Como un ilustrado artista circense, que entre malabarismos y contorsionismos deslumbra a los más famosos artistas de circo que viven con coronas de laurel, vino y uva en países portuarios, de brisas frescas y muchachas gráciles, de finos vestidos blancos de seda, hasta las rodillas, en verano.
Como el poeta ausente de sociales abrazos, el destinatario del don, el orfebre que aúna los grises y los claros para formar el color de un desencantado vino, alejado de grandes bodegas, criado desde abajo hasta arriba por las manos conocedoras del amante y el sabio humilde, vino de pocas botellas para sabios paladares. Ellos son a ello lo que Rafael Berrio es a la palabra.
“Diarios” es uno de los mejores discos de textos que se han hecho en este país de tuertos en lo que llevamos de los años dosmiles. Ya sabéis, hermanitos, hay dos clases de hombres, dos clases de mujeres, dos clases de todo… hay dos formas de acercarse a la música. Una es hacerlo como un lelo y otra no. Si eres de los primeros te recomiendo que no te acerques a la obra de Rafael Berrio. No es por negarte su descubrimiento, sino por avisarte de que se escapará a tu imaginario, débil y tonto. Si eres de los segundos, tienes el deber de leer sus canciones, porque lo que hace Rafael Berrio ya no son canciones, son relatos, música novelizada, tripas y malabarismos de palabras, disparos de genialidad léxica, una auténtica barbaridad. Abrumador.
Rafael Berrio aparenta ser un hombre cabal, serio y distraído, que bebe vino, que tiene en las venas una ciudad, que es de los pocos bohemios de vocación. El realismo sucio que promulgan Wolfe e Iribarren, que canta también Vasallo con absoluta belleza es el discurso de Berrio. El auténtico discurso, digno destinatario, tal vez, de los beat… de Gil de Biedma o Baroja. Canciones que son sublimes con la ornamentación austera y preciosista de Joserra Senperena pero que también serían crudas, feroces y orgullosas con la desnudez de la guitarra de Berrio, como hizo en su maravilloso 1971. Esas canciones se ganan la catalogación de “canción”, esas canciones son las obras de arte del futuro de la canción, al igual que ahora lo son las de Dylan, Aznavour o Cohen.
Rafael Berrio aparenta ser un hombre cabal, serio y distraído, que bebe vino, que tiene en las venas una ciudad, que es de los pocos bohemios de vocación. El realismo sucio que promulgan Wolfe e Iribarren, que canta también Vasallo con absoluta belleza es el discurso de Berrio. El auténtico discurso, digno destinatario, tal vez, de los beat… de Gil de Biedma o Baroja. Canciones que son sublimes con la ornamentación austera y preciosista de Joserra Senperena pero que también serían crudas, feroces y orgullosas con la desnudez de la guitarra de Berrio, como hizo en su maravilloso 1971. Esas canciones se ganan la catalogación de “canción”, esas canciones son las obras de arte del futuro de la canción, al igual que ahora lo son las de Dylan, Aznavour o Cohen.
Rafael Berrio dice que le da pereza trabajar en sus canciones, que prefiere el paseo de asfalto y buscar unos buenos vinos por su tierra de novela y de carácter propio… pero yo creo que todos los que hacen canciones de este tipo necesitan quitarles importancia para no dejar que les coman, aún más, las entrañas
Rafael Berrio es uno de los grandes escritores de canciones de este país. Punto.
“Diarios” es uno de los mejores discos de textos que se han hecho en este país de tuertos en lo que llevamos de los años dosmiles. Ya sabéis, hermanitos, hay dos clases de hombres, dos clases de mujeres, dos clases de todo… hay dos formas de acercarse a la música. Una es hacerlo como un lelo y otra no. Si eres de los primeros te recomiendo que no te acerques a la obra de Rafael Berrio. No es por negarte su descubrimiento, sino por avisarte de que se escapará a tu imaginario, débil y tonto. Si eres de los segundos, tienes el deber de leer sus canciones, porque lo que hace Rafael Berrio ya no son canciones, son relatos, música novelizada, tripas y malabarismos de palabras, disparos de genialidad léxica, una auténtica barbaridad. Abrumador.
“Diarios” es uno de los mejores discos de textos que se han hecho en este país de tuertos en lo que llevamos de los años dosmiles. Ya sabéis, hermanitos, hay dos clases de hombres, dos clases de mujeres, dos clases de todo… hay dos formas de acercarse a la música. Una es hacerlo como un lelo y otra no. Si eres de los primeros te recomiendo que no te acerques a la obra de Rafael Berrio. No es por negarte su descubrimiento, sino por avisarte de que se escapará a tu imaginario, débil y tonto. Si eres de los segundos, tienes el deber de leer sus canciones, porque lo que hace Rafael Berrio ya no son canciones, son relatos, música novelizada, tripas y malabarismos de palabras, disparos de genialidad léxica, una auténtica barbaridad. Abrumador.
Por: R.