A estas alturas creo que se puede decir con total rotundidad que hay una escena (heterogénea eso sí), ya totalmente consolidada, de músicos marcados de una forma clara por los “songwriters”, o lo que es lo mismo, por los sonidos relacionados con las raíces norteamericanas. Pablo Moro, asturiano de nacimiento, es uno de sus estiletes y que con su nuevo disco parece situarse en una madurez creada a base de aglutinar y asimilar todas esas influencias que se han manifestado en sus pasados trabajos.
Una situación que se plasma lógicamente en lo musical pero que, en parte quizás también por causa de la edad y a la coyuntura de ser padre, también se trasluce en una idea genérica que recorre las canciones y es la aceptación, como método para sobrevivir, de la inestabilidad e imperfección que supone la propia vida. Todo ello coronado con el irónico título que lleva el álbum, “La Vida Solucionada”.
Un disco producido, una vez más, por Álvaro Bárcena, guitarra de Los Chicos Listos, inseparable banda con la que se acompaña el asturiano y que también se suma a esa evolución clara que sigue el proyecto, sonando con igual facilidad en las tesituras más fuertes, en aquellas más sensibles o a la hora de manejar en su punto exacto la instrumentación o adorno de los temas.
En el disco van a predominar los tiempos reposados y en busca de una clara emotividad. Pero dentro de ese camino nunca caerá en la redundancia, muy al contrario ese es uno de sus puntos fuertes, compartir esa sensación pero mostrada desde muy diversos prismas. Por ejemplo en “La Gente de mi Tierra”, una bella y amable melodía, se mezcla con la esencia norteamericana una alta instrumentación y un deje a lo Quique González. Una influencia, la del madrileño, que se hará presente de manera más evidente en “Los Reyes del Río”. Y mientras que “Pequeña Luna de Junio” se mece a base de ritmo de “nana”, temas como “Girando” o “Canción de Octubre”, siguen en el empeño de adentrarse en la melancolía pero en esta ocasión por una vía más cercana a Antonio Vega.
Hasta aquí son composiciones que descansan sobre un sonido acústico, pero el disco tiene también sus dosis de electricidad, aunque ésta se muestra a veces de forma sosegada y todavía al servicio de medios tiempos intensos como “El Viento de las Castañas”, “Cuando Bajes del Avión” o la “springsteeniana” “El Último Día”. Mucho más heterodoxo y saliéndose un poco del tono habitual del disco aparece “Mundos Perfectos“, a la que añade elementos funkys. La explosión de ese lado más rockero se va a ver en canciones como “Empezar de Cero”, “Efecto Placebo” o “Más Profundo”, donde se acerca a postulados de bandas como M Clan, 69 Revoluciones o Carlos Vudú & El Clan Jukebox.
Con “La Vida Solucionada” Pablo Moro y sus chicos demuestran que han llegado a un punto que manejan a la perfección todas las posibilidades que ofrece el rock americano (y algún que otro estilo), y de paso incrustarlo dentro de un “discurso” realmente personal. ¿Qué más se le puede pedir a una banda de rock? Pues quizás que mantengan este nivel que seguro les llevará a ser, si no lo son ya, una de las cabezas destacadas de este género.
Kepa Arbizu