Han transcurrido cuatro años desde que Tokyo Sex Destruction publicaran su anterior trabajo, “The Neighbourhood”, un disco relativamente experimental y psicodélico que antecedió en el tiempo a unos años de lo más convulsos en el seno de la banda catalana, hasta el punto de que llegaron a plantearse dar por finiquitado el proyecto por inviable.
Superados al fin aquellos problemas estructurales y vitales, hace unas semanas pusieron a disposición del público “Saggitarius”, un álbum de clara querencia pop, siempre entendido desde el aspecto más positivo del término, ese que hace referencia a unas canciones directas en las que el poso autobiográfico y la denuncia social se convierten en una constante de lo más adictiva.
Semanas atrás tuvimos la oportunidad de citarnos con RJ Sinclair quien nos habló del pasado y presente de una de las bandas más internacionales de nuestro panorama.
Hace cuatro años hablamos contigo con motivo de la publicación de “The Neighbourhood”, una larga temporada que tengo entendido no ha sido nada sencilla para vosotros, hasta el punto de que os planteasteis la disolución de Tokyo Sex Destruction. ¿Qué fue lo que ocurrió durante ese período para que al final tomarais la decisión de refundaros?
RJ Sinclair: Hemos vuelto a empezar de nuevo, planteándonos las cosas de otra manera distinta. Básicamente llevábamos más de diez años tocando juntos por lo que había un gran desgaste interno producto, entre otras cosas, del hecho de que las prioridades ya no eran las mismas. Cuando empiezas eres joven y lo único que te preocupa es tocar, por lo que todo el mundo está a una. A medida que te vas haciendo mayor esas prioridades cambian y la banda no es lo principal. Supongo que es como si a una mesa le empiezan a faltar patas. Al terminar nuestra última gira, a finales de 2010, nuestro guitarra dijo que no podía continuar a ese ritmo. Un ritmo que nos habíamos autoimpuesto porque nos dedicábamos exclusivamente a la música. No podíamos parar de girar. Le dedicábamos el mayor número de horas posible para hacerlo entre comillas rentable, aunque hay que aclarar que nunca hemos vivido de la música. Quizás podríamos decir que hemos mal vivido. En ese primer momento, hubo que hacer reestructuraciones internas en la banda, llegando a solventar bastante bien la situación. De hecho estuvimos girando por Europa y Estados Unidos, planteándonos hacer un disco y cerrar más conciertos para continuar con nuestra dinámica, todo ello a pesar de que “The Neighbourhood” no dio los resultados esperados. Así llegamos al verano del 2011 y otro miembro de la banda dice que lo deja porque no se siente con ganas de seguir, básicamente porque quiere hacer otras cosas. Es ahí cuando se plantea la duda de que en seis meses se han ido dos componentes. Para nosotros el primer cambio fue natural, pero en el segundo vimos las cosas más complicadas, porque para meter a un miembro nuevo hacía falta cohesión. Tuvimos que cancelar muchos conciertos y fue un palo enorme porque nos dimos cuenta de que algo enorme había pasado. Por eso decidimos bajar la persiana y tomarnos un tiempo para ver qué sucedía.
Supongo que plantearte tomar esa decisión debió de ser muy duro para vosotros.
RJ Sinclair: Personalmente creo que lo que es realmente duro es pertenecer a un grupo. Quizás lo diga porque yo lo veo desde el punto de vista romántico, puesto que para mí estar en una banda supone compañerismo y tener una implicación máxima. A día de hoy creo que tener un te acarrea muchísimos problemas. Es más sencillo profesionalizarse. Nosotros hemos sido un grupo de directo, siempre hemos ido donde nos han llamado, sin problema alguno, con el problema añadido de que la viabilidad pasa por tocar y tocar; y claro después de diez haciendo lo mismo uno se plantea si todos los sacrificios han servido para algo, si ha merecido la pena o si has estado perdiendo el tiempo.
Desde esa perspectiva tan cruda y desoladora. ¿Qué fue lo que os animó a continuar en la lucha?
