido coherentes, leales y sinceros con el discurso y la idea que hizo que esto fuera alguna vez algo. Soy consciente que para hacer un camino debes saber perfectamente a dónde quieres llegar y de qué manera quieres hacerlo, eso obviamente debe ser personal, de cualquier otra manera será otro camino transitado, sin importancia y aburrido. Esa es mi cruzada.
Tenemos la impresión de que éste trabajo representa el más perfeccionista y brillante de toda tu discografía. ¿Compartes esa misma percepción?
Raúl: Te lo agradezco. Ten por seguro que jamás editaré un disco en el que no crea totalmente, en el que dude o del que no me emocione nada. Todos mis discos son perfeccionistas, no me gusta no saber qué quiero, no saber la identidad de mis canciones, ya desde la hora de componer necesito esa fe en la canción, mostrarme en la canción y servirme de ella para escaparme un poco de mí o para meterme aún más dentro. No tengo ninguna duda de que “Ocho variaciones…” es el disco más bonito que Jean Paul ha hecho, al menos el más maduro, como disco lo acojo como el mejor, pero le tengo a muchas canciones anteriores un cariño fraternal y un respeto bastante importante.
De ser así, y como artista que eres. ¿Cuáles crees que han sido las circunstancias que han hecho posible que hayas firmado tu mejor obra hasta la fecha?
Raúl: Supongo que los factores son la madurez, la compositiva y la vital, la claridad de tus pensamientos, el camino y el recorrido, y sobretodo el compromiso hacia la canción y hacia el oficio. Ha sido un disco diferente a los anteriores, la producción la tuve muy clara desde el principio, iba a darle toda la importancia a los textos y dejar la máxima claridad posible. Hubo un momento en el que pensé que mis canciones estaban nubladas por instrumentaciones, que no es que no fueran buenas, sino que tal vez, distraían la atención, siempre hemos trabajado como una banda pero en este álbum quise cambiar el concepto y no trabajar de la misma manera que antes, es decir, desde la visión de una banda de rock and roll, incité a toda la banda a despojarse de sus roles y vivir en la canción, olvidarse que eran guitarristas o bajista o percusionistas… no dar nada por hecho. Quería que el instrumento que vertebrara el álbum fuera la guitarra clásica y la dureza que hiciera que eso no se rompiera serían las letras, nada más debe romper esa comunión, esa es la pureza para mí de estas canciones, la misma que está en Brassens o Cohen, sin llegarle ni a la suela de sus zapatos, véase. Tal fue así que si rememoras esas canciones descubrirás que los arreglos son simples, que hay poca electricidad, que hay mucha madera, mucha pureza y muy poco artificio, prácticamente nada, pero no es un disco austero, al menos para mí no lo es. Es puro y limpio. La evolución ha sido esa, partir de la complejidad de hacer algo simple y no morir en el intento.
“Ocho Variaciones sobre el Futuro” es un disco en el que lo que destacan son las canciones, repletas de emotividad y con un claro afán de trascendencia, algo que en la música actual tiende a olvidarse en virtud de una instantaneidad en muchos casos vacía de contenido. ¿Hasta qué punto es complicado facturar “canciones” que aúnen la riqueza musical y la belleza literaria?
Raúl: En la música y en casi todo lo actual ahora mismo hay poco contenido y mucha paja. En mi familia me educaron para respetar a todo el mundo pero también me dijeron que no tenía porqué estar con ellos si no me sentía parte de ellos. Componer canciones es lo que hago, mi vida se mueve en torno a ello y si no lo respeto y no lo cuido, ¡qué será de mí!, es lo único que dejaré después del óbito. Es complicado, claro que es complicado, hacer algo que consideras digno de ir de oído en oído para mí no es ninguna tontería, necesito que mis canciones me hieran, necesito que me emocionen, que no dejen de ser canciones, envolverlas en música que sea música y que transciendan más allá del puro entretenimiento. Eso es difícil, joder si es difícil. Pero es mágico, ¿sabes? Cuando lo consigues es mágico. El que me haya seguido sabe que cuido mucho mis textos e intento pulirlos, a veces lo consigo, otras estoy cerca y otras abandono. Necesito que mis canciones sean también literatura, esa es la lucha.
Sin embargo, escuchando tus nuevas composiciones uno no puede evitar rastrear una relativa inmediatez que no era tan visible en “Manqué” ni tan radical en “Breve Historia Universal”. ¿Estás de acuerdo con nuestra afirmación? ¿A qué se debe este ligero cambio?
