Si observamos en un continuo la carrera de Aaron Thomas a lo largo de sus discos, observaremos nítidamente una evolución, o matización si se prefiere el término, clarísima en su música. En esa cronología, “The Blues and Greens” es el último peldaño, y por el momento final, de ese camino artístico que siempre se ha caracterizado por atacar directamente a la emotividad, pero que si en unos primeros momentos se hacía de forma más directa e intensa, ahora se ha llenado de detalles en todos los aspectos.
Estamos ante lo que se entiende por un auténtico trotamundos de la vida. Nacido en Australia, ha recorrido lugares tan dispares como Ucrania o Los Ángeles y desde hace un tiempo se encuentra establecido en Madrid. Si se busca una repercusión de ese“nomadismo” en la música que hace, seguramente se haga palpable en el mínimo respeto a la ortodoxia y el gusto por variar que ha demostrado en su, hasta ahora, corta carrera.
Casi cuatro años y una cierta sensación de alejamiento del mundo de la música (a la hora de ponerse a grabar) han pasado desde su anterior disco “Made of Wood”. Para este “Blues and Greens” llega acompañado de nueva banda de acompañamiento y junto a Brian Hernández decide tomar las riendas de su sonido ocupando el papel de productor. Algo que habla bien a las claras de que estamos ante su trabajo personal, en el que además asistimos ante una vuelta de tuerca más en cuanto a instrumentar sus canciones y a dotarlas de más matices.
En ese camino, en el que cada disco parece suponer un nuevo paso, nos encontramos con un Aaron Thomas que se muestra más íntimo y contenido, casi siempre apoyado en el folk como estilo central. En una vertiente embriagadora, en la onda de gente como Josh Ritter o Josh Rouse suena “How We Got Started”, fuertemente orquestada. Un momento algo más íntimo se vive en la bellísima “Night Time”, magistralmente aderezada con sonidos cálidos de acordeón o teclados y en la que el soul también tiene su cota de protagonismo. Con un tono más oscuro, en esta ocasión más cercano a alguien como Damien Rice, llega “Turn To the Devil”. Frente a ella, “Out of Your Hands” rezuma optimismo, liderada por unas percusiones ágiles creadoras de un contagioso ritmo.
Esa intensidad de la que hablaba al principio y que siempre ha estado presente en el músico australiano todavía da coletazos en su expresión más directa, como se ve en “Kamikaze” o en “I’m Sorry (So Long)”, con un acento rockero, aunque en acústico, y donde el intérprete puede llegar a recordar la voz de alguien como Thom Yorke, algo más presente en su trabajo debut “Follw the Elephants”. “Second Look” sacará su faceta más crooner y el punto más novedoso, por ese acercamiento al country pero en un ambiente muy a lo Kinks, llega con “A Fool Like Me”.
Aaron Thomas desde siempre ha demostrado que la materia prima para hacer canciones profundas, de fuerte sentimiento, era algo que tenía perfectamente controlado y lo sabía manejar a la perfección. Con el paso del tiempo esa virtud la ha sabido moldear y mostrarla de formas diversas, con una mayor delicadeza y detalles. Este disco supone otro capítulo en ese, relativamente nuevo, camino.
Kepa Arbizu