Que un grupo escoja como
referencia el sonido de los ochenta y tome como nueva prioridad la electrónica;
puede no ser, actualmente, el mejor ejemplo de la originalidad o la
experimentación, pues llevamos ya aproximadamente cuatro años bajo esta
tendencia. Sin embargo, cuando esta elección es tomada por una banda que
destaca por la perfección melódica y rítmica de sus canciones o su versatilidad
sobre los escenarios, como es el caso de Phoenix, solo queda pararse, coger el
disco y disfrutarlo.
Phoenix, que ya va por su quinto
disco, es una de esas bandas internacionales que parecen estar destinadas a no
romper nunca la barrera de bandas top (tipo Arctic Monkeys, Franz Ferdinand, Arcade Fire, The Strokes…), pero
sí se encuadran dentro de la categoría de grupos internacionales destacados (Editors, Kaiser Chiefs…); jugando a su
favor el hecho de ser una banda aclamada tanto por fans, como por músicos, lo
cual avala su calidad sobradamente.
El disco que nos ocupa, se llama “Bankrupt!”, que viene a significar “Quebrado / En bancarrota”, aspecto que
remarca que estamos ante un trabajo fruto de la coyuntura económica actual, y por
tanto hijo de su tiempo.
En cuanto al sonido, como ya
adelantábamos, habría que destacar que la electrónica y la música de los 80’s
tiene una influencia enorme sobre los 10 temas que componen el álbum. Pero no
por ello nos encontramos ante un disco catalogado como “más de lo
mismo”, pues aunque han sido muchos los grupos que han caído bajo esta
influencia durante los últimos años, Phoenix ha convertido este cambio en algo
original, introduciendo un original matiz de timbres, ritmos e instrumentos
(digitalizados) del extremo oriente asiático (“Entertainment”, “Drakkar Noir”) y regiones tropicales (“SOS in Bel Air”), así como haciendo suyo este nuevo sonido.
Donde antes había aguerridas
guitarras y fuertes percusiones, ahora encontramos sintetizadores que recogen
esta función, sin que ello signifique descuidar el ritmo de algunas de sus composiciones (“Oblique City” o “Don’t”). Sin embargo, sí que hay que decir que estamos ante el más
reflexivo de sus álbumes, pues es más proclive a ser escuchado en el sofá, con
unos buenos cascos que nos permitan escuchar todas las capas de sintes y voces
(que hay bastantes); que a ser escuchado en el punto álgido de una fiesta. Temas
como “The Real Thing”, “Trying to be cool”
(verdadero homenaje a la música disco), “Chloroform”
y “Bourgeois”, se acercan más a Air, The Postal Service o Mogwai,
que a algunos de sus discos e influencias anteriores.
Sin embargo, todo parece encajar en
este atrevido proyecto. Las melodías se asientan rápidamente en tu cabeza, e
incluso la experimental “Bankrupt!”, que da nombre al disco, termina encajando
en la discografía de esta banda francesa, que confirma su estado de gracia y
nos regala uno de los mejores álbumes de lo que va de año.
Por: Rubén López
ruben@elgiradiscos.com
Por: Rubén López
ruben@elgiradiscos.com