Raúl: Ese es un comentario que he escuchado bastante, me sorprende y en cierto punto me agrada. La verdad es que no fue nada premeditado, al menos con ese fin. Sí es cierto que me propuse hacer canciones más cortas, consecuencia de consecuencias. Me propuse allanar el lenguaje, librarlo de barroquismo y ser directo sin dejar de lado la carga poética que siempre adivino en mis canciones. Eso, la estructura “quasi” clásica, la ausencia de cierta nocturnidad que poblaba mis anteriores discos, y supongo y espero que las buenas canciones han hecho que este disco sea o parezca ser más inmediato, pero también puede ser un arma de doble filo. “Breve historia Universal” fue el disco de una banda que tenía muchas ganas de irrumpir en el panorama y de un escritor de canciones que tenía más ganas aún y todo fue, visto con tiempo de por medio, demasiado grandilocuente. Estoy orgulloso de ese disco y de muchas de esas canciones que han envejecido bien. “Manqué” fue un disco de un grupo medio roto y con los ánimos por los suelos, una expiación, una purga pero un gran disco con algunas de las mejores canciones que he hecho. “Ocho variaciones sobre el futuro” es el disco que he querido desde que empecé a hacer canciones, un disco de una banda madura y de un escritor de canciones con las ideas más claras que nunca.
¿Qué literatos suelen servirte de influencia a la hora de elaborar tus textos?
Raúl: No tengo unos referentes cerrados, digamos. Todo lo que leo me sirve en cierta medida de inspiración, al igual que el cine o la música. Es cierto que siento un gran amor por la literatura y ese peso siempre va a estar ahí. San Juan de la Cruz, Cioran, Rilke, Kerouac, Bukowsky, Pessoa, Kafka… siempre estarán dando tumbos por mis canciones. El cine de Truffaut, Godard, Fellini, Resnais. He escuchado mucho a Brassens, Moustaki, Donovan, Drake, mi adorado Cohen, he leído mucho, he escuchado mucho, he visto mucho, esa es mi vida tanto si hiciera canciones como si no, no podría vivir sin “ellos”, ya son parte de mi familia y me ayudan en las noches de insomnio y falta de inspiración.
Decimos esto porque en tus letras siempre se desprende una relativa preocupación existencial. ¿Por qué te decantas por ese tipo de textos?
Raúl: Para mí hacer canciones es un acto de rebeldía y compromiso. En mis años de estudiante de piano clásico en el conservatorio tuve un profesor que me dio el mejor consejo que se le puede dar a un músico: “El artista debe estar comprometido con su obra y con su tiempo”. Ser optimista en estos tiempos es tan ineficaz como una bala de espuma. Están las armas y están las canciones, “This Machine kills Fascists”, ¿recuerdas?, o la frase que vive estampada en el banjo de mi compañero de banda Marcos Muñiz “This Machine kills Neocons”. El compromiso con la obra, aparte de la belleza, es encontrar al autor y su compromiso en ella, es tu escaparate al mundo. La segunda escuela de Viena no surgió de la nada, surgió del horror de la Segunda Guerra Mundial, ante la impotencia de crear belleza después de la aniquilación y el desastre. Ahora estamos ante el principio del fin, podemos seguir cantándole al amor o a la revolución. No me malentendáis. Yo siento una obligación hacia la canción, hacia mi tiempo y hacia mi forma de ver el mundo y no hay que estar muy ciego para ver lo que está pasando. Que mi disco gire en torno a la idea del futuro, que todas las canciones partan de diferentes afirmaciones o preguntas sobre las diferentes formas de futuro no es una casualidad. Es una constante. La incertidumbre hacia el futuro inunda la mayoría de mis pensamientos en gran medida, al igual que lo hace el amor, la derrota y las dudas. Debo escribir sobre eso. Hay quien empuña armas y quien hace canciones. Yo, de momento, estoy en lo segundo. Pero no estoy sonriendo ni quiero haceros bailar.
Analizando tu trayectoria hasta la fecha observamos que de la misma se desprende un innegable aroma francés. ¿De dónde surge la atracción por la música de aquel país?
Raúl: Todo empezó con Rimbaud, Verlaine y Baudelaire, leí sus libros cuando era adolescente y me cambiaron. Los simbolistas y decadentistas. Luego apareció Sartre. De ahí empecé a interesarme por la Chanson, Edith Piaf, Aznavour, Brel, Montand y Gainsbourg, mucho Gainsbourg. Tenía 16 o 17 años cuando escuchaba esos discos y leía a Baudelaire y Sartre, ahí también aparecieron los Beats y mi cabeza explosionó, descubrí la rueda y ví la luz. Leyéndolos entendí que la derrota no era sino una arma cargada de futuro, que también se podía celebrar, que no todo estaba hecho para los ganadores. Viendo cantar a Piaf o Aznavour entendí el punk que luego descubriría, para mí eso es punk, esa actitud. El brindar por el fracaso y sonreír en medio del desastre. Quizá no es tanto la música en concreto lo que me atrae, sino la idea filosófica, que creo, se trasluce en esa actitud ante el desastre.
Sabemos que tu carrera está más que alejada de los ritmos que impone la industria y de las servidumbres y pleitesías que esta conlleva. ¿Te sientes un superviviente? ¿Un rara avis? ¿Quizás un artesano de canciones?
