Hablar de Burning es hablar de uno de los grupos esenciales del rock español. Y lo más importante, es hacerlo también de una marca sonora cien por cien reconocible y a la postre influencia para infinidad de músicos. La adaptación del legado “stoniano” por medio de una mirada que mezcla lo salvaje, con lo romántico y lo callejero es una conjunción pocas veces puesta en escena con tanto talento y singularidad.
De la formación original actualmente sólo queda Johnny Cifuentes. Lo más cómodo para él hubiera sido manejar la herencia de los madrileños simplemente repitiendo grandes éxitos y recordando su eterna leyenda. Él lleva el espíritu innato del grupo y lo podría hacer con maestría, pero las cosas muchas veces tienen más aliciente cuando se complican un poco, y la decisión del pianista y cantante ha sido enarbolar la bandera de la mejor manera posible: grabando nuevas canciones.
Tras once años desde aquel, algo irregular, “Altura”, se publica ahora “Pura Sangre”, un álbum que recoge toda la esencia de la banda, algo que no significa sólo palabrería ni actitudes banales, sino todo un ejemplo claro del rock en su estado más orgánico y visceral. Y para ello qué mejor manera que coger también los mandos de la producción el propio Cifuentes. Nadie más indicado para sacar todo el jugo a su sonido que él, como queda demostrado en el transcurrir del trabajo.
La forma más ruidosa y áspera de la propuesta del grupo va a tomar la forma de esos típicos himnos que acumulan los madrileños en su discografía, como sucede en “Bestia Azul” o “Todo a Cien”, sonido cien por cien Stones, algo que sobrevuela por todo el disco como es habitual. Acercándose más al rock and roll clásico y bailable estarán “Al final de la Botella”, un ejercicio de malditismo marca de la casa, y “Tú te lo Llevas Todo”, composiciones que forman parte del lado más acelerado de este trabajo.
Pero si hay algo reconocible también en Burning es la facilidad para atacar los sonidos más lentos con grandes dosis de un romanticismo sin ápice de sensiblería. En un tono claramente blues se mueve la elegante “Águilas”, en la que destaca el papel del saxo y una soberbia letra, o la sobresaliente, más oscura y cercana también al country, “Demasiado Sucio”. Pero las más representativas del espíritu genuino de los madrileños, en el que se juntan guitarras y teclados, son “Dejarlo que Sangre” o la más desnuda “Pura Sangre”.
Burning están de vuelta, y eso ya debería de bastar para contar con toda la atención y reconocimiento, porque ellos son historia del rock en mayúsculas. Pero es que además este regreso trae su cara más genuina y destacable, con la que ponen otro capítulo más a su legado sonoro y vital. Lo dicho, una lección de historia pero también de rabioso y crudo presente.
Kepa Arbizu