Madrid, Sala La Riviera, Sábado 9 de Marzo de 2013.
Poco a poco Rulo ha conseguido desprenderse de la etiqueta que unía su nombre a un tipo de rock muy específico; aquel cercano a los cánones del rock urbano, definido de manera crítica con la simplista etiqueta de “calimochero” por los más despectivos, que practicaba de manera brillante con La Fuga, el grupo con el que se diera a conocer hace ya bastantes años.
Cerrado ese capítulo de su historia, ahora ha dado paso a una nueva propuesta que bajo el nombre de Rulo y La Contrabanda da un salto adelante, al menos en lo musical, con el que muestra al gran público que es capaz de manejar una amplia paleta de estilos, algo patente en su notable último disco “Especies en Extinción”. Un hecho que se nota para bien en sus conciertos, los cuales ganan en dinamismo y variedad, tal y como pudimos comprobar el pasado sábado en la madrileña sala “La Riviera”.
El show empezó con la potencia rockera de “A punto de Colapsar” y “No Sé”, contando desde el primer instante con el apoyo incondicional de un público totalmente entregado que cantaba desde la primera hasta la última estrofa de los versos de amores perdidos y noches en soledad, predominantes en la temática de las canciones del artista norteño.
El show empezó con la potencia rockera de “A punto de Colapsar” y “No Sé”, contando desde el primer instante con el apoyo incondicional de un público totalmente entregado que cantaba desde la primera hasta la última estrofa de los versos de amores perdidos y noches en soledad, predominantes en la temática de las canciones del artista norteño.
Apoyado siempre en la solvencia de una banda que se nutre de profesionales curtidos en mil batallas como los zaragozanos Quique Mavilla y Daniel Baraldés, bajo y guitarra respectivamente, Karlos Arancegui, a la batería, quienes junto a Adolfo “Fito” Garmendia, el eterno lugarteniente de Rulo, dan solidez a un proyecto que desde fuera da la impresión de estar más cerca de ser una gran familia.
La emoción se reflejaba en la cara del cántabro al dedicar “Mi Cenicienta” a su tío fallecido hace pocas semanas, o al descubrirnos su canción favorita del repertorio, “Buscando el Mar”, haciendo participe a la gente de su entusiasmo al interpretarla.
Rulo dio claras muestras de no renegar de su pasado y nos regaló “Majareta” o “Por verte Sonreír”, según sus propias palabras la primera canción emocionante que hizo.
En “Fauna Rara” la banda no perdió la ocasión de disfrazarse para describir el ambiente que se crea en un sitio de moda, pero a pesar de las buenas intenciones de la banda debemos confesar que fue el único momento flojo de la noche.
Algo que pronto olvidamos al descubrir que sus composiciones funcionan mejor cuando los sentimientos afloran, ya sea en una canción dedicada a la pequeña niña de Rulo, de apenas cinco años de edad, “Como a veces lo hice Yo”, o al mostrar su opinión acerca de la situación actual del mundo en “Divididos”, logrando cortarnos el aliento ante un tema tan desgarrador.
Está tan crecido el de Reinosa que ahora se atreve a hacer un blues tan elegante como “Mi pequeña Cicatriz”, o un corte tan bien estructurada como “La Flor”, saliendo airoso del envite y demostrando que el hecho de haber ampliado su paleta sonora, algo a lo que antes hacíamos referencia, no hace más que demostrar su cada vez más reconocida grandeza.
Dos grandes composiciones que no desmerecieron en absoluto pese a suponer el previo a la interpretación de dos de sus grandes himnos, “La cabecita Loca”, el que fuera primer single de su aventura en solitario, que fue casi tan bien recibida como la inevitable “P´aquí p´alla”, acogida con entusiasmo por parte del público madrileño, festejándola como el himno que es.
Los ecos del pasado volvieron en el bis con “Buscando en la Basura”, dejando para el final uno de los mejores temas de su última cosecha, “Al Infinito”. Pero aún quedaría una gran sorpresa, la interpretación por un grupo de auténticos mariachis de la ranchera “El Vals del Adiós”, canción con la que Rulo y La Contrabanda suelen poner el punto y final a sus conciertos.
De esa forma se dio por concluida una noche de auténtico disfrute para un artista que lejos de estancarse en un momento determinado asumió riesgo, siendo su recompensa la de haber crecido muchos enteros. Una forma de entender la música, el arte y la labor creativa que a buen seguro le llevarán a ser más grande en un futuro no muy lejano.
Texto y fotos: Jorge Bravo Crespo “El Gurú”