En un mundo marcado por la mercadotecnia, las campañas de promoción bestiales y en el que las redes sociales se han tornado en elemento fundamental de cualquier atisbo de éxito comercial, encontrarte con que una propuesta que se encuentra en las antípodas de los parámetros anteriormente citados como la de Guadalupe Plata es capaz de abrirse paso por sí misma de manera tan rotunda, a uno le hace plantearse que quizás no todo esté perdido a éstas altura del siglo XXI.
Quizás esa reflexión venga motivada por el simple hecho de que uno tiene todavía fresco en la memoria los días en que ver su nombre en los carteles todavía era motivo de sana extrañeza; una sana extrañeza que desapareció en el mismo momento en que nos paramos a escuchar su música, quedando completamente olvidada, casi como si nunca hubiera existido, en el mismo instante que les vimos en un directo bestial con el abarrotaron y pusieron literalmente patas arriba la sala “El Sol” de Madrid, firmando una actuación que para sí hubieran querido muchos de los grandes nombres que hoy figuran en nuestra escena.
Desde hace tiempo ya, todo son parabienes a la hora de hablar de Guadalupe Plata. Algo a lo que sin lugar a dudas han contribuido esas presentaciones incendiarias de sus hasta ahora dos discos de larga duración, ambos de título homónimo al nombre de la banda, y que en su interior encierran una acertada sucesión de temas cargados de un blues, arrastrado, crujiente y visceral, enmarañado siempre en un ambiente tóxico absolutamente electrizante e hipnótico, de raigambre casi psicodélica.
Probablemente la mayor diferencia entre el primero de ellos, publicado un par de años atrás con la compañía Folc, y éste segundo, “Guadalupe Plata” (2013, Everlasting Records), radique en un ambiente mucho más denso y recargado que logra convertirle en un trabajo digno de ser disfrutado de una sentada, de principio a fin, sin pausas ni omisiones- Es más, personalmente creo que no existe otra forma de acercarse y disfrutar del mismo-.
Porque ni que decir tiene que aquí no será necesario hacerle la típica confesión al lector sobre qué temas son los más asequibles y disfrutables, no hay más opción que quedarse con todo el conjunto, sin veto alguno. Hasta el punto de que la invitación que a uno verdaderamente le tienta realizar no es otra que la de apagar el móvil, encerrarse en una habitación a solas y perderse por los caminos que recorre éste “Guadalupe Plata”, durante un número de horas indeterminado con el firme propósito de saborearlo con parsimonia en todo su esplendor.
Al escuchar las canciones del nuevo disco de Guadalupe Plata uno es capaz de retrotraerse a épocas pasadas y viajar hasta lugares desconocidos para la mente, gracias al maravilloso trance que proponen con unos pocos acordes bien seleccionados, algo que solamente consiguen hacer los elegidos. Los más grandes. Creo que con eso, está todo dicho.
Por: Javier González/javi@elgiradiscos.com