Otros se quedaron con la fama, entre ellos Eric Clapton, Jeff Beck o Johnny Winter, pero Alvin Lee era el mejor. Algo que demostró primero al frente de los geniales Ten Years After; y después en solitario o como músico de sesión, su guitarra puede oírse en discos míticos como “The Sessions” de Jerry Lee Lewis, labrando de esa peculiar forma una carrera que se ha extendido durante casi cincuenta años.
El destino ha querido que se fuera ayer, a los 68 años, en nuestro país, donde residía desde hace años, inesperadamente después de una rutinaria intervención quirúrgica, al igual que ocurriera con otro grande como Gary Moore un par de años atrás.
La música de este hombre siempre me ha fascinado, desde que entré en contacto con él gracias a un recopilatorio en vinilo de mi padre que sonaba habitualmente en el tocadiscos familiar. Y es que es oír ese “I´m Going Home” de Woodstock en 1969 marca a cualquiera.
Con los años descubrí sus múltiples facetas: su vena psicodélica “50.000 Miles beneath my Brain” de “Cricklewoodgreen”, o canciones rock prefectas como “I´d love to Change the World” de “A Space in Time”, para darme cuenta que la música que hizo con Ten Years After no tenía nada que envidiar a grupos más reconocidos como Led Zeppelín.
Tras dejar el grupo que le dio fama (con los que volvió en ocasiones puntuales), siguió con una carrera en solitario con muchos altibajos pero que continuó hasta el agosto pasado cuando editó “Still on the road to Freedom”, su vuelta al estudio después de casi siete años.
Esta noche, cuando nos acerquemos a ver a Mick Taylor, su gran amigo, con el que colaboró en numerosas ocasiones, seguro que nos acordamos de Alvin. Nos gustaría recordarlos tocando en una jam interminable.
Texto: Jorge Bravo Crespo “El Gurú”