Andalucía está que arde, y no se trata de un mal chiste fácil sobre su meteorología sino por su cada vez más sobresaliente, sorprendente y heterodoxa escena rockera. En ella se dan cita desde algunos representantes más veteranos hasta emergentes nuevos nombres. En un camino de en medio se encuentran, por ejemplo, Blackberry Clouds, en activo desde 1996 y con un nuevo trabajo recientemente editado, “Dry Wind”.
Los malagueños llegan a este punto tras casi siete años desde su anterior disco (“The Worst”) y con modificaciones en su formación, principalmente el cambio de cantante, puesto ocupado en la actualidad por Francisco Galacho. En lo musical este álbum hace aflorar del todo unas influencias que si bien ya habían ido asomando en el sonido del grupo, ahora se hacen presentes del todo. Se trata de aquellas que hacen referencia a un rock americano sombrío y profundo, sustituyendo (en parte) a una manera de acercarse al rock and roll, que les llevaba desde el hard rock hasta el blues, de formas más aceleradas.
Pero aunque es obvio, nada más escuchar las brillantes e intensas canciones que forman este álbum, ese cambio de rumbo en el grupo, en el que incluso se acierta a ver en una mayor instrumentación y esmero en los detalles, hay algo que sigue intacto, además de la habilidad que han demostrado para moverse de manera precisa por muchos géneros, y es esa visceralidad con la que abordan cualquier estilo. En esta ocasión, consiguen trasladar su hogar desde el sur (andaluz) al gótico sureño estadounidense del que parecieran ser habitantes nativos.
Precisamente ese tipo de ambientaciones son las que reproducirán en temas como “Dry Wind”, en la que la presencia de una guitarra con “reverb” de sonido profundo y oscuro nos lleva por esos parajes en los que transitan o han transitado grupos como 16 Horsepower. “Shocks” suena todavía más cruda, gracias en parte a esa manera de cantar chulesca y crápula muy en el estilo de Nick Cave. “My Main Day”, por su parte, se inclinará por un tono algo más épico. Incluso habrá espacio para melodías de western crepuscular, primero dentro de un contexto más rock (“Dead Man’s Hand”) para luego mostrarse de manera más genuina en la instrumental “Il Ritorno”.
En el disco también hay unas cuantas composiciones dedicadas a un country más clásico y de sonoridades menos tenebrosas. No obstante se deciden a versionar un tema tradicional como “Knoxville Girl”. Además nos iremos topando con canciones que miran directamente a los clásicos del género, ya sea con ese sonido típico de pedal steel que se observa en “It isn’t a Highway (It’s an Old Road)” o “Laurie, Tom & Annie” y que recuerda a gente como Gram Parsons; la melancolía trágica de Hank Williams que se transluce en “Never Alone”; el sonido tan típico que evoca a Johhnny Cash (“Cold Grey Tombstone”) o la profundidad de un Townes Van Zandt en “Ballad of the Fainthearted Man”.
Las fuertes raíces de un árbol fotografiado en tonos sepias es la clarividente portada de este “Dry Wind” que, sin ánimo de desmerecer lo (muy bien) hecho anteriormente por la banda andaluza, ha supuesto un nuevo paso estilístico capaz de crear uno de esos discos que trasladan una ambientación tan intensa y acertada que es imposible no acercarse y quedarse seducido ante él.
Kepa Arbizu