RJ Sinclair: Bueno, sinceramente, después de tanto tiempo tocando no puedes decir de la noche a la mañana “lo dejó”. Estando en casa tocaba y salía alguna cosa interesante, e incluso quedábamos todos para ir al local de ensayo, aunque fuera básicamente para hablar. Nos planteábamos tocar y ver qué pasaba, sin dar por descartada ninguna opción. De puertas hacia fuera la idea era que el grupo había parado, pero internamente nos planteamos probar, para ver si salía algo interesante. Por otro lado, estos dos últimos años han estado plagados de problemas personales y hasta de una enfermedad, motivada por nervios y estrés. Los doctores decían que estaba entrando en depresión y creo que todo venía por lo que estaba ocurriendo con el grupo. No levantaba cabeza. Después tuve un accidente que casi me costó la vida. Vamos que fue una etapa repleta de desastres que creo que han contribuido a la hora de darle un toque oscuro a “Saggitarius”.
Es curioso que a pesar de la cantidad de problemas que relatas, el amor por la música y las ganas de tirar para adelante seguían intactas.
RJ Sinclair: Si te soy sincero, lo peor que me ha podido pasar en la vida es la música (Risas). Lo digo en el sentido de que cuando era adolescente me volvía loco por ir a conciertos. De hecho éramos los raros del instituto porque cuando el resto hacían deporte o salían de fiesta, nosotros estábamos pensando en la música. Más tarde quisimos tocar; y al empezar a hacerlo, fue como una droga, ya que no podíamos parar. Con esto lo que te quiero decir es que aunque estuviera mal, tocando fondo, la mano siempre se me iba a la guitarra. Recuerdo haber llegado a pensar “Quizás estar tocando diez año sea lo que te ha jodido, igual jamás lo tenías que haber hecho”. (Risas)
¿De qué manera fueron surgiendo las canciones que finalmente han dado vida a “Saggitarius”?
RJ Sinclair: Como te decía antes, seguíamos quedando y mostrándonos lo que habíamos hecho. Así empezaron a surgir las primeras maquetas que han dado vida al disco, con la ayuda de un ordenador. Ha sido un proceso muy largo en el que se han vivido situaciones de auténtica una montaña rusa. Lo que nos encantaba, al rato nos parecía una basura. Por otro lado, teníamos un inconveniente importante. Para mí no hay canción hasta que no puedes tocarla en directo y a nosotros nos faltaban miembros. Grabar una canción es sencillo, pero nos faltaba poder trasladarla al directo. Entramos en un círculo vicioso, así ha pasado todo el tiempo hasta que a principios de 2012 B-Core nos preguntó si estábamos haciendo algo. Al final se lo mostramos y les gustó bastante, básicamente porque les habíamos pintado las cosas muy mal y cuando oyeron los resultados quedaron encantados. De hecho, nos animaron a grabar. Lo que ocurre es que yo no quería hacerlo si no lo íbamos a poder defender en vivo. Siempre hemos tenido claro que somos un grupo de directo y no queremos editar sino vamos a poder tocar. A todo esto lo que más nos jodía es que había ofertas para tocar en festivales y no estábamos en disposición de tocar. Hasta que al final hablé con Piti, el guitarra de Standstill, quien un día nos preguntó qué estábamos haciendo y le comenté lo que pasaba. La verdad que se entusiasmó con la idea de poder tocar con nosotros. Así que el verano pasado tuvimos que empezar a aprendernos las canciones para poder tocarlas en directo. Tocó escucharlas y aprendérnoslas, algo paradigmático. Al final nos decidimos a sacar el disco y entramos en contacto con Buen Ritmo, nuestra compañía de management de la mano de Carles Baena.
Personalmente creo que éste es un trabajo de lo más reconocible en lo que a vuestro sonido se refiere, a pesar de que se ha perdido en parte ese componente de punk-rock vitaminado de vuestros inicios. Que yo creo que ha dado paso a un disco de rock-soul que por momentos me ha recordado al pop de compañías como la Motown. ¿Qué os parece la afirmación? ¿Estáis de acuerdo?
