Quizás a pocos de nuestros hipotéticos lectores les diga algo en primera instancia el nombre de Diego García, pero de lo que no nos cabe la menor duda es que si tuviéramos la oportunidad de adjuntarles a todos ellos una fotografía con su imagen no serían pocos los que le recordarían alguna noche, encima de las tablas como no, aportando su maestría en el noble arte de las seis cuerdas al servicio de algunos de los primeros espadas de nuestra música como Santiago Auserón, Jaime Urrutia, Andrés Calamaro o Diego “El Cigala”, una serie de nombres que por sí mismos son capaces de hablar de la categoría que atesora el artista del que hoy estamos hablando.
Si además en nuestro afán por realizar una defensa exacerbada de su música, obligáramos a los escépticos a mirar atrás para bucear en su discografía en solitario, tampoco nos cabe la menor duda de que a partir de entonces casi todos ellos cambiarían de bando para convertirse en incondicionales de álbumes como “Octopus” “Twanguero”, “The Brooklyn Sessions” o “Argentina Songbook”, su último y flamante trabajo en el que el músico valenciano decide adentrarse más que acertadamente en los sonidos de aquella tierra hermana que tanto bueno ha brindado al mundo.
Un trabajo que encierra una curiosa historia, puesto que no estamos ante una obra pensada y premeditada, sino que nació fruto de un viaje vital, creciendo gracias a la magia que produce la fascinación por una cultura, además de por el cariño y el apoyo brindado por algunos compañeros músicos que decidieron arropar a Diego en su aventura, haciendo posible un disco que rastrea en la rica herencia musical argentina desde un curioso prisma que auna el respeto por la tradición, la innovación y la modernidad, al reinventar algunos de sus clásicos, tanto de ahora como de siempre, de una manera brillante.
Es así como uno se sienta frente a su reproductor, apretando el play, para disfrutar de una colección inmensa de canciones convertidas en atemporales por Gardel, Óscar Alemán, Atahualpa Yupanqui, Luis Alberto Spinetta, Charly Garcia, Andrés Calamaro o Gustavo Cerati, por citar tan solo algunos nombres, defendidas en la mayoría de casos desde una vertiente instrumental perfectamente entendida, sin estridencias en el virtuosismo pero con categoría y clase, dejando respirar a las composiciones, pero que en momentos puntuales son enriquecidas por las voces de Enrique Bunbury, sublime en la interpretación de “Guitarra Dímelo Tú”, Ely Guerra, dulcísima en “Tabú”, Calamaro, batallando mano a mano con Diego en “La Pulquería de Santa Lucía”, Fito Páez, “Me Voy Quedando Ciego”, y Diego “El Cigala”, en una bestial adaptación de “Naranjo en Flor”, de esas que ponen los pelos de punta, rompiendo la hipotética monotonía que pudiera llegar a suscitar un disco en el que no se dijera palabra alguna.
La mejor definición, aparte de todo lo ya dicho, que se podría hacer de éste “Argentina Songbook” es la de que estamos ante uno de esos discos en los que uno se planta a escuchar en un cómodo sofá con los cinco sentidos, sin distracciones y con la calma necesaria que requiere un trabajo pensado para emocionar y disfrutar, sensaciones ambas que se consiguen de manera más que rotunda en cada compás de este gran trabajo que esperemos convierta el nombre de Diego García en uno de esos nombres que acaba por figurar en lo alto de cualquier cartel de festival de música rock que se precie.
Por: Javier González/javi@elgiradiscos.com