Cuando trabajas en esto de la música y te propones hablar sobre un disco, además de ser todo un atrevimiento, hay un dato importante a tener en cuenta: esperas y desesperas porque el disco del que vas a hablar mueva algo dentro de ti. Creo que si el disco del que pretendo escribir no hubiera hecho precisamente eso, me habría sido imposible sentarme frente a la pantalla, y para colmo siendo un álbum debut... ¡Qué disparate!
La gente piensa que un disco no es más que eso, un trozo de plástico donde se almacenan canciones, pero para algunos todavía existe un pequeño ritual parte fundamental en tu relación con ese álbum.
Hay algunos que incluso antes de quitarles el precinto ya te generan sensaciones. Perturbador fue recibir el disco de A de Animal. La portada de primeras te genera una inquietud que sumada al título del álbum, “Retransmisión de un Infarto” (Oído Records, 2013) te hace sentir culpable de lo interesado que estás en saber qué se esconde detrás de ese nombre tan visceral.
Admito que desde hace unos cuantos años ya, no soporto los discos que incluyen preludios o interludios en su lista de canciones. Ya desde este momento voy con un prejuicio extra, la primera canción del álbum se llama “Preludio”. La primera en la frente. Dos minutos cuarenta y dos segundos de presentación dan para mucho, estos te dicen que en A de Animal hay algo que merece la pena seguir escuchando.
Es algo que te hace prestar atención inevitablemente canción a canción. No sé si son las melodías más cercanas al rock que al pop, o las letras llenas de rabia y decepción (ambas cosas obra de Álex Rivas, mente creativa de la banda), o quizás sea la voz de Isabel Hevia que creo que es una guinda perfecta para el pastel, esto en voz masculina no luciría igual, bueno directamente no luciría y sería más de lo mismo. Es probable que también influyan las raíces del compositor, influencias diferentes a las que estamos acostumbrados siempre son la semilla de algo distinto
La tarjeta de presentación es “Me transformo en Infarto”, un tema muy bien escogido por ser lo más cercano al mundo mainstream que podemos encontrar en el disco, pero no nos engañemos, ellos hacen, como bien dicen en su página de facebook, música ambigua. Lo mismo encuentras temas que poco a poco crecen con fuerza (“No vamos a entrar”) como canciones que bien podrían formar parte de la banda sonora de películas como Sin City, es el caso de “Vía Oftálmica”, uno de los temas que más ganas tienen de defender en directo y una de las joyas del disco sin lugar a dudas. Hay algún tema que me trae ciertas reminiscencias de los sonidos que surgían a finales de los noventa entre las bandas de pop-rock indie que empezaban a hacerse notar entre los más jóvenes, como es el caso de “Fotografías” y “Peces en peceras”, directos al grano. Y por supuesto no hay grupo de rock que no tenga una balada de la que presumir, “La Caja” es ese tema que esperabas para coger aire y terminar de desgarrarte por completo. Encontrarás efectos en todo el álbum que sin duda son la decoración idónea de los temas y es que sin ellos quedarían totalmente cojos. Sin olvidar por supuesto el bonus track, “Telaraña”, el único donde podemos escuchar la voz de Álex junto a la de Isabel. Aún tengo pendiente ver cómo suenan en directo pero la cosa promete.
No me quiero quedar sin mencionar que la portada que me perturbaba al comienzo de todo esto es obra de Gonzaga Manso (bajista de la banda) y Juan Pablo Vega. Se ve que A de Animal son un poco como Juan Palomo ya sabes, otro mérito más y a falta de ver el primer videoclip la imagen del grupo es algo que creo que está muy bien cuidada.
Cuando descubres que un disco como este estuvo a punto de quedarse sin ver la luz das gracias de que se alinearan los planetas y hoy lo puedas poner en tu casa en bucle. Y es que a fin de cuentas, ¿a quien no le han provocado alguna vez un infarto emocional como el que retransmiten A de Animal?
Por: Carlos Fernández