RJ Sinclair: Este disco está enfocado como un trabajo de pop. De hecho buscábamos que sonara a Motown. Después de diez años me gusta que se diga que es un disco reconocible. También creo que teníamos ganas de que fuera un disco reconocible y, yendo más allá, te diría que hablando de canciones es un paso adelante con respecto “The Neighbourhood”. En ese disco todo fue más experimental, casi psicodélico, con cortes que quizás ahora no incluiría. En este trabajo hemos intentado hacerlo lo más conciso posible. Evidentemente cuando utilizo el término pop no me refiero a que sea masivo, sino a que nuestras raíces vienen de ahí, de buscar la canción que tiene verso-estribillo-verso. Buscábamos no darle demasiadas vueltas a las cosas, incluso en el minutaje de las composiciones teníamos intención de que fueran lo más cortas posibles. Queríamos que la gente se lo tuviera que volver a poner una vez acabara. Sinceramente creo que éste trabajo es muy parecido al primero de nuestra discografía, lo que ocurre es que ahora mismo se ve una experiencia que antes no teníamos. Por aquel entonces no teníamos tantos medios ni un bagaje como el actual. Aun así creo que es igual de fresco y directo. También pienso que es un disco muy oscuro que encierra mucha rabia en sus letras a pesar de que pueda sonar pop.
Por otro lado, me ha gustado comprobar que hay cortes con títulos de inequívoca denuncia social, otra de vuestras constantes, al estilo de “Put Your Hands Up!”, “Dead Cops” y “Peace is Money”…
RJ Sinclair: Es que el disco tiene dos vertientes. De un lado está inspirado en las cosas que me ocurren a mí; y de otro en las que he tenido la oportunidad de vivir de cerca. Las letras son autobiográficas, hasta cierto punto, siendo posible aplicarlas a la vida diaria. Creo que por ejemplo hay cortes como “Peace is Money” que son bastante ejemplarizantes. Pienso que cuando todo va bien económicamente no hay graves problemas en nuestra sociedad, sobre todo visto desde la vertiente de un mundo capitalista como éste. La gente dice que el dinero no da la felicidad, pero no estoy de acuerdo. Antes, cuando los bancos tenían liquidez, el país seguía siendo la misma mierda, pero es ahora, cuando han cerrado el grifo, cuando todo el mundo se queja. En ese tema quería reflejar la metáfora de decir que si hay dinero en la calle todo es una balsa de aceite. Por lo demás, casi todas las letras hablan de cómo me he sentido a lo largo de todos años. Ha sido mi forma de canalizar la rabia e impotencia que tenía. No sé si quizás por ahí el disco me haya servido para desahogarme. Dicen que cuando uno está mal es cuando mejor puedes escribir y en mi caso debo decir que creo que es cierto. “Saggitarius” es muy autobiográfico y contiene mucha crítica social, pero siguiendo la misma línea de no querer aleccionar que nos marcamos tiempo atrás. Simplemente queremos reflejar nuestro punto de vista sobre ciertas cosas.
A pesar de tratarse de un disco relavitamente pop, en las canciones aparecen otro tipo de influencias de lo más diverso.
RJ Sinclair: Mi principal idea a nivel musical era mezclar Fugazzi con Arthur Lee, pasándolo por la batidora latina del Carlos Santana de Woodstock. Por eso creo que ha sido fundamental Fernando Pardo, productor del álbum, al que después de darle referentes de lo más diverso trataba de darnos coordenadas para tocar, haciendo las veces de gurú espiritual. Bueno, creo que en eso la marihuana también ha tenido otro papel fundamental. (Risas)
Has hablado de Fernando, un tipo al que admiráis mucho y que es un mito del rock de nuestro país. ¿Cómo surgió la oportunidad de colaborar con él?
RJ Sinclair: En primer lugar pensamos en repetir producción con Gregg Foreman, lo que ocurre es que como Cat Power estaban girando por todo el mundo y el tema de los desplazamientos nos salía por un pastón. Por lo que pensamos en Fernando Pardo. Hemos coincidido un montón de veces tocando y siempre nos decía que le gustaba lo que hacíamos y que tenía ganas de trabajar con nosotros. Un día le llamé por teléfono y le gustó la idea pero estaba un poco reticente. Finalmente seguimos hablando, le pasé las canciones y él se encargó de poner un punto de cordura en la montaña rusa que veníamos sufriendo. Fernando ve nuestros problemas con perspectiva porque le han pasado hace quince o veinte años. Ahora mismo, como digo, podríamos considerarle el "gurú" espiritual de la banda porque siempre está dispuesto a echarnos una mano.