Raúl: Me siento un trabajador honrado en mi oficio. Mis canciones están fuera de ese círculo vicioso que impone la industria, me da bastante pereza toda esa historia, la verdad.
¿Cómo de complicado es seguir haciendo música defendiendo una carrera tan honesta y a la vez tan alejada de la parte sucia de éste mundillo?
Raúl: Si quieres que tu carrera sea honesta intenta que tus socios no sean unos hijos de puta, es así de fácil. Hay que saber quienes son los malos y quienes los buenos y saber con quién te alías. Yo he decidido transitar por un camino que me hace daño por un lado y bien por otro, como tú bien dices intento que mi carrera sea honesta. No generalizo pensando que el éxito sólo se obtiene pasando por el camino que los malos te marcan. Personalmente considero que ya no se duda de ese camino sino que se acepta y punto, no se lucha. Opté, antes de la grabación de este álbum, por no volver a pagar por realizar mi trabajo cuando el entorno no se merece tal cantidad de dinero y no hay profesionales que realicen ese trabajo y eso, que conste, no es lo mismo que invertir, opté por no volver a tocar si no es en unas condiciones dignas, en fin, no dar dinero a quién no le interesa esto absolutamente nada. Hago canciones, esas canciones no compran fama, compran dignidad y luchan por ser dignas. Para mí, en este momento, sólo existe la canción y el que la escucha, nada más. Cada vez me apetece menos salir a tocar, quiero centrarme en hacer discos y ya está. Tocar un poco y seguir grabando. Mi carrera es mi obra.
¿No crees que es algo paradigmático el hecho de tener el respeto unánime de la crítica y sin embargo ser un artista de minorías?
Raúl: Bueno, también me han puesto verde, no te creas, un par de veces. Me siento orgulloso de ser respetado, ser de minorías no es algo que me importe, tengo la gran satisfacción de saber que la gente que compra mis discos son gente con una gran cultura musical y un gusto exquisito. Claro que me gustaría que mi música llegara a más gente y que esa gente la apreciara, ir a tocar a cualquier ciudad y meter gente, claro que me gustaría. Pero soy consciente de mi música y lo que busco con ella, así soy feliz, de otra manera, forzando la máquina estaría ya retirado, posiblemente. Este disco ha tenido muy buena acogida en los medios y en algunos de los periodistas que más respeto. Eso es una victoria. No estoy en boca de todos pero tampoco quiero estarlo si no es de verdad.
Para nosotros fue toda una sorpresa saber que Loquillo era un fan declarado de tu música, como también lo es tu “jefe”, José Ignacio Lapido, y otros músicos de primera línea. ¿Cómo te sientes ante ese tipo de halagos?
Raúl: Pues me siento muy afortunado. Que gente que admiro muchísimo me premie con su “bendición” es algo muy bonito. Hace tiempo me dijeron que yo hacía canciones para músicos, tal vez sea verdad. Es un premio que amigos, compañeros de profesión y grandes figuras me hayan aplaudido en algún momento. Brindo por ellos.
En un futuro.
¿Te ves siendo un “triunfador” en ésta carrera de fondo como para nosotros lo son gente como Diego Vasallo o Rafael Berrio?
Raúl: Mientras tenga inspiración, dinero y ganas para hacer discos, gente que compre mis discos y sienta lo que yo siento seré un “triunfador”. Y ahora mismo me siento así, sé que hemos entregado un gran trabajo y que está siendo reconocido.
¿Qué nombres del panorama actual llaman tu atención?
Raúl: Pues Vasallo y Berrio son dos grandes referentes para mí. Admiro mucho a Espaldamaceta, me parece un talentazo y tiene discos que deberían estar entre lo mejor de la canción cantada en castellano. En Granada está surgiendo una nueva hornada de grupos muy interesantes, de entre ellos destaco a Brío Afín, que me parecen muy talentosos y honestos. De fuera Matt Elliot es increíble. No sé, hay tantos.
Si te parece, vamos a ir terminando, Raúl.
¿Qué planes de futuro manejas para los próximos meses?
Raúl: Pues sacaré a pasear mis “Ocho variaciones sobre el futuro” por ahí, estaré en Madrid este viernes, en el Café Molar, y a partir de Enero pisaré Sevilla, León, Mallorca, Murcia, Córdoba… Estoy escribiendo y componiendo, tengo en mente publicar un disco – libro, antes de que Bandaáparte Editores (la editorial que publicó mi primer libro de poemas) se arrepienta. Y trabajo dándole forma a proyectos personales fuera de Jean Paul que espero lleguen a buen puerto en el nuevo año. Además colaboro con bandas y autores que admiro. A parte de hacer canciones en Jean Paul soy músico y toco en bandas (Lapido y Expertos Solynieve), y es una parte de mí que no dejaré de lado.
Por: Javier González/javi@elgiradiscos.com
Foto: Cris Ferreiro.