También parece que en cierta medida seguís la senda marcada por algunos “gurús” de la contracultura americana de finales de los años sesenta…
JR Sinclair: En nuestra música siempre ha habido una gran influencia de la lectura, el cine y la música que gira alrededor de finales de los años sesenta y setenta en América. Siempre nos ha interesado esa contracultura, que en éste caso se ha visto aderezada con la lectura de textos ocultistas de aquel período de gente como Charles Manson o el reverendo Jim Jones, elementos que en aquella época iban muy ligadas a la música. He querido regar los textos con esa mística que llega hasta la misma portada, sin lugar a dudas heredera de aquellos tiempos convulsos.
Para cerrar el apartado dedicado a “Saggitarius”. ¿Crees que en éste caso podríamos hablar de que estamos ante un álbum de madurez?
RJ Sinclair: No me gusta utilizar el término madurez porque suena a que te haces mayor. Yo no sé cómo calificarlo… quizás es un disco de evolución o experiencia. Es que madurez me suena a tocar con menos rabia; y te aseguro que hay mucha fuerza contenida en las canciones que hemos incluido en “Saggitarius”.
¿Con qué os quedáis de estos diez años de trayectoria musical que os contemplan?
RJ Sinclair: Lo positivo hubiera sido no empezar a tocar (Risas). Creo que, sobre todo, lo que más valoro es la suerte que hemos tenido de poder viajar fuera para tocar y absorber absolutamente todo, más allá del ámbito musical. Valoro muchísimo el hecho de haber podido salir fuera para poder darnos cuenta de que existen diferentes realidades, culturas y otras formas de afrontar la vida. Haber podido vivir esa experiencia te abre mucho la mente. Personalmente he intentado ser una esponja para quedarme con todos los detalles y vivencias. Era algo que envidiábamos cuando éramos más jóvenes de los grupos americanos; el poder ver sus páginas webs y saber que estaban cada noche en un lugar diferente. También es una forma de darte cuenta de que existen un montón de tópicos absurdos. Estoy en contra de cualquier tipo de nacionalismo, creo que uno nace en un territorio por casualidad y nadie es más ni menos. A nosotros nos ha influenciado para bien en nuestra música y también nos ha servido para enfrentarnos a situaciones que han ocurrido en nuestra vida diaria.
Sois uno de esos grupos estatales que gozan de un gran cartel lejos de nuestras fronteras. ¿Sentís que en el extranjero se valora más lo que hacéis que aquí?
RJ Sinclair: En España es lo que hay, tampoco vamos a reprochar nada a nadie. Nosotros siempre hemos ido a tocar donde nos quieran escuchar y donde nos llamen, yendo encantados. Es más, en Septiembre y Octubre pasado teníamos unas fechas en Suiza y Francia y allí que nos fuimos con la nueva formación. Recuerdo que el primer concierto fue horroroso, parecíamos un grupo malo de versiones de nosotros mismos. Ya a partir del segundo la cosa mejoró, hasta el punto de que incluso nuestro agente en Francia decía que le gustaba más esta nueva etapa que las anteriores.
Después de haber vuelto de la muerte casi literalmente.
¿Dónde creéis que llevará el futuro a Tokyo Sex Destruction?
RJ Sinclair: Se lo estás preguntando a una persona que es pesimista, por lo que no sé muy bien qué decirte. Me gustaría volver a sentirme como me sentía cuando nos entrevistasteis la primera vez allá por 2009. Recuerdo que en esa época estábamos muy contentos por poder salir a tocar y con ganas de hacer mil cosas. Con que ocurriera algo así, me daría por satisfecho. Personalmente creo que esto es una lucha continua y nuestra intención es la de intentar continuar. Ahora estamos empezando a cerrar fechas para el verano en algunos festivales y después saldremos de gira por Europa. A ver qué tal se nos da.
Por: Javier González/ javi@elgiradiscos.com